Capítulo 3- Lo'ak

155 15 1
                                    

Cuando salí de la tienda estuve dudando de hacia donde tirar, ni si quiera estaba seguro de que es lo que iba a hacer o por qué había salido de allí.

Pero cuando llegué hasta la tienda de Tsireya dejé de caminar. La vi porque ella estaba sentada cerca de la entrada, de modo que cuando me vió la hice un gesto para que saliera.

Ella lo dudo unos segundos, después se levantó y salió de la tienda para acercarse a mí.

Cuando llegó hasta mí  la miré sin saber que decir, no sé cómo lo lograba pero cada vez que estaba cerca no me acordaba ni de mi nombre.

-Gracias por el brazalete...

-De nada, lo hice con Tuk - dijo ella sonriendo levemente pasandose una mano por el pelo.

Yo me quedé medio embobado por unos segundos hasta que me di cuenta y reaccione.

-Oh... emmm... bueno, igualmente me ha gustado mucho ... - dije rascándome  la nuca.

Ella solo sonrió  y luego me miró a los ojos, parecía querer descifrar algo en mí que ni yo sabía lo que era.

-¿Pasa algo?- pregunté confuso.

Ella miró a otro lado unos segundos y luego me volvió a mirar a los ojos.

-Últimamente... te noto algo distante... ya casi no hablamos... pensé que estarías enfadado conmigo o algo así...

-Nunca podría enfadarme contigo- dije mirandola, ver la expresión de preocupación en su rostro me lastimaba.  Mire  un momento al suelo pensando como continuar y luego la mire. - es solo que no estoy en mi mejor momento... ya sabes... pero se me pasará, solo dame un poco de tiempo.

Ella no me miró convencida y suspiró levemente mirándome a los ojos colocando una de sus manos en mi mejilla.

-Sea lo que sea que estás pasando... necesitas dejarlo salir Lo'ak... está haciendo daño a tu corazón... yo estoy aquí para ayudarte a sanarlo si me dejas... pero no hagas esto solo... - dijo Tsireya mirándome a los ojos, yo estaba en silencio aguantandola la mirada intentando mantenerme firme pero mis orejas se agacharon... Fue el típico bajón que te da derepente y no sabes porqué pero tienes muchas ganas de llorar, gritar... de todo. Eso era lo que yo sentía en ese momento...

-Yo... - dije mirandola- no sé lo que me pasa... - mi voz iba bajando de tono a medida que hablaba hasta acabar en un susurro apenas audible. Lágrimas querían abrirse paso pero no pensaba dejar que Tsireya viera eso, no quería caer más bajo de lo que ya había  caído. - creo...creo que mejor me voy a casa... no me siento muy bien... - dije, la voz empezaba a temblarme por los esfuerzos llevados a cabo en no llorar- nos vemos mañana. - dije dándome la vuelta con intención de salir de allí lo antes posible. Pero ella me tomó del brazo.

-Lo'ak... - dijo en un tono de voz que sonaba a preocupación, la miré a los ojos y poco a poco me acabé soltando.

-Tengo ... tengo que marcharme... - dije, luego me di la vuelta y salí de allí, no fui a la tienda, ni tampoco a ver a Payakan. Fui a la orilla de la playa, me senté en la arena y me abracé las pieras escondiendo la cara en mis rodillas, luego cerré  los ojos con fuerza tomando saliva.

Unas lágrimas empezaron a salir poco a poco, cayendo en silencio, sentía una presión invadir mi pecho, que me hacía incómodo el respirar. Tenía un nudo en la garganta que cada vez parecía apretarse más.  No pude contenerme y tuve que romper a llorar, y lo peor es que no sabía porque lo hacía. Quizás eran todas las lágrimas que había estado guardando tanto tiempo y que necesitaban salir, quizás era porque estaba cansado o simplemente... tonterías mías... probablemente sería la tercera, porque como nunca hago lo que tengo que hacer..  pues que cabe esperar más que llorar sin motivo aparente.

No sabía ni si quiera como me sentía,  era todo muy confuso.

Intentaba secarme las lágrimas pero no dejaban de salir, estaba destrozado pero no sabía cómo había llegado a ese punto,nunca me había importado lo que los demás pensarán o dijeran de mí,  al menos pretendía que no lo hiciese... pero supongo que sus comentarios me afectan más de lo que pienso amenudo que lo hacen.

Tenía  la cara escondida entre mis manos llorando en silencio a más no poder. Intentaba tomar aire pero al intentar contener las lágrimas  me costaba un poco. Odiaba esa sensación pero parecía no querer irse.

No me había dado cuenta, pero Aonung pasaba por allí y al verme así, a pesar de que no nos lleváramos bien, para mí sorpresa se sentó a mi lado y colocó una de sus manos en mi hombro. Levanté  la mirada y la dirigí hacia él.

Aonung me miró a los ojos algo preocupado.

-Tranquilo, no le diré esto a nadie - dijo mirándome y me acarició la espalda intentando calmarme- desahogate... yo solo estoy aquí para acompañarte - me dijo.

Lo miré unos segundos mientras más lágrimas acudían a mis ojos, intenté aguantarlas delante de él pero él negó con la cabeza.

-Déjalas salir Lo'ak, no te ahogues  por dentro...  No voy a decir nada de esto, no intentes ser fuerte cuando es obvio que no puedes... no necesitas fingir ahora... -me dijo, luego me abrazó, lo cual, ante todo pronóstico, sin entenderlo si quiera, en el fondo me hizo sentir un poco mejor.

Entonces seguí llorando dejando salir todo lo que había estado aguantando durante años.

Aonung se quedó abrazándome como si supiera que eso era lo que necesitaba en ese momento, no hizo preguntas, ni si quiera dijo nada más,  solo se quedó ahí a mi lado hasta que dejé de llorar.

Cuando me calme él se separó de mí y me miró dándome una palamadita en la espalda.

-Te ves bien feo cuando lloras mono de cinco dedos - me dijo riendo un poco.

Yo rodé  los ojos pero me reí un poco, sabía que no lo decía a malas.

-Gracias... - murmuré mirandole.

-No hay de qué,  pero que sepas que me debes una cita con tu hermano

-Ni de coña, no le pongas una mano encima que te la corto- le dije mirandole bien serio ahora.

Aonung me miró riendo un poco.

-Entonces la conseguiré sin tu ayuda- luego de eso se fue dejándome allí.

Estuve un rato más hasta que decidí volver a la tienda. Cuando llegué nadie pareció percatarse de que no había vuelto, todos estaban durmiendo ya...

Hice una pequeña mueca al ver que importaba tan poco mi presencia. Entonces me senté en una esquina al lado de la entrada mirando las estrellas sin intención de dormir un poco.

A través de mis ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora