NUEVE

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—Tu madre hace las mejores galletas, Kook —mencionó Raine tras darle un mordisco a esa crujiente, pero esponjosa galleta de chocolate.

—La misma perfecta receta desde que éramos niños —le dijo y alzó la galleta para enaltecerla—. Deliciosa —y la mordió—. Aguarda. ¿Me dijiste Kook?

—¿Y qué pasa?

—No me decías así desde... Ya ni recuerdo, Raine. ¿Por qué tan de repente? —Volteó a verla.

—Es que me di cuenta de algo.

—¿Y de qué será?

Ya que estaba sentado en el suelo, al lado de su cama, apoyó su brazo en la misma y recostó su cabeza sobre él, aguardando la respuesta.

—De que te quiero mucho, Jungkook.

Por algún motivo, Jungkook se avergonzó y escondió su rostro en el hueco que se hacía en el doblez de su brazo. Usualmente no era un muchacho tímido, pero no se lo esperaba. Desde aquella noche en el lago Raine había comenzado a actuar como lo hacía antes, incluso más generosa y cariñosa con él, causando que él le agradeciera a Dios por llevarse ese cubo de hielo que había remplazado a su amiga.

Jungkook estaba feliz, la Raine clásica había vuelto.

Restableció su postura y ladeó la cabeza para sonreírle y mostrarle esa sonrisa de conejo inocente que ella adoraba ver.

—¿Eso significa que ya no serás mala conmigo? —le preguntó sonando como un niño carente de amor.

—Nunca fue mi intención —murmuró, sintiéndose mal al pensar en sus acciones—. Sé que no hay excusa en cuanto a mi comportamiento, pero...

—Lo sé, lo sé, estabas así porque ese chico te rechazó —la interrumpió creyendo saber bien sus razones—. Puedes estar tranquila. No te culpo.

—A mí nadie me rechazó, Jungkook.

—Claro que sí. Desde que me contaste sobre él cambiaste por completo, y lo único que puedo comprender es que te rechazó y te metiste en el papel de malhumorada por eso —le aseguró. Se terminó su galleta y sacudió sus manos.

—Por favor, no seas ridículo. Es una conclusión muy torpe.

Jungkook giró los ojos.

—¿Entonces? A estas alturas puedo pensar que ya me dirás quién es.

Raine lo ignoró y agarró una galleta de la bandeja, que Jungkook quitó de su mano para incitarla a hablar primero. No iba a evadir el tema como siempre lo hacía, era hora de que le dijera el nombre de ese tonto. Cosa que Raine planeaba hacer, y sería ese mismo día, porque para eso había ido a su casa luego de muchísimas semanas de haber estado evitando reunirse con él en ese lugar.

Se lo quería decir desde antes, pero al momento de soltarle toda la verdad el miedo inicial se apoderaba de ella y se lo impedía. Tuvo miedo y luego no. Decidió ser honesta y él se lo tomó como una broma, así que lo pasó por alto. Hasta que quiso decírselo de nuevo, donde otra vez tuvo miedo. Y ahora estaba allí, a punto de arruinar años y años de una importante amistad. No obstante, tenía que hablar. El peso era demasiado y no pensaba cargar otro mes más con eso.

Aunque no tenía idea de cómo comenzar a contar su terrible secreto.

Lanzó su cuerpo a la cama y miró al techo dejando escapar una pesada exhalación por su boca. Bien, sería como aquella vez.

—Eres tú.

—¿Otra vez con eso? —Se subió a la cama y se sentó a su lado, mirándola fijamente—. Se una chica seria y dilo ya, Raine.

Diez mil horas » j.jk [ Terminada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora