9. cicatrices e historias

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Algunos meses pasaron, seis para ser exactos. El otoño teñia de tonos naranja, café y sepia el paisaje. Sanha se encuentra en su cafetería favorita después de dos años sin ir allí.
Mira hacia el parque que se encuentra frente a él con nostalgia, recordando con cariño lo acontecido mucho tiempo atrás, él solía jugar allí de niño junto a su madre, en aquellos días donde se permitía soñar con ser feliz.

_Perdoname San, se me hizo un poco tarde_ comenta Bin quien deja su casco en la pequeña mesa y se sienta frente al muchacho

_Está bien Binnie, no te preocupes. De todos modos me gusta estar aquí... Me trae recuerdos

_Para ser honesto, me sorprendió tu llamada. ¿Estás bien?

_Mmh, no. La verdad no lo estoy... Fuí a visitar la tumba de mis padres y eso removió todo en mi. Siquiera fuí capaz de entrar _respondió

Pese a la calma que sus palabras parecían expresar, Moon puede notar claramente el dejo de tristeza que invade al más joven

_¿Quieres contarme? _pregunta el mayor

_Es... Largo de contar

_Tengo todo el tiempo que necesites, sólo quiero que te sientas bien

Sanha le miró y sonrío agradecido, un suspiro cansado salió de su pecho y se perdió en el frío viento. Moon se acomodó y "robó" una de las pequeñas masas dulces que habían en la mesa, ahora sí estaba listo para lo que sea, San río de eso y prosiguió a contarle.

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Sanha había tenido una infancia muy feliz, o eso fué así hasta aquel fatídico día. Un pequeño Sanhie de sólo diez años vió cómo su hermosa casa se consumía en el imponente infierno, las llamas arrasaban con todo a su paso, destruyendo la propiedad y con ella los sueños, sus recuerdos y lo que fué peor, sus empleados y padres, todos atrapados en la ponderosa mansión a la que el pequeño niño había llamado hogar.

No quedó nada más que cenizas y leña, se llevó tanto que desde ese día el corazón de Sanha se sintió vacío. Las lágrimas no eran suficientes, nunca lo fueron, sin importar cuánto llorara y suplicara al cielo sus padres jamás regresarían, sin importar cuánto dolor sintiera él seguía allí, vivo, amarrado a una vida que ya no quería más, sin sus padres no tenía sentido vivir.

"Sólo queda tu perfume y me tortura
Te recuerdo buscándote entre mi memoria opacada
Recuerdos que ondulan al compás del viento solitario
¿Quién podrá consolarme cuando me siento tan triste como ahora?"
(Memory of Your Scent _ Yang Jeongin vers)

Después de aquella tragedia, Sanha fué a vivir con su abuela, quien le dió refugio, amor, calidez los siguientes cuatro años, entonces la mujer enfermó y fué incapaz de continuar con su tarea. Sanha recuerda con claridad a la anciana llorando triste mientras le explicaba que no podría seguir viviendo con ella, él lo entendió perfectamente, siempre fué muy maduro para su edad, entonces cuando le dijeron que debía preparar sus cosas para mudarse con su tío, lo hizo sin quejarse ni renegar. De haber sabido que aquel día conocería el infierno, jamás lo hubiese hecho.

San era el único heredero de la familia Yoon, pues su padre había sido un hombre bien posicionado y acaudalado. Cuando la desgracia se llevó al hombre y su amada esposa, todo cuanto tuvo pasó a ser de su hijo, aquello era lo que su abuela definía como "un colchón para el futuro de Sanha" lo que el niño no entendía, pero la avaricia de los mayores si.
San se volvió como un premio, el adulto a su cargo tendría acceso a ese dinero, esa fué la única razón por la que su tío Lee Seong decidió tomar su tutela. El pequeño de catorce años creyó que su tío realmente lo amaba y quería cuidarlo, pero Seong sólo amaba el dinero.

Noches de insomnio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora