●Capítulo II: Filosofías de mierda
"Nuestras vidas están llenas de todos los géneros. Miedo, esperanza y tristeza".
-Nicolas Roeg.
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Martes 26 de septiembre del 2023.
Ariana
Caminaba por el sendero que llevaba al comedor sin pisar la grama. Lo bueno del día de hoy es que no está lloviendo, pero el clima esta gris como de costumbre. El lugar está más despejado que ayer, así que tomé asiento en una de las mesas de la esquina luego de retirar mi almuerzo; carne con vegetales, arroz, una ensalada de frutas en un pequeño recipiente y una pequeña bolsa con jugo de fresa.
No me apetecía comer sola en el patio. Verónica estaba en una reunión de becados y Arturo la estaba acompañando, Alejandra en un entrenamiento de Lisandro, Levy debe estar por salir de una clase y desde anoche, que mi novio me dejó plantada por un mensaje de texto, no sé nada de él. Me explicó que debía estudiar para un examen y hacer varios trabajos. Quiero creer que está muy ocupado como para levantar el celular y responderme uno de los mensajes que le dejé en la mañana.
Anoche leí el mensaje como diez veces sintiéndome un poco triste, pero lo debí suponer. No es la primera vez que hace eso, ya hace semanas que Alfred cancela una cita de imprevisto. Siempre tiene algo que hacer, y no lo juzgo porque es su futuro y quiere sobresalir en todo, pero no puedo evitar sentirme apartada.
Ya no puede verme dentro del instituto ni fuera, siempre está entrenando o haciendo algo demasiado importante que impide que nos veamos. Cuando me pidió ver la película en mi casa me emocioné mucho, estas últimas semanas hemos pasado poco tiempo juntos.
Me arreglé, me puse un lindo vestido que tardé toda la tarde escogiendo e incluso cociné, teniendo en cuenta que odio hacerlo, pero él decidió avisarme del cambio de planes a las ocho de la noche, una hora después que ya todo estaba listo.
─ ¿Aclarando las ideas? ─ me sobresalté cuando dejó caer su bandeja frente a mi ─. ¿Te gustaría ir a una clase de yoga conmigo? Ya me cansé de ir solo ─ hizo un puchero.
─Algún día, quizás ─ respondo moviendo la carne de un lado a otro con el cubierto.
─Voy a esas clases para conocer chicas y la chica más joven tiene treinta y cinco años ─Levy ladeo la cabeza expresando diversión ─. Estoy considerado tener una sugar mommy, traería beneficios.
─Tienes a tantas chicas detrás de ti, que me cuesta cree tu soltería─ le recuerdo clavando la pajilla en el jugo, haciendo un desastre en mi plato ─. ¡Genial!
─Toma, te comparto de mi almuerzo ─ ofreció colocando su bandeja en medio de la mesa. Aunque su comida se veía muy bien me negué, Levy come más que un camionero ─. Y realmente quien me interesa no está muy disponible que digamos.
─ ¿Tiene novio?
─No precisamente ─ frunzo el ceño sin entender y el prosigue ─. Le gusta alguien más, literalmente puso todos los semáforos en rojo. Como sea, el plan principal ahora es conseguir una sugar.
─ ¿Eres ese tipo de persona que le gustan las chica comprometidas emocionalmente? ─ cuestiono subiendo y bajando mis cejas.
─No, no, no... bueno sí, pero no. ¡Es complicado!
─ ¿Complicado eh?
─ ¡Hola chicos! ─ exclamó la hermana de Alfred en modo de saludo, sobresaltándonos a los dos.
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Mis Razones Para Enamorarme ©
Teen Fiction«Solo quiero despertar y darme cuenta que todo esto solo fue una horrible pesadilla, pero eso nunca sucederá.»