Capítulo 11

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El coronel miraba el calendario fijamante recordando la última sensación de estar con él cuerpo del avatar, desde que lo probó se hicieron famosas las misiones con este tipo de arma, aunque tiene su contra pasar 2 semanas con el no es nada fácil.

Su otro cuerpo colapsa por no recibir alimento adecuado, pues cuando regresan devora comida como un muerto de hambre con todo respeto, sus descansos ya son algo cortos.

Se levantó con dolor para ir a comer algo dulce pero nada compara con los dulces que daban en la aldea, desearía ir para volver a probarlos, el espejo le reflejo su barba crecida, pasó de largo hasta llegar a su despensa y sacar galletas algo saladas.

Desde que Isacar ahora es como la fuente de energía sean vuelto más fáciles las cosas, ya llevan 2 meses con grandes avances curativos sin mencionar que ahora ya pueden estar más tiempo afuera sin oxígeno algo totalmente raro pero es debido a unas pastillas por parte del científico.

Me ascendieron a un puesto más alto, se puede decir que estoy contento, Said ahora es la mano derecha de su padre en el laboratorio y la general ya me reconoce como su mejor guerrero, puedo decir que tengo todo lo que quería en cuando vine aquí, me dirijo a mi cama a tratar de dormír un rato.

Una de las decisiones más importantes que son para mí, es dejar de pensar tanto en esa deidad, Isacar no lo he visto desde que esos brazos mecánicos l@ llevaron lejos de mi, ni me he dado la tarea para preguntar, mas de una vez pienso en sacarl@ de aquí, y irnos lejos pero sería un suicidio seguro.

Recuerdo su forma de hacerme reír, su descaro para tocarme o besarme sin mi permiso, o su fiel compañía hacia mí, pude volver a sentirme tranquilo con solo estar cerca, lo de respetar mis decisiónes, no me soltaba la mano si no era momento de despedirnos, abrumado de mis pensamientos mire al techo con tristeza para bajar mi mano a mi miembro pero me retracte y me cobije para dejar de imaginar eso.

Hace mucho tiempo que conocí al amor de vida y ahora solo l@ veo por medio de mis recuerdos obscenos, cerré los ojos para dormir pero el sonido de una llamada me levanto con enojo, tome el teléfono.

—¿Quién es?—Pregunté con enojo.

—Perdon por detener tu sagrado sueño, pero te quiero invitar a una charla para...

—No gracias—Corto la llamada para dejar el teléfono a un lado, pero dicho aparato volvió a sonar—Deja de molestar—Lo volvió a atender.

—Te aseguro que te gustara, solo debes venir—Aviso con confianza—Deja de ser tan agrio y ven, le diré a la general que te de ese día libre, será mañana y podrás descansar.

—Déjame pensarlo—Iba a colgar pero el científico lo detuvo.

—Solo ven, por favor—Le rogó decaído, el militar se quejo y accedió, escucho al científico victoriar para colgar la llamada.

Quaritch sólo se volvió a su cama para descansar lo más podía antes de volver a su misión, ya que debía ir con su Avatar a una zona de agua y pues debía otra vez infiltrarse de nuevo.

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Pasando las horas el militar recibió un aviso que de que tendria el día libre para el solo, así que decidió no ir a la charla, fue un buen plan, sonrio con orgullo, se desvistio para descansar como los dioses mandan, hasta que la puerta fue tocada por alguien, con asco se levantó, se coloco rápidamente su pantalón para abrirla y encontrarse con Said en su cuerpo de avatar.

—Déjame en paz—Cerro la puerta, pero él la detuvo abriendola de golpe tomándolo del brazo dicho hombre le dio una fuerte patada en la mano haciéndolo que lo soltara—No creas que te tengo miedo por que estas grande.

La deidad encarnada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora