Vera

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Desperté de un sueño bastante profundo. 

Me pregunto cuánto tiempo llevo dormida. Hacía mucho que no me sentía tan descansada. 

Demasiado tiempo. 

Me doy cuenta de que estoy en el hospital. 

Sigo en esta camilla que podría ser perfectamente una cama de lujo. 

Me encuentro sola. 

No hay nadie. 

Trago intentando despertarme del todo. 

Una enfermera entra con una bandeja. 

Me levanto intentando peinarme con la mano para que no me vea con tan mala cara. 

- buenos días señora, ¿cómo ha amanecido? - deja la bandeja a un lado con un montón de comida con una pinta deliciosa. 

Se pone a mirar mis constantes y la medicina que me estaban suministrando por vía.

- esto... muy bien... - respondo algo torpe. - qué hora es... 

- son las once de la mañana - me responde amable. 

Wow, no recuerdo la última vez que desperté a esta hora. 

Parpadeo sorprendida. 

- yo... 

Estaba a punto de preguntar algo cuya respuesta ya sabía cuando se oye una risa inocente a fuera de la habitación. 

Tiene unos grandes ventanales donde pude ver que el hermoso sueño que soñé esta noche es más real de lo que pensaba. 

Sonrío viendo a mi hijo reír a carcajadas en los brazos de el hombre que no deja de salvarme de una u otra manera. 

Jack. 

El hombre que me cuida y se preocupa por mí como nadie lo había hecho jamás en mi vida.

Le miro embelesada mientras hace reír a mi bebé, cuidándolo y protegiéndolo siempre. 

Mi corazón palpita. 

Recuerdo lo que acordamos anoche, antes de que cayera dormida de nuevo. 

Mi mano, agarrada por la suya y pegada a su pecho. 

Él emocionado suplicándome que le dejara ayudarme. 

Pidiéndome cuidarnos a mí y a mi hijo, pidiéndome protegernos. 

No pude decirle que no. 

No pude negarme. 

No puedo negar por encima de todas las cosas que nuestra amistad con Jack significa muchísimo.

Y es que Jack llegó a nuestras vidas hace tan solo dos meses, pero nos ha llenado de momentos y alegrías como si lo conociéramos de toda la vida. 

Jamás había visto a Teo llevarse tan bien con nadie. 

Ni siquiera con su propio padre. 

Por eso mi pecho palpita cada vez que le veo con él, en sus fuertes brazos, entre risas y sonrisas.

Mi corazón explota cada vez que veo cómo se preocupa por él, cómo lo protege, cómo siempre procura hacerle reír y entretenerle. Como lo cuida. 

Son más que amigos, son mejores amigos. 

La risa de la enfermera me hace despertar de mis pensamientos. 

- su marido es todo un encanto - me dice.

Millonario encuentra una familia por casualidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora