Good is the new Bad.

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Era de nuevo lunes y yo estaba de nuevo en la clase de Arte, que no sabía cuándo había comenzado a esperar a que llegara.

Estaba sentada ahí, feliz, en espera de saber lo que haría hoy.

- Hoy aprenderemos la técnica del salpicado - Anunció el profesor - Necesito que tomen a una pareja y trabajen en equipo.

Oh no...

No otra vez.

No había nadie en éste salón que quisiera hablar conmigo, y realmente quería...

- Oye, Catra - Glimmer se acercó a mí sonriendo - ¿Quieres que seamos equipo?

Levanté ambas cejas.

- ¿Quieres ser mi pareja?

- Claro, somos amigas ahora, ¿No?

- ¿Lo somos? - Sacudí la cabeza - Quiero decir... Sí, claro.

La pelirosa se sentó a mi lado y puso su mochila junto a la mía mientras el profesor daba las indicaciones.

- ¿Cómo estuvo tu cita con Adora ayer?

La miré de reojo y sonreí.

- Así que para eso te sentaste conmigo.

- ¡No! Quiero decir, Adora ya me contó sobre...

- El bote se volcó.

- Sí, eso.

- No volveré a acercarme al agua - Confesé.

No tenía idea de que había sido eso, pero además, ¿A qué idiota se le ocurre navegar el bote tan cerca de las ramas de un árbol?

A una idiota hechizada seguramente.

Y justo en el mejor momento...

Pero lo tomé como una señal.

No podía besar a Adora.

No podía sentir nada por ella.

Había venido aquí por una misión que la implicaba a ella, y esas emociones solamente interferirian en mi camino.
Arruinarían todo.
Le prometí a mi madre que no iba a dudar, no me iba a dejar conmover por la belleza de Luna brillante y ayer casi pasaba eso.

Era hordiana.
Era hija de Shadow Weaver.
Era de la isla.

Necesitaba concentrarme en eso, no en hacer amigos.

Sin embargo, la clase pasó mientras Glimmer y yo seguíamos hablando cómodamente.

Eso hasta que empezamos a  pelear por cuál paleta de colores debíamos usar para el cuadro.

Colores pastel o colores oscuros.

- Eres demasiado aburrida, necesitas más color.

- No, tú necesitas más color - Le dije salpicandola un poco de pintura.

Glimmer se alejó, abriendo la boca con sorpresa.
Volteó a verme y tomó la pintura celeste y me la echó en la ropa.

- ¡Ey! ¡Yo sólo te salpiqué un poco!

- Yo también - Sonrió.

No podía quedarme así, así que tomé la pintura negra y la chorreé toda en su falda.

Comenzamos a arrojarnos pintura, y yo tuve la idea de apoyarme en el lienzo mientras el profesor llegó a detenernos horrorizado.

- ¡Chicas, chicas! ¡¿Qué están haciendo?! ¡Cuándo dije salpicado no me refería a- Oh!

Descendiente (SHERA AU) 💜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora