Capítulo 2: Poderes Psíquicos

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La policía llegó al instituto y, uno por uno, nos tomaron declaración.
No sé cómo les fue a mis compañeros, tampoco me interesa, pero, cuando llegó mi turno fue un caos:

Un policía me saludó y preguntó:

—¿Nombre?

—Jorge García Fernández.-respondí-.

—¿Curso?

—2⁰C.

—De acuerdo... Entonces, ¿podrías explicarme que ha sucedido?

—Estábamos en tercera hora, en clase de historia, me sentía muy mareado, por lo que le pedí a la profesora si podía ir a llamar a mis padres, ella accedió, entonces salí de clase, pero, cuando lo hice, escuché un ruido, como si alguien se hubiera caído. Me giré y descubrí que mi profesora estaba en el suelo. Después me dijeron que estaba muerta.

—Pero eso no es lo que tus compañeros han dicho.

—¿A qué se refiere?- pregunté-.

—A que algunos de tus compañeros piensan que tú tuviste algo que ver con el supuesto asesinato de tu profesora.

—¿Yo?, pero ¿por qué?- volví a preguntar-.

—No sé, solo que una compañera tuya, llamada Clara, dijo con palabras explícitas:
"Es él quien le ha hecho algo a la profesora, es un chico muy raro y nunca habla con nadie".

Me quedé muy sorprendido, Clara, la empollona, había dicho que yo era muy raro. Quien mejor para decir eso.
 
Más tarde, la conversación terminó y pude irme de esa salita.

Después de que la policía se fuera nadie quería hablar, ni hacer nada. Pero entonces, llegó la hora de comer.

Mis padres no estaban en casa hoy, por lo que tuve que quedarme al comedor, y diréis: ¿ qué clase de instituto tiene comedor? Pues el mío.

Así que entré en el comedor. No hay un sitio en este instituto que más odie con todo mi ser, un lugar de reunión de adolescentes en el que ríen, hablan, comen...horrible.
Cogí mi comida y me dirigí a la primera mesa que encontré, que casualmente era la de mi clase, 2⁰C.

Nada más sentarme, una voz femenina me sorprendió:

—Tú aquí no pintas nada.

Era Sara, la mejor amiga de Clara.

Debo aclarar un punto que me inquieta lo suficiente como para tener que mencionarlo. Es que en qué momento se le ocurrió a las madres de estas dos niñatas ponerles casi el mismo nombre, no me lo explico.

—¿Qué no has entendido? Fuera.- recalcó Sara-.

Me levanté, pero cuando me estaba alejando algo tocó mi pelo:
Era un trozo masticado de pizza.

Me giré para descubrir que quien me había lanzado el trozo de pizza era Tomás, el chulo de clase.

Mi rabia había aumentado muchísimo por culpa de esto, así que le deseé la muerte a este patético individuo. A lo que todos en la mesa respondieron con un largo "oooooooo". Y a Sara le clavé una intensa mirada. No sé ni cómo ni cuándo, pero ésta se empezó a elevar en el cielo, como si estuviera siendo absorbida por un ovni. Según mi rabia aumentaba, más alto ascendía, todos en el comedor comenzaron a observar la escena que estaba ocurriendo, hasta que mi conciencia se dio cuenta de que Sara estaba flotando y mi cólera se esfumó, haciendo así que Sara cayera desplomada de lo alto del edificio.

Al caer se rompió la pierna y comenzó a llorar y a gritar desesperada. Todos en la sala fueron a ayudarla, mientras que otros trataban de herirme con sus pésimos insultos.

Entonces, decidí irme, en medio de toda esa incertidumbre y caos, nunca me he sentido tan vivo.

Por la tarde, cuando estábamos en casa mi madre y yo, mi padre llegó con cara de preocupación importante. Le pregunté:

—Papá, ¿qué pasa, ocurre algo?

Él me enseñó el periódico donde aparecía en el titular la foto de un niño asesinado de forma macabra, ¡había sido desmembrado!

Al ver esa imagen me dieron ganas de vomitar, pero hondando en la foto pude comprobar que era Tomás. El niño de mi clase.
Se me heló todavía más la sangre, ¿qué estaba ocurriendo? Y lo peor de todo, ¿por qué ocurría todo a mi alrededor? Me sentía como si fuera el punto 0 a todo este tétrico galimatias.

Los sucesos no paraban de ocurrir, esto comenzaba a preocuparme seriamente. Pero, para cerrar este capítulo de la historia debo contar un último hecho que hizo que todo lo que había ocurrido hasta ahora cobrara sentido.

Volvía un día normal del instituto, y, cuando pasaba por el parque de siempre, volví a sentir ese fuerte impulso que había sentido cuando el diablo me ofreció su presencia (suena patético decirlo). Volví a ver esa tenebrosa cabaña, me acerqué y abrí la puerta, en ella se volvía a encontrar esa figura esquelética con largos brazos y piernas. Esta me volvió a saludar:

—Hola de nuevo, Jorge- dijo-.

—Hola- respondí temblando-.

—¿Te gustó la bienvenida?- se rié-.

—¿Qué bienvenida?- pregunté atemorizado-.

—Los sucesos que has tenido es a lo que yo llamo "bienvenida". Es para que te acostumbres a lo que te sucederá a partir de ahora, hechos paranormales, para adentrarte en el lado oscuro del cielo, el lado diabólico y sádico del mundo.

Me quedé paralizado un instante, ¿todo lo que me había ocurrido era por culpa de este repugnante y maléfico ser? No podía creerlo.

El Diablo ha llegadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora