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Había dos corazones solitarios que merecían ser escuchados en medio de la cocina. Tal vez no eran antiguos conocidos, pero morían por aprender uno del otro.

—Bien, esto me gustó demasiado —dejó sus cubiertos encima de su plato—. Déjame lavar los cubiertos.

—¡No! Déjamelo a mi.

—Ujum —negó levemente con la cabeza mientras que juntaba todo lo sucio para llevarlo al fregadero y comenzar a lavar—. Bien, entonces vamos al hospital —se secó la mano con un trapo.

Ella asintió con la cabeza mientras que se levantaba . Aún cojeaba mucho y cada vez que lo hacía apretaba sus dientes entre sí.

Del perchero tomó su abrigo y al ponérselo, se volteó para mirar al pelinegro, quien se acercó a su maleta para abrirla y de allí sacar un cubrebocas de color negro.

— ¿Y eso es para...?

—Para que los fanáticos no me reconozcan.

—Creo que estas subestimando la capacidad de los fans y para reconocer a su artista en un milésima de segundo. Literalmente podríamos trabajar para el Servicio Secreto —rió.

—Lo sé, parece que tienen un sexto sentido —le guiñó.

Al ponerse el cubrebocas, Vernon se acercó a Edén y se hizo una seña con la cabeza para que esta pusiera su brazo alrededor de su cuello. La chica frunció levemente el entrecejo al no entender que quería decirle, él tomó el brazo y lo puso alrededor de su cuello.

La pelirroja abrió la puerta con la mano libre y ambos pudieron salir. Se dirigieron al ascensor luego de que ella se asegurase en cerrar la puerta.

Al subir en el ascensor, se hizo un silencio cómodo entre los dos el cual Vernon pudo romper segundos más adelante.

—Me he dado cuenta de algo.

—¿Hmm? —miró al mayor con curiosidad.

—De que no sé tu nombre —dijo entre risas.

—Me llamo Edén —sonrió algo tímida.

—Como el huerto, que bonito.

Eso hizo que ella se sonrojara hasta la coronilla, se quiso voltear para camuflar su sonrojo pero mediante los espejos de las paredes, eso no fue posible.

—Y de apellido Dijsktra.

—Necesito mejorar mi alemán.

—No es alemán, es holandés —formó una sonrisa cuadrada.

—Oh, lo siento mucho —tragó su saliva duramente.

—No pasa nada.

—¿Hace mucho que vives aquí? Digo, en el país.

—Me mudé hace cinco años.

Las puertas del ascensor se abrieron, cortando la prolongada conversación que iban a tener.

—¡Ah! Buenas tardes, Edén —aquel chico de nombre Sunghoon buscaba a tientas sus gafas.

—Buenas tardes, Sunghoon, ¿trabajando duro o durando en el trabajo?

–Ambas cosas —bostezó profundo—. Anoche me quedé hasta tarde viendo dramas. ¿Y ese chico es tu novio? —entrecerró sus ojos, queriendo enfocar su vista—. No veo bien sin mis lentes, y no los encuentro.

—E-emmm...~

—Si, soy su novio, mucho gusto —sonrió nerviosamente al

—El gusto es mío, joven —al encontrar sus gafas, Edén movió la cabeza hacia delante, diciéndole al mayor que se apurara. Al salir de la recepción, aquel chico vio cómo la pelirroja cojeaba y sintió mucha curiosidad el saber que le pasaba.

✫ ᏋᏝᏦ ᏝᏋᏗᏉᏋᏕ || 𝒱ℰℛ𝒩𝒪𝒩 𝒞ℋ𝒲ℰDonde viven las historias. Descúbrelo ahora