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Los pasos de las botas del pelotón contra el suelo resonaban en todo el camino, de vez en cuando se le sumaban los sonidos de los machetes cortando para abrir camino y la respiración agitada del pelirosa ya que tenía que cargar con prácticamente todo lo de sus compañeros. Los cadetes iban determinados y con la guardia alta, no sabían los peligros que pudieran haber en el bosque, lo más cerca que tenían a conocer esa área eran los escritos que el padre les leía en sus misas.

Él único que no estaba tan concentrado en la misión era Gordi, más que nada porque sus energías estaban dividas en: seguir caminando, y en las miradas que le daba a Achuchones de vez en cuando aprovechando que el peliverde estaba en frente de él, así no se veía tan obvio; la razón de esto es que había decido que la primera persona con quién conviviría sería él, estaba emocionado y muy determinado.

Para su mala suerte el peliverde estaba más que conciente de las miradas que este le daba; al inicio era sólo esa sensación pesada de que lo veían, pensó que eran los animales del bosque pero no tardó en ver que el responsable era Gordi. Pero...por qué? Acaso el pelirosa estaba enamorado de él?

Pff- que pregunta más tonta... Seguramente lo estaba! Él tenía proporciones perfectas, un rostro guapo, y sin hablar de su voz atractiva, incluso su pitito era bello, obviamente cualquiera se enamoraría de él; pobre Gordi, su belleza aguamarina atrapó al gordirosa en sus redes.

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Antes de que se pusiera el Sol el pelotón ya se había instalado en un lugar seguro, las casas de campaña estaban listas y para cuando cayó la noche la fogata estaba encendida.

"Que hambre tengo"- dijo el pelinaranja mientras calentaba la cena junto a Pandi y el castaño- "Ayer garzas, hoy garzas"

"Y mañana garzas"-Le completó la frase uno de sus compañeros expresando la misma queja que todos pensaban.

"No decía el padre que el bosque estaba lleno de arándanos?"- Mencionó Pandi, realmente les harían muy bien un par de arándanos justo ahora.

"Eso, eso! Arándanos"

"Tranquilos chicos, pronto se va acabar esta miseria"- Los calmó el dienton siguiendo con su tarea de revolver las garzas.

A la vez que aquellos tres se quejaban los demás estaban ocupados en diversas tareas, por una parte el sargento y el padre estaban discutiendo en una tienda el plan y la guía de cuál será la ruta que tomarán en la mañana; los gemelos mimositos hacían turno en la guardia; Azulito según ordenaba su tienda pero realmente estaba comiendo a escondidas la tarta que su padre le dió con una sonrisa maliciosa escuchando sufrir a sus compañeros que tenían que resignarse con esa comida de mierda.

Gordi en cambio caminaba de un lado a otro en busca de Achuchones, pero no estaba en ningún lado! Suspiró decepcionado, no quería rendirse pero tampoco podía hacer nada al respecto; estaba a punto de tirar la toalla cuando algo cayó en su cabeza haciéndolo voltear hacia arriba.

"Eh?"- Soltó confundido al tiempo que sus mirada se topaba con unos ojos morados.

"Disculpa, mala mía"- Habló esta vez un rubio con su tono desinteresado sentado en la rama de un árbol, accidentalmente había dejado caer ceniza de su cigarro.

"Espera- Coco? Qué haces por allá arriba?"- preguntó Gordi lleno de curiosidad; sabía que el chico siempre estaba alejado de todos pero eso era un tanto peligroso considerando el lugar en el que estaban ahora.

"El sargento caricias me dejó haciendo la guardia, los gemelos no podrán hacerlo solos si viene un enemigo"- dijo para después darle una calada a su cigarrillo- "Tú qué haces acá? Deberías estar controlando al pitufo llorón de tu hermano"

Una leve risilla nerviosa escapó de los labios del pelirosa debido al apodo.

"Yo? No, nada; solo buscaba a alguien pero no..."- Se silenció a sí mismo debido a que una idea le llegó, si Coco había estado ahí todo el tiempo seguro que vió a dónde fue el peliverde.

"Hey, de casualidad sabes dónde está Achuchones?"- El rubio solo lo miró mientras soltaba humo de su boca, como si le estuviera leyendo la mente antes de responder.

"Detrás de los arbustos que están en el oeste"-Con esas simples palabras los ojos de Gordi brillaron con esperanza sin poder ocultar su sonrisa.

"Gracias Coco! Corazón meloso para ti!"- Dijo entusiasmado y sin perder más tiempo fue corriendo al lugar que el más alto le había dicho; y como si hubiera sido cuestión de magia al llegar a esos arbustos ahí estaba él, sentado en una roca y con la mirada perdida...

Sabor a MorasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora