Capítulo 11: Horacio

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Llego y tras saludar a todos los de la casa subo las escaleras tarareando una canción, agarro la ropa para dormir y me voy directo a la ducha. Tras vestirme con mi pijama me tiro en la cama y suspiro, he pasado todo el día en la casa de Volkov para terminar el trabajo de historia, después de lo que pasó con Greco y Gustabo pensamos que era mejor un lugar más privado donde no hubieran espías escondidos.

Miro un poco Instagram y hablo con Gustabo antes de soltar un suspiro y dejar el celular de lado. Me quedo tumbado boca arriba en la cama, mirando al techo, sintiendo una mezcla de sentimientos extraña porque por muy bien qué vaya todo con Volkov y por muy feliz que sea con mi familia unida sé qué no pertenezco aquí, tener a Willy, a Athenea y a Gustabo de vuelta es algo que sólo ocurría en mis sueños, además de que Volkov está claro que siente algo por mí pero, por mucho que intente no pensarlo, este no soy yo, yo soy Horacio Pérez, crecí en la calle y soy el director del FBI, no soy un adolescente hormonal que está conociendo el amor por primera vez, mi tiempo para eso ya pasó.

La vida me está dando una oportunidad de vivir lo que hubiera sido ser un chico normal con una vida normal, sin tener que robar pan para comer ni vender droga para poder comer algo caliente y comprar ropa pero aún así me siento un espectador en todo esto porque sí, Volkov puede que sea mi alma gemela en este mundo, pero no es mi Volkov, no es el comisario de hielo que me enamoró cuando era un alumno, con el que trabajé en el CNI, el que extrañé cuando empecé en el FBI y al que llamé para que viniera cuando Gustabo desapareció y no me quedaba nadie, no es el Volkov que vivió mis pesadillas por las noches ni el que me esperó un año cuando desaparecía, este Volkov no sabe quién es Boris Sokolov, los nfts ni los sukacoins ni tiene idea de lo importante que es el 17 de junio para ambos.

Me pregunto si el Horacio que debería estar viviendo todo lo que yo estoy viviendo en estas semanas está allí, con mi ruso oxidado, conociendo lo especial que es cuando sonríe porque te agita el corazón o lo importante que son los abrazos y los besos en la mejilla, que con otras personas pueden ser tonterías pero con él lo son todo.

Y es que reconozco que aunque este bien aquí y aunque estoy intentando cumplir con mi deseo de estar con Volkov extraño los días de patrullar con Blake, salir de fiesta con los del barrio de los azules y el tener a Volkov a mi lado, al Volkov viejo, adicto al trabajo y a veces tonto, el que realmente me enamoró y me hizo desear que estuviera a mi lado toda la vida, formar una familia juntos y envejecer tomados de la mano, ya sea en una mansión o en una casa medio en ruinas, pero juntos, el comisario de hielo y el alumno de la cresta, siempre juntos.

—¡Horacio a comer! —grita mi madre escaleras abajo y siento como si me echarán un jarrón de agua fría encima ya que me saca de mis pensamientos por completo.

Me siento en la cama como un resorte y suspiro, ni siquiera sé cuánto tiempo he estado en mi mundo pensando en todas las cosas que rondan frecuentemente mi mente pero que intento, por activa y por pasiva, no pensar.

Me levanto y me estiro, salgo de la habitación y voy hasta la cocina donde está toda la familia ya reunida poniendo la mesa.

—Que si, papá, que me voy a tomar en serio el entrenamiento físico —dice mi hermana mientras coloca los platos repartidos para cada uno.

—Cielo, Andrés sólo lo dice para que luego no sea más difícil para ti —dice tiny Charlotte y mi padre asiente.

—Luego tendrás que prepararte a la carrera y tal vez no lo consigas —continúa él.

Me siento en la mesa y miro a mi madre con una sonrisa.

—Andrés, tienes que comerlo, aunque sea un poquito —habla ella con tiny Andrés que suspira.

—Pero..., no me gusta, ya lo sabes —dice muy bajito el tiny mirando a la encimera donde está sentado.

—Hey, hoy has llegado muy contento. —La voz de Otis me sorprende un poco porque no me había dado cuenta de que estaba tan cerca mía, el tiny de mi hermana me mira alzando una ceja, curioso.

—¿Yo? Para nada —respondo aunque usando un tono de broma.

—Ya estás contando qué ha pasado —dice mi hermana sentándose a mi lado y sonrió.

—Bueno pues.... —Cuento lo que ha pasado hoy mientras todos se sientan en la mesa prestándome atención.

Comenzamos a comer mientras hablábamos y mientras mi padre habla veo como pone una mano en la pierna de mi madre y está sonríe, su sonrisa es como la de un ángel y hace que yo sonría también, voy a disfrutar de este tiempo todo lo que pueda, independientemente de que pertenezca aquí o no, si vuelvo por lo menos habré vivido aquello que desee de pequeño, tener una vida normal.


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Siento la desaparición pero no estoy dando a vasto últimamente, me encantaría escribir más y poder actualizar también la otra historia... espero hacerlo pronto

En fin, nos vemos en el siguiente capítulo ✨(っ◔︣◡◔᷅)っc(◕︣◡◕᷅c)✨

Just wanna be yours ~Volkacio Tiny~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora