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Daban las tres y media de la madrugada cuando un fuerte estruendo en medio de la casa alertó a todos quienes habitaban en ella, un adolescente Kim Doyoung se levantó aún algo adormitado y pudo ver en medio de la oscuridad de la sala a su padre tendido en el suelo, la puerta de entrada seguía abierta por lo que la poca iluminación que entraba a través de ella le permitió ver rastros de sangre sobre la ropa de su padre y unos golpes marcados sobre su cara, impaciente se acercó a ayudarlo, al parecer seguía consciente pese a lo maltratado que se veía; trató de ayudarlo a levantarse cuando este posó su mano sobre uno de los delgado brazos de Doyoung y con una voz algo temblorosa le pidió que lo dejara ahí.

—¡¿Cómo esperas que te deje aquí tirado?! —Comentó Doyoung en medio de su desesperación luego de notar que las manos que tenía apoyadas sobre el viejo ya estaban empadas de sangre, sintió una profunda impotencia al darse cuenta de que sus sospechas al parecer eran ciertas...

——— 26 de enero del 2006. ———

—Doyoung, ¿puedes ayudarme con esto? Trae unas tijeras. —El señor Kim pedía la ayuda de su pequeño hijo mientras se encontraba acomodando unas telas sobre quien aparentemente era el último cliente del día.

La familia Kim posee una sastrería de poco reconocimiento en el centro de la ciudad, es un trabajo que ha pasado por generaciones en la familia, por lo que el señor Kim decidió seguir manteniendo esa tradición familiar, si bien el trabajo no les daba mucho, este les dejaba lo sufuciente para vivir tranquilamente y sustentar los gastos de los señores Kim junto a sus hijos.

El pequeño niño obedeció a su padre y rápidamente fue por las tijeras que este le pedía, cuando de repente sonó la campanita de la entrada al local, avisando la llegada de un nuevo cliente.

Está cerrado. —Explicó el señor K sin quitar la vista del munucioso trabajo que estaba realizando, por otro lado Doyoung algo asustado por la imponente presencia de los tres hombres que iban muy bien vestidos, se quedó inmovil esperando a que su padre hiciera algo.

Doyoung, te estoy pidiendo las tijeras. —Volvió a repetir el señor K, sin embargo apenas Doyoung se apresuró a llevarle su pedido, fue interceptado por uno de esos tres hombres.

Permíteme, pequeño. —Le habló aquel hombre con una voz muy tranquila, si bien su presencia era muy fuerte, su rostro demostraba amabilidad, era un rostro dificil de olvidar, ojos sonrientes, piel blanca, labios finos y unos agraciados hoyuelos adornando sus mejillas. Doyoung con algo de temor le hizo entrega del objeto y el señor fue junto a sus dos acompañante con el señor K; este pasó las tijeras muy cerca del cuello de él, lo que le hizo moverse por instinto hacia un costado, al parecer se había enfadado por la supuesta imprudencia de su hijo, pero este al voltearse cambió rápidamente la expresión de su rostro, se le vió más pálido y asustado.

Señor J... ¿Qué lo trae por aquí? —Se levantó rápidamente de su puesto y tomó una distancia considerable de esos tres hombres.

Oh, Señor Kim, días sin vernos. Creo que su pregunta está de más, ya sabe a lo que vengo. —El señor J dio un par de pasos hasta quedar nuevamente frente al señor K, este jugueteaba con esa tijera en la mano, implemento que pasó a convertirse en un arma blanca una vez la apoyó sobre el abdomen de su adversario. Doyoung muy asustado gritó el nombre de su padre desde el otro lado de la tienda, acción que llevó al señor J a detenerse.

¿Sabes? Yo también tengo un hijo pequeño y no me gustaría que viera como dos adultos conversan cosas importantes... Vamos afuera. —Pidió el señor J en lo que parecía más una orden, lo macabro de todo esto, es que el señor J seguía mantiendo en su rostro esa amabilidad que terminaba por ser fingida, pero muy creíble.

Antes de retirarse de el local, el señor K pidió amablemente a su cliente que se retirara, este sin oponerse se fue y Doyoung quedó ahí en medio de la tienda viendo como su papá le hacía señas de que todo estaría bien. Sin poder quedarse tranquilo, se asomó por una de las ventanas del sitio y vió como su padre estaba siendo golpeado por otros hombres mientras esos tres señores bien vestidos observaban la golpiza que le estaban dando, como olvidar al señor J, ese falso rostro de amabilidad se había transformado en otro que para los recuerdos de Doyoung era indescriptible, era algo así como un monstruo.

————————

Luego de unos segundos, la señora K se asoma en la sala, ya se veían rastros de lágrimas por su rostro, al parecer ella también sabía lo que había sucedido, junto a ella llegó Gongmyung, el hermano mayor de Doyoung al cual se le podía notar bastante enojado.

—¡Los mataré, los mataré a todos! —Gritó cegado por la rabia de ver a su padre en tal estado, a lo cual su madre intervino de inmediato tomando a este por sus hombros.

—No, Gongmyung, no necesitamos más problemas, lo último que quiero es que alguno de ustedes un día ya no llegue a casa. —Dijo la señora K entre llantos.

Doyoung apenas tenía 16 años, estaba confundido, tenía rabia y eso le hacía comprender la postura de su hermano, pero por otro lado también entendía la postura de su madre, gracias a que toda su vida creció rodeado de personas adultas, tenía una mentalidad un tanto más madura a la que poseían otros chicos de su edad, eso le ayudó a mantener la mente más fría mientras trataba de buscar la forma de poner las cosas en orden. Entre los tres levantaron al señor K y lo recostaron sobre el sofá en tanto la madre cerraba la puerta de la casa, Doyoung planeaba irse en silencio a su cuarto cuando ya notó que todo estaba más tranquilo, pero su padre lo detuvo atrapándolo por uno de sus brazos.

—Espera Doyoung... Cielo, Gongmyung, vayan a sus habitaciones. —Ordenó el viejo, a lo que la señora K asintió y se llevó casi a la fuerza con ella a Gongmyung. —Doyoung, no quería que vieran esto, no quería que tú y tu hermano se enteraran de esta forma el como trabajamaos en la tienda.

—¿De qué estás hablando? —Doyoung miró confundido a su padre y tomó asiento a su lado.

—Verás... No todo lo que tenemos es nuestro, la tienda y todo en ella es...

—De esos tres hombres, ¿no? —Interrumpió el castaño suspirando de inmediato. —Lo sé, más bien lo sospechaba, pero no creí que todo fuera de ellos.

–Sí, pero no es lo que crees, todo va bien a menos que terdemos en el pago del día, es algo que tú y tu hermano podrán llevar cuando...

—¡NO! —Volvió a interrumpir Doyoung, esta vez más exhaltado. —Ni yo ni Gongmyung seremos parte de ese sucio trabajo, no me importan las tradiciones familiares y si es lo único que nos dá de comer, no seré parte de eso, ¿no te das cuenta de lo que sufre mi madre? Estoy seguro que cada día vive con el miedo de que ya no llegues a la casa, de que algo pueda pasarnos a nosotros, yo no quiero esto para mi vida.

—Entonces dime, ¿qué harás? No tenemos dinero para pagarte una universidad, no tenemos nada. —Comentó el señor K al borde del llanto, sabía que todo lo que implicaba trabajar en la sastrería no era sano para su familia, pero en el fondo este era el único sustento de ella, tampoco era fácil librarse del mando de la JSN, una de las mafias más grande de la ciudad, por no decir la más importante, esta logró en un par de años dominar todo el mercado de textiles y electrónicos en Seúl, convirtiéndose en una banda muy respetada por su alto estatus en la sociedad.

—Yo terminaré la secundaria y me iré de acá, estudiaré y buscaré la forma de darle una mejor vida a mi madre, no puedo quedarme de brazos cruzados viendo como sufre y esperando a tener la misma vida que llevaste tú. —Doyoung se paró de su lugar y tomó camino a su habitación, pero antes de salir de la sala se detuvo y apretó fuertemente su puño. —Te quiero papá y estoy muy agradecido por todo lo que me has dado en lo que llevo de vida, pero espero que entiendas que ya es momento de romper este círculo y salir en búsqueda de nuevas oportunidades, yo no voy a permitir que mi futura familia pase por esto.

Dichas esas últimas palabras, Doyoung continuó su camino hasta su habitación, sabía que había tomado una desición muy importante, era consciente de que sus calificaciones en la secundaria no eran las mejores puesto que el tiempo que podía disponer para estudiar, lo pasaba en la tienda ayudando a su padre, pero por su futuro decidió dejar todo eso atrás y enfocarse en él y el binestar de su madre, su pecho se sentía muy pesado en ese momento, se recostó nuevamente sobre su cama y se permitió llorar, "puedo con esto..." fueron sus últimos pensamientos antes de caer en un sueño profundo.

Changes | JaeDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora