Franco hizo lo que su rutina diaria le indicaba. Se levantó lo suficientemente temprano para bañarse, desayunar y salir a tomar el micro que lo dejaba a tres cuadras de la escuela.
Dos días atrás, Agustín le había contado lo que le sucedió a Manuela y de allí decidió ir más atento mientras caminaba el corto trayecto a pie, por eso se quitaba los auriculares apenas bajaba del colectivo e iba más alerta de lo normal. Podían tildarlo de paranoico, pero prefería eso a ser abordado por ladrones que lo dejaran casi en pelotas.
Llegó bastante temprano, por eso subió las escaleras directo hasta su curso, sentándose en el penúltimo banco de la tercera fila, volviendo a contemplar esas paredes amarillas rayadas por algunos de sus compañeros, junto con esos dos gigantescos pizarrones, colocados uno enfrentado al otro, en las paredes opuestas de aquel curso que lo saludaba de lunes a viernes con su luz demasiada fuerte.
Se sentó un tanto distraído y apoyó su cabeza sobre la mochila que acababa de dejar sobre la mesa.
Así, metido en su cabeza, lo encontró Agustín, un Agustín igual de pensativo que él, pero ambos, como ya estaban acostumbrados, se guardaron lo que los atormentaba y continuaron su día como uno normal, uno donde fantasmas de dudas sobre sexualidad, sobre amores, tal vez, no correspondidos, sobre posibles traiciones, sobre identidades enredadas, sobre ellos, sobre la naturaleza que los definía; no los atormentaban.
Salieron en cuanto el primer timbre sonó, dándole sus primeros diez minutos de descanso. Se sentaron en aquellas gradas que miraban directo a la cancha ubicada a mitad del patio, y hablaron sobre cosas banales; el partido de la noche anterior, los últimos chistes de Internet, una camiseta de algún equipo de fútbol. Hablaron de nada, esquivaron el tema, y se tragaron las palabras en cuanto los vieron, en cuanto Benjamín y Manuela se acercaron metidos en aquellos uniformes que poquísimos usaban en aquella escuela donde se podía ir sin problemas con guardapolvo -utilizado casi a diario gracias a las prácticas en los laboratorios-, hablando ambos sobre lo bien que les iría en aquella exposición, siendo alcanzados, casi al instante, por Carla, vestida en iguales términos que los otros dos.
Bueno, era definitivo, para Franco ver a Benjamín con aquel pantalón de vestir gris, la camisa blanca metida un tanto desordenada en el mismo, junto con la corbata, también gris, que llevaba bien suelta, tan suelta que el nudo tocaba el tercer botón de su vestimenta superior, fue demasiado. El rubiecito no entendía cómo ese flaco, caminando con ese andar tranquilo, lo podía embobar en apenas un segundo.
—Hola —saludó Manuela apenas estuvo frente a los otros dos, completamente ignorante que Agustín luchaba en su interior para no devorarla con su mirada, para no contemplarla hasta estar satisfecho, porque, sabía, Manuela no volvería a vestirse de esa manera hasta… tal vez nunca.
—¡Pero qué facheros! —exclamó Franco con sincera sonrisa, disimulando su turbación interior, ignorando las miles de preguntas que lo atormentarían el resto del día.
—Exponemos con la Rodriguez, queremos dar buena impresión —explicó Carla bien bajito.
—Tienen que estudiar para dar una buena impresión —sentenció Agustín con arrogancia no intencionada, insultándose al instante por ser tan infeliz.
—Estudiamos, pero así nos vemos más serios todavía —explicó entusiasmada Manuela.
—Necesito un recuerdo de esto —afirmó Franco como si eso fuese una verdad de la más absoluta.
—Tenemos fotos y todo —respondió Benjamín con media sonrisa en los labios, atontando un poco más a su pobre Franquito—. Después las pasó al grupo —afirmó refiriéndose al grupo de WhatsApp que habían creado para ellos cinco, solo porque Manuela y Franco estaban demasiado entusiasmados por el plan extraño que habían creado, queriendo que todos estén al tanto de cada detalle.
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Lo extraño del amor
RomanceEn el extraño año que separa la secundaria y el inicio de la formación profesional, un grupo de conocidos de diferentes cursos no sólo comienzan a debatir su futuro y las dudas que se hacen presentes a cada instante de cuál será la mejor opción para...