En Algun Lugar De Mexico

Capitulo 4: Una jaula sin barrotes

Despues de amarrarme y practicamente quemarme con la friccion de las cuerdas, me cubrieron los ojos con una especie de bolsas de tela, el olor que estas desprendian era penetrante y asqueroso, estaba claro que no eramos los primeros a los que les hacian esto. Pude darme cuenta cuando terminaron de atarnos a todos por que en cuanto terminaron nos subieron a la parte de atras de la camioneta, senti como despues de guiarne a la parte trasera, me hicieron subir los pies a una superficie para despues empujarme al interior de la caja de la camioneta, decidi quedarme recostado donde cai, permanecer en silencio y hacer todo lo que me dijeran.

En cuanto nos subieron a todos, senti como la camioneta comenzo a moverse, todo era negro, sentia el fuerte aire frio causado por la velocidad a la que nos moviamos golpeandome y haciendome temblar ahun mas que antes de que nos subieran, escuchaba la voz de uno de nosotros haciendo ruidos a traves de las mordazas que nos pusieron, solo deseaba gritarle que se cayara o solo empeoraria las cosas para todos. En algun punto del viaje comence a quedarme dormido, no se cuantos minutos fueron pero debido a que mi mejilla izquierda estaba contra el piso comence a sentir algo liquido cubriendome en cada parte que tocaba el suelo, la incomodidad del liquido comenzo a ser cada ves mayor y seguido de eso, mientras mas despierto estaba, mas notaba el olor de ese liquido, ese maldito olor asqueroso, era sangre, lo unico que deseaba es que fuera del cuerpo de Nicolas y no de otro de nosotros.

El largo viaje y el fuerte viento del camino seco casi por completo la sangre en el piso y con ello el olor se volvio mas facil de soportar, en momentos me dormitaba y luego me volvia a despertar, ya no se escuchaba a la persona que emitia ruidos, supongo que como yo, tambien comenzo a pensar un poco mejor las cosas y las consecuencias que podria causar si lo escuchaban, no se cuanto tiempo paso, si una hora o dos, tres horas o cuatro quiza, pero en algun punto del camino la camioneta comenzo a tambalearse de manera muy brusca, supuse que era por que comenzo a adentrarse en terraceria, claramente ya estabamos ahun mas lejos de la ciudad de lo que ya estabamos antes. En cuanto la camioneta se detuvo nos comenzaron a bajar rapido y nos desamarraron los pies para caminar:

Desconocido: Bueno cabroncitos. Espero que hayan disfrutado el viaje, los vamos a poner en fila y a partir de aqui haran todo lo que les diga, y se los pondre facil, el que no quiera obedecer, al dia de mañana no llega, ¿les quedo claro?

(Solo hubo silencio y ruidos de insectos)

Desconocido: ¡¡¡¡pregunte si les quedo claro!!!!

Tal ves no podia ver ni hablar por la mordaza y la bolsa, pero asenti con todas mis fuerzas hacia arriba y hacia abajo emitiendo todos los sonidos que pudiera, escuche como los demás tambien emitian ruidos:

Desconocido: asi me gusta cabrones

Comenzamos a caminar en linea recta uno detras de otro, a mi alrededor solo escuchaba grillos, ademas de como mis pies pisaban hojas y ramas, despues de unos minutos de caminata, nos hicieron detenernos, primero escuche como agitaron unas cadenas que golpeaban algo asi como una puerta, seguro quitando un candado o algo parecido, despues uno de los hombres me quito la bolsa de la cabeza y la mordaza de la boca, en cuanto me la quitaron solo vi la oscuridad de la noche y una especie de cuarto con un interior oscuro y sucio, me limite a ver unicamente hacia abajo hasta que el hombre que me quito la bolsa me lanzo ahun atado de las manos al interior de ese cuarto, cerro la puerta y escuche como volvian a poner el candado y las cadenas en ella, desde afuera escuchamos la voz del hombre de antes:

Desconocido: No quiero gritos ni golpes, cualquier ruido fuerte que hagan sera el ultimo.

En cuanto mis ojos se adaptaron a la poca luz que venia de las ventanas casi completamente cubiertas por tablas de madera, pude ver que estabamos yo, Rodrigo y Mario: