Era una fría noche de tormenta, en un pueblo al norte de Irlanda, cuando Robert, un hombre de 57 años regresaba a su casa después de un duro día de trabajo. Al llegar a casa dejó el coche fuera de la cochera para salir a trabajar al día siguiente.
Justo al entrar en su hogar, se quitó los zapatos encharcados y los dejó encima de una espíe de plataforma, seguidamente subió a su habitación. Olía extraño, el lo notaba, pero no se inmutó demasiado. Allí se quitó la ropa del trabajo y se puso el pijama para bajar a cenar.
Ya en la cocina comenzó a preparar una ensalada de arroz y salchichas, su favorita. Cenó tranquilo en la cocina con el ruido de la furiosa tormenta.