III

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Sin embargo, no relato esta historia por vanidad. Quizá estaría dispuesto a aceptar la que hay algo de orgullo o de soberbia. Pero ¿Porque esa manía de querer encontrar explicación a todos los actos de la vida? Cuando comencé este relato estaba firmemente decidido a no dar explicaciones de ninguna especie.

Tenía ganas de contar la historia de mi crímen, y se acabó: al que no le gustara, que no la leyese. Aunque no lo creo, Porque precisamente esa gente que anda detrás de las explicaciones es la más curiosa y pienso que ninguno de ellos se perderá la oportunidad de leer la historia de un crimen hasta el final.

Podría reservarme los motivos que me movieron a escribir estas páginas de confesión; pero como no tengo interés en  pasar por excéntrico, diré la verdad, que de todos modos es bastante simple: pensé que podrían ser leídas por mucha gente, ya que ahora soy célebre; y aunque no me hago muchas ilusiones acerca de la humanidad en general y de los lectores de estas páginas en particular, me anima la débil esperanza de que alguna persona llegue a entenderme.

AUNQUE SEA UNA SOLA PERSONA. "¿Por que -se podrá preguntar alguien- apenas una débil esperanza si el manuscrito a de ser leídos por tantas personas?" Este es el género de preguntas que considero inútiles. Y no obstante hay que preverlas, porque la gente hace constantemente preguntas inútiles, preguntas que el análisis más superficial revela innecesarias.

Puedo hablar hasta el cansancio y a gritos delante de una asamblea de cien mil rusos: nadie me entendería. ¿Se dan cuenta de lo que quiero decir?.

Existió una persona que podría entenderme.

Pero fue, precisamente, la persona que maté.

El TunelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora