Cerca de la muerte

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2015

Oh no, no quiero despertar, intento volver a dormir pero no puedo. Me quedo un rato con los ojos cerrados hasta que empiezo a sentir la garganta seca, abro los ojos, las luces están apagadas, pero aunque lo estén, ese mismo color enfermo se sigue viendo igual, no soporto estar aquí, rodeada entre estas cuatro limpias, sofocantes y horrorosamente blancas paredes.

Giro y me doy cuenta que la jarra de agua está vacía, en vez de hablarle a una enfermera, decido ir yo sola para no molestarlas, me levanto, tomo un vaso pequeño, camino, al estar del otro lado de la puerta vuelvo a ver ese "8", el mismo número de todos los días, del que jamás podre salir a menos que sea rumbo a la funeraria.

Voy por el pasillo principal, casi no hay movimiento, eso quiere decir que son las 4:00 a.m. aproximadamente, los doctores no me voltean a ver, ya nada es como antes, como cuando me despertaban con un "buenos días" y un desayuno delicioso junto a la cama, ahora ni siquiera se molestan en sonreírme, pero ya me acostumbré, eso nos pasa a todos.

Lleno mi vaso de agua y me regreso a mi habitación, en ese instante se me vienen tantos recuerdos a la mente, por todo lo que eh tenido que pasar y sigo aquí, estoy enfadada de todo, que me utilicen como conejillo de indias, lo único que quiero es descansar en paz, basta de medicamentos, inyecciones, experimentos, no quiero escuchar nuevamente esa frase repugnante "Si hacemos eso seguro te curaras", a mis 54 años de edad es abusar de resistencia, ya dejen descansar a esta pobre vieja que lo único que quiere es esperar tranquila el día de su muerte.

Entro al cuarto, dejo el vaso en el escritorio de la tele para apagarla, me recuesto, le doy un sorbo, tiene un sabor extraño, esto no es agua, entonces me ahogo, empiezo a toser y gemir como loca, pero nadie entra en mi auxilio, es entonces cuando veo la esperanza.

Una vez másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora