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—Èsto de estudiar como que no es lo mío...

—Lo dice el hombre que va por su tercera carrera.

—¡No me juzgues!

—¡No lo estoy haciendo!

—¡Pero te ves como si lo hicieras!

—¡No lo hago, Christopher!

—¡En tu voz se oye que sí, Minho!

—¡Que te digo que no!

—¿Ya dejaron de pelear?

Ambos pelinegros miran al pelimarrón delante de ellos con bolsas llenas de comida en sus manos. Minho casi corre a quitárselas y ponerlas sobre la mesa.

—Claro que sí, princesa —Lee le sonríe a Han y le da un suave besito sobre su frente—. Es sólo Chan, anda de dramático y es su propia culpa!

—¡Te dije que no me juzgues, Lee Minho! —se queja el mayor de los tres—, de todas maneras, a tí te cabe parte de la culpa, tú fuiste el que me convenció de estudiar contigo.

—Tampoco pensé que me harías caso, casi nunca lo haces —Minho alza una ceja de manera acusatoria—, y justamente lo harás ahora. Hazme el favor, Bang.

—A veces me caes mal.

—Fíjate que yo también me caigo mal a veces, es parte del proceso de autovaloración, deberías probarlo.

—¡No me hables así!

—¡Yo te hablo como a mí me da la gana!

Jisung sólo veía como ambos hombres peleaban por tonterías y él sólo se tomaba su batido de fresa con suma tranquilidad desde su silla, balanceando sus pies sin tocar el suelo por lo alta que era.

Pan de cada día, pensaba el menor.

Ver a esos dos pelear y después amarse como un matrimonio viejo, incluso si era él quien estaba en una relación con Minho desde hace más de cinco años.

Cosas extrañas que pasan en ésta rara e ingentilible existencia, pitufifilosofaba su primo Hongjoong al comer helado a las tres de la mañana; éso pensó Jisung.

Que se note que a Jisung se le pegaron algunas rarezas de Minho también.

—Hanji, ¿sigues con nosostros? —Chan le tocó en hombro al menor, haciéndolos dar un saltito—. Te fuiste lejos, ¿estabas disociando?

—Sí, lo siento.

—No debes pedir perdón, cachorro —Chan le acarició tiernamente el cabello al menor—. Sabes que es normal.

—Y que no debes avergonzarte, más bien deberías decirnos qué estabas pensando —Minho miraba a su novio con cariño.

—Sólo pensaba que eran raros —ambos mayores miraron ofendidos falsamente al menor—. Es que pelean por cosas tontas, éso no es normal. Y miren que se los dice el rarito oficial de la universidad.

—Bueno, el cachorro tiene un punto.

—¿Que somos raros o que peleamos por tonterías?

—Ambos.

—No encuentro fallas ante ésa lógica, sinceramente.

—Abran la comida, tengo hambre —se quejó el menor de los tres y los mayores casi volaron ante sus palabras.

Ahí no se sabía quién tenía una relación con quién, Christopher y Minho cuidaban de la misma manera a Jisung. Protegían al chico de mejillas tiernas con sus existencias, era una relación casi simbiótica, uno pensaba y el otro lo hacía.

DostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora