𝒂𝒎𝒂𝒓𝒊𝒍𝒍𝒐, 𝒇𝒆𝒍𝒊𝒄𝒊𝒅𝒂𝒅

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── ¡Senpai es asombroso! Le dije que querías conocerlo, seguro te agradará ──comentó su compañero con una sonrisa, amable.

── Tienes que estar bromeando ──esa fue la respuesta que dió, sin siquiera conocerlo.

── Hey, ¡Oye! Tierra llamando a

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── Hey, ¡Oye! Tierra llamando a... ¿cómo era tu nombre? ──se preguntó para si mismo, ladeando la cabeza──. ¡Na~na! Oye, niño de primero, estoy hablándote ──un mohín apareció en la cara de Gojo, quién recibió un golpe abajo de las costillas.

── Satoru, compórtate. ¿Cómo les fue en el viaje? Pueden quedarse con nosotros, supongo que sabrán la situación ──a lo lejos vió a Riko, también a la muchacha del grupo, sin embargo, devolvió la mirada a Geto; asintiendo levemente. Y bueno, Yu estaba hablando demasiado entusiasmado cómo alto con el albino.

── Viajamos a hacer turismo ──Expresó lleno de frivolidad, Suguro señaló con la mirada al jóven de hebras claras que habló al principio, entonces ese idiota hizo que viajarán para nada.

── Bien. Haibara veo que conoces a Satoru, qué te parece si saludas a las chicas, tu compañero se ve muy entusiasmado de conversar con él.

Yu casi no notó lo que quería decir el azabache, no hasta que volteó a ver a Kento, sólo así corrió al lado de Geto, quién se reía en voz baja, alejándose así de ambos jóvenes.

── Tu egoísmo da asco ──nació en automático mirando de forma retadora al alfa, éste le observó desde arriba con gracia y carisma, moviendo disimuladamente la nariz para olfatear.

Las pestañas blancas se movieron debajo de aquellas gafas de sol, aparentemente sorprendido e incrédulo.

── ¡Omega! ¡Nana es un omega! ──Kento abrió los ojos un poco más de lo habitual, nadie había... nadie sabía... después exhaló, aprovechándose de la estupefacción de Gojo, dándole un certero golpe en el lado derecho del pecho.

── Nanami. La próxima te mataré ── finiquitó, acercándose con los demás, mientras Satoru se revolvía en el suelo con quejas dramáticas, absurdamente infantil.

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La interacción posterior había sido casual, cómica e irritante. Hasta el día dónde Gojo casi perdió la cabeza al encontrarse de nuevo con Geto «omega con quién se enlazó, omega que también le marcó y luego desapareció, dejándolo a la deriva», la marca en el alfa hizo estragos además de las emociones, la fiebre se apoderó del cuerpo de Satoru, entonces fue el único estable anímicamente para ayudarle.

── Su marca se borró... ¿Por qué...? ──esas semanas fueron un caos, escuchar al alfa delirando había sido doloroso, tan doloroso cómo el ardor que habrá sentido aquel cuándo la marca de su omega desapareció, el mismo día que recobró fuerzas.

Nanami lo ayudó a vestirse, a cambiarse, a cuidarle la piel, cubrir las ventanas para evitar que desgaste energía maldita en cuánto pudiese abrir los ojos, mantuvo la limpieza del hogar e hizo las compras, estuvo noches sin dormir, acarició los revoltosos cabellos plateados y sus manos por horas para que dejará de hacer movimientos bruscos en la cama.
Y sólo cuándo Gojo abrió los ojos, lo confirmó; viendo aquellas iris resplandeciendo cómo galaxia en la oscuridad, se enamoró de él, de eso que existía por debajo de su idiotez.

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── Eh, eh, que dices, Nanami. Alfa, Omega, solín solitos, sin pareja, el Philip de mi Victoria. ¡Tendrás el honor de ser el omega del poderoso, increíble, inigualable y espectacular, Satoru Gojo! Sé mi omega, o no podré comer en mi restaurante favorito contigo, y jamás te lo perdonaría, Nanami ──jura que deseaba arrancarle la cabeza con los dientes al verlo sonriente mientras aplaude sus propias tonterías, se derrite de romanticismo «sí, sarcasmo», al menos le regaló una caja de chocolates amargos, si no, ya no podría hablar.

Pasaron dos años, volviéndose cercanos, recibiendo cortejos «especiales» y siendo invadido en espacio, un buen tercio del tiempo.

── Está bien ──se rindió, está enamorado del alfa, ¿Para que seguir luchando? Ya no podía ser solo un capricho o una muestra de agradecimiento.

── ¡Eh! ¡No, no, dímelo bien! ──exigió con un puchero.

── Serás mi alfa, y me llevarás a cenar ──esta vez, usó a favor la estupefacción del susodicho para dar el primer beso.

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Quién diría que esa relación le brindaría en su mayoría alegría pero, no tanta felicidad cómo el enamoramiento que los sacudió en la juventud. Y ahora...

Ahora esa felicidad volvía a cocerse, ahora que está atado a ese egoísta asqueroso.

𝐂𝐎𝐋𝐎𝐑𝐒 ✦ GonanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora