Capítulo 22

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Cada tono del teléfono era un fuerte latido de su corazón luchando por escuchar la voz de Eva una vez más.

Apenas fue un murmullo lo que escuchó al otro lado cuando descolgó, pero sí que pudo intuir la conversación que mantuvo con Joan.

-¡Hola, cariño! -le saludó con su tono afable-. Sí, soy yo. ¿Cómo sigues? Ahá, sí, claro, es normal.

Tahiel tragó saliva y clavó los dedos en el reposabrazos del sofá.

-No, verás es que te olvidaste unas cosas aquí en la casa. -No sabía si era una excusa o no, pero esperaba que fuese suficiente para que volviese-. Ya... ¿Cómo? ¿La policía?

Joan le echó una mirada a Tahiel, que se movió algo incómodo. Podía saber perfectamente a qué se refería.

-¿Por qué no te vienes entonces? Quizás no deberías volver a tu casa ahora. -Miró a Tahiel y luego le dio la espalda-. Lo sé, cariño, pero yo respondo por él, ¿vale? Es un buen chaval y ahora lo está pasando un poco mal. -Se quedó bastante tiempo en silencio al teléfono hasta que asintió-. Hablaré con él, no te preocupes. Está bien. Sí, te espero mañana. Cuídate, ¿vale?

Cuando colgó la llamada se quedó unos segundos pensativo antes de girarse hacia un Tahiel aún más nervioso, con ansias de saber qué es lo había pasado. Se levantó del sofá solo para acercarse a Joan, mirándole directamente a los ojos.

-¿Viene mañana?

-Sí, vendrá a recoger unas cosas que se había dejado. Se está quedando en un hotel ahora.

-¿Un hotel? -preguntó confuso? -¿No se volvió a casa?

-Me dicho que cuando se fue de aquí pensó en volverse a casa, pero se detuvo a mitad de camino y pidió una habitación de hotel de fuera de la ciudad. No podía volverse a casa, pero tampoco quería irse de aquí.

Una leve sonrisa salió de los labios de Tahiel, aunque ver que Joan no dejaba de estar serio hizo que la borrase enseguida.

-¿Qué ocurre? Eso es bueno, ¿no?

-Por lo visto la policía ha contacto con ella por la desaparición de Sebastian, su ex. Hace unos días que no aparece en el trabajo y pensaron que ella sabría algo, pero les dijo que no, que ella estaba de vacaciones en la playa.

Se le secó la boca y cuando Tahiel se quiso dar cuenta estaba temblando. Recordó a ese hombre, todo lo que pasó.

-¿Dijo... algo de mí?

Joan negó con la cabeza.

-No les ha dicho nada. -Joan vio su cara y se apresuró a hablar-. Pero eso no significa nada, chaval. No necesariamente te tiene que estar protegiendo, simplemente quizás la idea de que un lobo asesinase a su novio es una historia que la policía no se creería.

-Lo sé, lo sé. ¿Tú crees que investigarán aquí?

-No sé bien qué hiciste, pero no tienen por qué investigar aquí ni deberían encontrar nada... A menos de que tus hermanos sigan también con la boca cerrada.

No pensó en ellos hasta ahora, pero Joan tenía toda la razón. Los restos de Sebastian estaban bien enterrados, pero si Mahkah o sus hermanos se dedicaban a husmear por la zona podrían encontrar el cuerpo. Su olfato era mucho mayor que un perro de caza, podrían descubrirlo y jugarle una mala pasada; pero tenía que confiar también en que lo que ellos querían era que él se fuese de allí. Aunque tal vez esa podría ser una forma de obligarle.

-Podrías quedarte aquí hasta mañana, pero le prometí a Eva que no estarías y, además, tendrías que hablar con tu supuesto alfa.

-¿No tengo otra opción?

No quería salir de allí, de la seguridad que Joan y su escopeta le proporcionaban, pero sabía que tenía que enfrentarse a su manada. Miró hacia la puerta y respiró hondo, moviéndose algo incómodo dentro de la ropa.

-Sé que será duro, pero esto es algo que tienes que hacer tú solo, Tahiel. Sigue siendo tu manada aún, hasta que cambies las cosas.

-¿Y cómo voy a cambiarlas? ¿Qué puede hacer Eva en esto?

-Cuando Eva esté a tu lado tu alfa se dará cuenta del vínculo que tienes con ella -le dijo, acercándose hasta él para colocarle una mano en el hombro-. Dejarás de ser su omega, de estar unido a él, y podrás abandonar la manada sin represalias.

-Dudo que no haya represalias, Joan. ¿Y qué pasa si Eva no quiere estar conmigo?

-A eso no la puedes obligar. Solo habla con ella, de forma sincera. Piensa que esto es para que tu manada se largue de aquí, no para estar con Eva, eso solo será decisión suya.

Aquello le dolió más de lo que quisiera. Iba a usar a Eva como un cebo para alejar a su manada de allí, para que no volvieran a perseguirle más. Si demostraba su vínculo de la luna con ella, saldría a la luz el engaño de Mahkah y podría abandonar la manada. Lo que temía era que su alfa se lo tomase bien, que se fuese sin más, pero ahora mismo confiaba en el plan de Joan, sobre todo porque tendría la cabeza más centrada que él ahora mismo.

Fue a la puerta y abrió, dispuesto a irse, aunque dudó unos segundos de si era buena idea salir o no. Miró hacia atrás para ver a Joan y este le asintió, dándole ánimos, cosa que necesitaba.

-Mañana entonces.

-Solo tienes que aguantar esta noche, chico.

Respiró hondo y salió, armándose de valor para encontrarse de nuevo con sus hermanos. Ni siquiera dio tres pasos fuera cuando los encontró en el porche de su casa, esperándole. Se detuvo solo para mirar a su alrededor en busca de Mahkah, pero aún no estaba. Quizás todavía seguía con la traidora en su casa, quizás estaba dentro esperándole y buscando una explicación.

Caminó hasta ellos, pero se detuvo a mitad de camino. Tenía que esperar un día, pasase lo que pasase, así que no le iba a poner las cosas fáciles. Comenzó a quitarse la camisa para tirarla al suelo e hizo lo mismo con el resto de la ropa ante la mirada de confusión de sus hermanos. Retrocedió hasta la orilla y fue entrando espaldas al agua poco a poco, esbozando una sonrisa cada vez más grande.

Ellos pronto desaparecerían de su vida. De una manera o de otra. Quedaba poco para la luna llena, para que el lobo volviese a salir y esta vez no se controlaría. Mahkah quería que volviese a ser un lobo, pero no iba a ver al lobo que conocía.


Cacería bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora