48: Papá?

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Snape tropezó con Lupin, Pettigrew y Ron, que se habían detenido derepente

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Snape tropezó con Lupin, Pettigrew y Ron, que se habían detenido derepente. Sirius se quedó inmóvil. Con un brazo indicó a Harry y a Hermione que no avanzaran, mientras que yo estaba a unos pasos de mi padre y mis amigos estaban detrás mío.

Mi padre se puso rígido y empezó a temblar.

—¡Dios mío! —dijo Hermione con voz entrecortada—. ¡No se ha tomado la poción esta noche! ¡Es peligroso!

—¿Papá...? —traté de hablar, pero solo escuché un gruñido.

—¡Corran! —gritó Sirius, mientras que se acercó hacia mí y me tomo del brazo poniéndome detrás de él protegiéndome

—¡Pero mi padre...

—¡Corran! ¡Ya!

Pero no podía correr. Ron estaba encadenado a Pettigrew y a padre, Harry saltó hacia delante, pero Sirius lo agarró por el pecho y lo echó hacia atrás.

—Déjenmelo a mí. ¡CORRAN!

—¡NO PUEDO DEJARLO SOLO! —le grité a Sirius

Oí un terrible gruñido. La cabeza de mi padre se alargaba, igual que su cuerpo. Los hombros le sobresalían. El pelo le brotaba en el rostro y las manos, que se retorcían hasta convertirse en garras. A Crookshanks se le volvió a erizar el pelo. Retrocedió.

Mientras el licántropo retrocedía, abriendo y cerrando las fauces, Sirius desapareció del lado de Harry. Se había transformado. El perro grande como un oso saltó hacia delante. Cuando el licántropo se liberó de las esposas que lo sujetaban, el perro lo atrapó por el cuello y lo arrastró hacia atrás, alejándolo de Ron y de Pettigrew. Estaban enzarzados, mandíbula con mandíbula, rasgándose el uno al otro con las zarpas, quise llorar.

—¡No! ¡Papá! —chillé, pero ¿qué podía hacer yo contra un licántropo?

Quería detenerlos, pero también tenia miedo de lastimar a ambos con mi magia. Pettigrew había saltado para coger la varita caída de Lupin. Ron, inestable a causa de la pierna vendada, se desplomó en el suelo. Se oyó un estallido, se vio un relámpago y Ron quedó inmóvil en tierra. Otro estallido: Crookshanks saltó por el aire y volvió a caer al suelo.

—¡Expeliarmo! —exclamó Harry, apuntando a Pettigrew con su varita. La varita de Lupin salió volando y se perdió de vista—. ¡Quédate donde estás! —gritó Harry mientras corría.

Demasiado tarde. Pettigrew también se había transformado. Vi su cola pelona azotar el antebrazo de Ron a través de las esposas, y lo oí huir a toda prisa por la hierba.

—¡COBARDE! ¡VUELVE AQUÍ!

Quise seguirlo, pero sentí que alguien me tomó del brazo para que me detuviera, era Hermione. Oí un aullido y un gruñido sordo. Al volverse, vi al hombre lobo adentrándose en el bosque a la carrera.

Diana Lupin y El Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora