EXISTENCIA

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JELIEL.



Siempre buscamos la manera de regresar a donde pertenecemos a menos que jamás lo hayamos hecho; yo regrese a ella porque le pertenecía, le pertenecía completamente. Aún a pesar de eso debía mantener la calma pues debía mostrarle los rostros de las verdades con lentitud. Lo cierto era que no había deidad en el más extraordinario elíseo más que yo por tenerla y que estuviera justo aquí, a mi lado, en mi reino... su reino.







—Sería muy cruel pensar en mi paraíso cuando no sé lo qué pasa fuera de aquí —respondió sosteniendo nuestras miradas y eso demostraba quien era.







—Todo fuera de aquí está detenido en el tiempo, las creaciones están bien — tranquilicé— A excepción de la ciudad divina, están perdidos sin su sangre blanca, pero me temo que mi reino exigía tener a su reina.







El control amenazaba con abandonar mi ser; deseaba revelar cada palabra, y confesar que acabaría con galaxias enteras, que incluso moriría si eso fuera siquiera posible, y de no ser así originaria mi muerte todo por poseerla. Humedecí mis labios apartando un poco la distancia.







—¿Por qué estoy aquí? —cuestionó con dulzura, con preocupación, pero sobre todo con curiosidad— ¿Por qué me tienes aquí?.









—Muchas respuestas para pocas preguntas — resoplé disimulando el disgusto— Quisiera decir que porque tú lo has decidido, o quizás por diplomacia, pero lo cierto es que no es así —volví a dirigirme a verla con dramatismo sin ser ostentoso— Quisiera evitar toda la historia e ir directamente a la parte donde... —me detuve.









—¿Dónde que?.









—Debes conocerlo todo. Para que al final elijas y la decisión sea únicamente tuya.









—Puedes darme, devolverme mi vida humana, ¿cierto? —preguntó dejando claro la seriedad.










—Puedo darte lo que pidas, lo que desees. Pondré toda existencia a tus pies si eso es lo que deseas —reconocí ante ella— Te daré tu vida humana si eso es lo que quieres, pero debo advertir que eres la sangre blanca. Quieres respuestas, quieres descubrir y aceptar a donde perteneces en realidad. Para eso debes tener un punto de inicio donde solamente ese seas tú.







—¿Un punto de inicio? —repitió queriendo entender.







—Un reinicio. Para poder tener tu propio ser sin interferencias debes tener un reinicio. Así podrás ver absolutamente todo y podrás elegir y formar tu propia entidad — expliqué con paciencia— Para recuperar tu vida y moldearte a tu manera debes perder todas las vidas que has vivido. Al final serás tú y obtendrás una vida, la que hayas tomado como tuya.








—¿Qué pasa si solo quiero recuperar mi vida humana?.










—De ser de esta manera, te la otorgaría. Al recuperarla lo único que tendrías sería más confusión y tal vez vuelvas a estar frente a mí pidiendo un reinicio —me acerqué a ella sigiloso— Eso te causaría dolor, al obtener partes que te lastiman por su información y falta de ella —dispuse a guiar mi mano a su rostro buscando aprobación, al ver que la recibí toque su mejilla con cuidado— Me temo que yo no podré hacer nada para evitar ese dolor pues ya ha sido causado.











Era verdad, no podía evitar el dolor que el creador de la Luz había originado en ella, pero si podía arder a quien lo había originado y a todo lo que él amaba. Quería evitar el trayecto y enviarla directamente a donde ya era mía, que recordará lo que sentía por mí y yo por ella, lo quería todo, quería que sus miradas me pertenecieran nuevamente, quería su amor, su corazón; crearle un mundo perfecto, una realidad que girara al rededor de su vida. Por qué ella ya tenía todo lo que yo era, tenía mi existencia inclinada ante su ser.









Ella tenía que elegir si eso era lo que deseaba o no, yo no podía quitarle esa decisión, ya que solo le pertenecía a su entidad. Lo me quedaba y lo que haría era estar a su lado hasta el final.








—Quiero pensar, estar sola —pidió— Estaré aquí, no iré a ninguna parte, pero necesito pensar.








—Por supuesto, lo que necesites —puse distancia para brindarle espacio— Está no es una prisión estás aquí para ser libre. Danel se encargará de brindarte lo que ocupes. Puedes explorar el lugar, preguntar acerca de el. Siéntete como en tu casa o mejor aún.









—¿Dónde estarás?, ¿estarás aquí? —me miro esperando una respuesta.








—Estaré cerca.








Espere hasta que salió del equineuterno; cuando lo hizo enseguida fui atender en persona los asuntos de las batallas que se habían provocado por romper el pacto y las nuevas rebeliones de los cielos. Tenía que contener y controlar furias que desatarían la perdición de todo lo conocido en cualquier tipo de vida dentro y bajo de la ciudad divina, el resentimiento y rivalidad de las deidades. Hasta que ella eligiera.

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