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SOLTÉ un quejido mientras refregaba mis ojos con pereza.
— Vamos, levanta. Se supone que hoy tenías clases. — Escuché la voz de mi hermana.
Bufé con molestia antes de levantarme. — Las clases me la chupan.
— Ese vocabulario.
Sonreí con inocencia al observar cómo Joel entraba en el salón, abrochando sus pantalones.
— Hola, abuelo. Ya sabes que no era mi intención. — Musité con suavidad.
Rodó los ojos con diversión antes de acercarse a Ivy y abrazarla por detrás.
Hice una mueca de asco, cubriendo mis ojos ligeramente. — ¡Hay niños delante!
— Cállate y ves a arreglarte.
Obedecí las órdenes de mi hermana y caminé hacia mi mochila, sacando unos vaqueros y una camiseta color morado.
Me vestí con cansancio. Odiaba madrugar, pero sobretodo, odiaba las clases que nos proporcionaban en él área de cuarentena.
Cuando estuve lista, abroché mis botas negras y trencé mi cabello. Después, cepillé mis dientes mientras observaba el viejo baño a mi alrededor.
El departamento no era muy grande, pero en las condiciones en las que vivíamos, era más que suficiente.
Agarré mi mochila púrpura, la cual estaba decorada con pequeños pines. Tess se había encargado de juntar todos ellos cada vez que salía fuera de los asquerosos muros.
Cada uno de ellos tenía un significado. Por ejemplo, tenía uno con una rosa color negro, la cual representaba a Ivy. Junto a él, decoraba otro con una guitarra, representando a Joel. Después estaba Tess, la cual era un arco, pues siempre me enseñaba a usarlo.
También estaba el de papá y mamá...
Saqué aquellos tortuosos pensamientos de mi cabeza y colgué la mochila en mis hombros. Ajusté los cordones de mi botas y acomodé mi chaqueta de mezclilla.
