Capítulo dos - Alba Moore

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Alba Moore

Hoy era el tan esperado día.

Habían pasado todas las demás clases, apenas me concentraba por lo ansiosa que me sentía, solo queda el receso y la última hora para regresar a casa, pero no puedo contenerme, sé que en cuanto suene el timbre iré directo al papel que apenas deben estar pegando.

No dormí en toda la noche pensando en qué iba a ver en una hoja pegada a la pared, en realidad no dormí en todo el fin de semana, pero eso es algo de lo que nadie más se tiene que enterar sin importar que mis ojeras y mi cara de muerta me delaten.

Solo quiero ver mi nombre ahí.

Vuelvo mi cabeza al frente callando mis pensamientos, o al menos pretendiendolo. El profesor de biología es bajito, rollizo y tiene voz chillona, tiene un bigote que parece de puberto aunque debe tener más de cuarenta años. Más que darnos clase nos está contando el chisme de cómo su esposa lo engañó con su primo, aunque nuestra primer clase nos contó una historia completamente distinta de cuando lo engañó con su hermano.

Si esa señora no sale de esa familia, los exámenes se van a basar en la vida de su marido.

Observo el salón porque es lo más entretenido que podría hacer, estoy sentada sola en la esquina final del aula, Jules y Elle estaban un par de filas más lejos de mí, la primera se acercaba de costado hacia su amiga para contarle algo en susurros y la hacía llevarse una mano a la boca para contener la risa.

En la primer fila del salón, justo en la mesa que daba contra la pared en diagonal a mí...

Oh no.

No me había fijado casi nada en la gente con la que compartía curso, pero ¿ése idiota?

Un chico de pelo castaño, ojos del mismo color, piel morena, contextura atlética y una sonrisa tan arrogante que resultaba asquerosa, el cual me había perseguido durante el receso toda la semana preguntándome si podía salir con él, se sentó cómodamente con la espalda en la pared y los pies en la silla de al lado.
Juega con su bolígrafo miestras que me mira como si fuera capaz de morir por él de la misma forma que babeaban las otras chicas en los pasillos.

Cerró fuerte los párpados y abrió completamente la sonrisa como si por fin hubiera conseguido mi atención, frunzo el ceño y repiqueteo mis dedos en la mesa, si quería ponerme nerviosa, lo estaba consiguiendo, aunque no de buena manera.

En cuanto volvió a abrir los ojos, de me da un repaso con la mirada, cuando llega a la mía se lame notoriamente los labios en un intento de que me parezca provocativo.

Le pongo cara de asco como puedo, me siento muy incómoda, me revuelvo en mi asiento sin darle ni una mirada ni de soslayo más.

Antes que el profesor termine de contar dramáticamente cómo lo persiguió un mono en un zoológico por toda la jaula, sin siquiera saber por qué estaba contando eso sonó la campana y mis instintos se encendieron de golpe.

Recojo todas mis cosas de manera fugaz, y las acomodo hechas un desastre en mi mochila. Corro hacia la salida y casi me choco con el idiota de antes, pero justo cuando creí haberlo esquivado unos pasos lejos de la puerta, me agarra de la muñeca intentando ser sutil.

—Oye, bonita, ven, almuerza conmigo.

¿Qué no se plantea pedir aunque sea mi consentimiento?

Quisiera gritarle en la cara, pero nunca fui así, no puedo ser de esa forma, por más que me haga cualquier cosa.

—¿Eh? Disculpa, lo siento eh... ¿Cómo era tu nombre?

—Max —lo pronuncia con altanería, como si fuera impresionante e importante y no el típico nombre de patán de secundaria—, veo que preguntármelo durante toda la semana no es suficiente para recodarlo.

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⏰ Última actualización: Feb 14 ⏰

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