Capitulo 2

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No puedo creerlo

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No puedo creerlo.

Cuando me dijeron que tendría que compartir la habitación con una chica no me imaginaba que sería ella. Ni siquiera podía creerlo hasta que la vi darse la vuelta en la cama cuando entré al cuarto. Es mucho más hermosa en persona. Si creía que antes era hermosa cuando la veía en las fotos ahora creo que es el doble.

Ahora acostado en la cama usando el celular y disimulando que no la estoy viendo cada que se mueve en su cama, cada que suelta una risa, o murmura algo en lo que adivino es griego. Si antes me quedaba un 0.01% de duda de que fuera ella, se disipo cuando confundido el inglés y el griego. Tuve ganas de reírme cuando su rostro se puso algo rojo, pero en su lugar fruncí el ceño.

La verdad, es que fui un poco cortante con ella, pero, nunca pensé que la vería en persona o hablaría con ella personalmente. Y era eso o lanzarme encima suyo y decirle que he estado flechado con ella desde que mis amigos me enseñaron una foto suya hace unos meses. Eso es un no definitivo.

Estoy viendo el teléfono cuando me habla:

—¿Dónde está el comedor? —pregunta mirándome con esos ojos azules.

Me quedo callado un momento hasta que reacciono.

—Esta en el edificio de al lado. Si quieres te guio —digo.

Ella frunce un poco el ceño. Seguro preguntándose porque primero le contesto cortante y luego me ofrezco a ayudarla. Yo también estaría confundido. Aun así, finalmente asiente con la cabeza. Ambos nos levantamos y nos acercamos a la puerta, antes de abrirla la miro. Me llega hasta el hombro, así que tengo que bajar la cabeza para verla bien. Ella también me mira, y tiene que subir la cabeza para verme. Los ojos azules se le ven aún mejor en persona de lo que se le ven en las fotos. Su cabello castaño enmarca su rostro y le cae por los hombros.

Ambos pareceremos espabilar y salimos de la habitación. Caminamos hasta el ascensor y subimos. Marco la planta baja y las puertas se cierran. En este espacio más reducido, podía percibir un olor a vainilla sutil. Ninguno digo nada hasta que el ascensor paro en la plata baja. Ambos salimos de este y en el vestíbulo no hay tantas personas como acostumbra.

Aquí en la planta baja había una sala común la cual estaba decorado con luces de colores que no están encendidas todo el tiempo, y claro, un pequeño bar.

Ambos salimos del edificio y la guio al edificio de al lado, donde está la cafetería. Ninguno de los dos hemos dicho nada. Entramos la cafetería.

—Gracias, Alexander —dice con una pequeña sonrisa. Mierda, si definitivamente es más linda en persona.

—De nada —digo.

Ella se voltea y parece buscar algo con la mirada. Cuando lo encuentra se gira hacia mi otra vez.

—Bueno, adiós.

—Adiós.

Veo que se va y se siena en una mesa con un chico, su hermano. Bien, creo que, se muchas cosas de ella.

Inmarcesible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora