Capitulo 2

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Naruto no es mio sino de Masashi Kishimoto.

Pareja principal: Gaara/Hinata

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Los colores terrosos del atardecer estaban próximos en aparecer en el cielo, ya se atisbaba un suave tono dorado en el que antes fue un inmenso azul. Las voces del pueblo se escuchaban animadas por la pronta festividad que se daría lugar esa noche en la plaza de la aldea, la temporada de cosechas ese año en el campo había sido buena y pensaban celebrarlo toda la noche bebiendo y bailando alrededor del fuego.

Él junto a otros jóvenes del lugar y los algunos hombres fueron los encargados de abastecerse de suficiente leña para la ocasión mientras, los más infantes y las mujeres, decoraban la plaza con flores y arreglos hechos a mano para dar gracias a Freyr* por un grandioso año de bonanza con los que no pasarían carencia durante bastantes meses hasta que llegara el momento de hacer la nueva siembra.

Colgándose la cesta a la espalda y el cinturón de cuero donde portaba su hacha, se dispuso a salir para realizar su cometido ahora que el sol seguía iluminando el cielo. Hubiera ido en la mañana, pero tenía que cuidar del ganado de la familia y no tuvo la oportunidad de recoger madera. No es que tuviera especiales ganas de formar parte de tal celebración de todas maneras, lo suyo era más estar solo cuidando de los animales que poseía la familia y ayudar a su padre con el campo, porque eso de bailar y socializar con los habitantes no se le daba demasiado bien y llegaba incomodarlo.

Sus planes para esa noche hubieran sido quedarse en casa descansando un poco tras el día de trabajo y, por supuesto, dar un paseo nocturno en busca de flores de manzanilla y hojas de menta para las infusiones de su madre por las afueras del bosque. Si iba a acudir esa noche a la velada del pueblo era porque, nunca en su vida, había sido capaz de decirle que no a su madre, menos cuando ésta se lo pedía con un rostro bañado en suplica y preocupación.

Lo quería, lo sabía, era su hijo pequeño y solo deseaba lo mejor para él.

Ya tienes edad de casarte, hijo mio, ve al festejo y conoce alguna buena chica. Eres un muchacho tan bueno que me genera tristeza el que estés solo, harías a una mujer muy feliz – Esas eran las palabras de su madre al verlo cerca de los veinte y sin mostrar signos de querer relacionarse con nadie, temía que la soledad se adueñara de su alma y viviera una vida solitaria y gris.

No era capaz de explicarles que era feliz viviendo así, que las jóvenes del pueblo, por muy hermosas que fueran, no negaba que lo eran, no conseguían captar su atención lo suficiente como para abrirse a si mismo y formar algún tipo de vinculo. No era algo que pareciera ir con su personalidad, por eso se le estaba comenzando a conocer como el solitario del pueblo y no como el tercer hijo de la familia Sabaku.

Su hermana hacía poco más de un año que había contraído matrimonio con el boticario de la aldea y esperaba un hijo, su otro hermano por otro lado, no tenía problemas de ningún tipo para relacionarse con mujeres pues, cada día se lo veía coquetear con una chica diferente del pueblo cuando iba a la plaza a vender sus mercancías. El único de los tres hermanos que mostraba cierto reacio en cuanto a relacionarse se refiere fue él, incluso desde niño tuvo sus problemas porque siempre había tenido una salud muy delicada y no se e permitía salir de casa en caso de que su enfermedad empeorara.

Por supuesto, como pensaran de él o que dijeran a sus espaldas e, inclusive, quien se atreviera a decírselo en la cara, era algo que le había dado igual. No vivía de los pensamientos del pueblo entorno a su personalidad reservada y retraída, vivía de su trabajo y esfuerzo en el campo, todo lo demás no le importaba.

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