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Recargó su cuerpo contra la puerta, inclusive dejó reposar su cabeza contra esta. Tragó duro y dejó que los suspiros agitados salgan hacia fuera.

—¿Qué estoy haciendo —se preguntó, dándose cuenta de sus actos. Pero lo hecho, hecho estaba.

El interior del departamento estaba oscuro y parecía que no había nadie viviendo en ella. Pegó su mano por la pared y la deslizó un poco, dio una risita al chocar sus dedos con el interruptor, lo alzó hacia arriba y, ¡se hizo la luz!

Se encontró con un departamento que para su gusto era bastante pequeño. Tenía las paredes pintados de verde manzana y habían varios cuadros en ella de buen gusto en ella.

Dejó reposar su maleta en el piso y en eso dio un sobresalto al oír su celular sonar y vibrar en su bolsillo derecho. Lo sacó y al prenderlo ya le saltaron los mensajes de su jefe reclamando donde estaba; vulgarmente.

Suspiró y apagó el teléfono.

Miró por un momento a su alrededor y luego se volteó para cerrar la puerta. Caminó hacia el sofá más cercano y se tumbó en ella, subiendo los pies por los respaldo de los brazos.

🌊🌊

—Traeme café muy fuerte, por favor, Edén.

—Con gusto señor Choi —sonrió y se volteó para ir a la cocina pero antes fue detenida por esa misma voz.

—Ya te dije muchas veces que no me llames señor, me hace ver muy viejo —rió, encorvando sus cejas.

Choi San era un estudiante de economía de veintiún años que cada mañana iba a por su café. Y prácticamente era el cliente más visitaba el local.

—Vengo a por café.

—¿Es para el chico de veintiún años al que llamas señor? —preguntó el rubio, lavándose las manos para hacer el café.

—Es por cortesía —puso los ojos en blanco.

—Ahhh, pero cuando hablas conmigo no utilizas la cortesía —dijo apuntando a la chica con una espátula.

—Tsst —chasqueó la lengua—. Primero ponte a mi altura —ella medía un metro setenta y ocho centímetros de alto.

—¡Ay! ¡Rascacielos!

—¡Chihuahua!

—¡Poste de luz!

—¡Lámpara de mesa!

—San ya está esperando su café —Seungcheol entró a la cocina con unos cubiertos sucios en mano, los llevó al fregadero.

—Que falta de respeto que te entrometas en una conversación —el ajeno frunció falsamente el entrecejo, cruzándose de brazos.

—Mas bien parecía una pelea. Y saben lo que dicen,  las personas que se odian, se aman en secreto —rió por lo bajo, al ver sus caras después de molestarlos.

El rubio tomó un pedazo de pan que se había endurecido y se lo lanzó. Lo golpeó en su frente, haciendo que retroceda un poco.

—¡No! —exclamaron ambos al unísono.

Félix cedió la taza ya con el café lleno, ella lo tomó y lo llevó rápidamente pero con sumo cuidado para que no derramase ni una sola gota.

—Aquí tiene su café, señor Choi —ella era dos años mayor que el joven, pero nunca se lo dijo ni a él, ni a nadie más, solo le gustaba ser educada con todos (a excepción de su amigo  Félix). Dejó la taza enfrente suyo—. Bien amargo, justo como le gusta.

✫ ᏋᏝᏦ ᏝᏋᏗᏉᏋᏕ || 𝒱ℰℛ𝒩𝒪𝒩 𝒞ℋ𝒲ℰDonde viven las historias. Descúbrelo ahora