¿podemos vernos?

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De pronto se hizo la luz al abrir mis ojos y mi corazón latía a tope, poco más rápido y se saldría de mi pecho. El brillo era tenue, pero mejor que nada.

Aún así, todo lo que podía ver eran las cuatro paredes, techo, piso y foco que apenas estaba encendido. Lo último que recordaba era haberme encontrado con una hermosa chica con la que había quedado por redes en conocernos en un parque. Llevábamos meses hablándonos, ¿Qué era lo que peor que podía pasar?

La boca la sentía seca y mi estómago, de no ser por el nudo de mi garganta, estoy seguro de que se escucharía cómo el rugir de leones por el hambre que debía tener, ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente...? Mi primer movimiento fue levantarme, el cuerpo me dolía por haber estado sobre el suelo frío y duro. Una vez de pie, caminé hasta topar con una pared, comencé a tocarla como su fuera a presionar un botón y se fuera a abrir mágicamente, la desesperación se podía apreciar en mis movimientos insistentes sobre la superficie.

Concreto sólido, ¿Cómo había entrado? Ni siquiera había puerta. El miedo recorría mi cuerpo como una serpiente que constriccionaba  cada parte de mi cuerpo, segundo tras segundo era más difícil moverme. De un momento a otro, las lágrimas comenzaron a cubrir mi rostro y en respuesta me desplomé sobre el suelo, abrazando mis piernas.

La cita había ido bien, ella se veía radiante con un vestido floreado, ¿Rosas azules? No sé mucho de flores, pero eso parecían y resaltaban sobre su fondo blanco. Cabello castaño claro, parecía miel con los rayos del sol y sus labios... Eran la combinación perfecta al remarcar su ligero maquillaje con un tono rojo. La chica parecía sacada de un libro o una revista...

Cuando logré tranquilizar un poco el miedo, intenté pensar, ¿El oxígeno se acabaría? ¿Hay forma de salir? Miré nuevamente a mi alrededor buscando pistas de como llegué, tal vez podría encontrar como salir. Derepente al acercarme a una esquina de la pared, la luz falló... No se podía ver absolutamente nada, mis latidos martilleaban mi cabeza, el dolor en la misma era intenso. Podía sentirme temblar, pese a que la temperatura no era precisamente fresca y contrastaba con el sudor de las palmas de mis manos.

De un momento a otro, salí despedido hacia la pared opuesta en la que me encontraban, mis sollozos se mezclaban con los quejidos... Por dios, hace un segundo estaba solo, ¿Cómo llegó eso aquí? Limpié mis ojos para aclarar una vista que igual no servía por la falta de luz, los rasguños en el concreto se hacían escuchar y sus gruñidos se oían venir desde lo profundo de su garganta, la habitación no era pequeña, por lo que pude escuchar como rasgaba el suelo y se acercaba a mí.

Su piel era suave, pude sentirla cuando tomó mis manos. La sonrisa que llevaba, era amplia. La conversación no faltaba y los silencios no eran incómodos. El día parecía acabar con un beso después de tomar un helado, cuando ella propuso ir a un hotel de aquí cerca y la idea no me pareció mala. No era un inexperto en ese tema y al ser ella quien lo propuso, no me negaría, ¿Quién no quisiera estar con alguien así?

El foco de la habitación comenzaba a parpadear, con cada flechazo de luz pude apreciar sus formas... Era una bestia no mayor a 1 metro, parecía un pitbull o algo así, pero no era de este mundo. Sus dientes... Parecían de tiburón y sus garras las de una arpía, el pelaje negro como la noche y sus orejas echadas para atrás. Era mi fin, me encontraba más acorralado que un conejo. Todo lo que pasa a por mi mente era mi familia, mis amigos, lo poco que había logrado al terminar la universidad. Apenas comenzaba a vivir...

Al llegar a la habitación, pude ver las cortinas color vino que pintaban la luz del sol, la cama de colchas blancas y almohadas que combinaban con las cortinas, el suelo era de madera y la regadera tenía vidrios transparentes, de solo imaginarla a ella en esa ducha... Mis pensamientos fueron interrumpidos por su mano que me guiaba a la cama, era cierto que quería llegar a eso, pero no tan así. Ella desabrochó su vestido y este cayó de una al suelo, dejándome ver qué no llevaba más que unas bragas puestas.

La bestia llegó hasta mí y quiso morder mi abdomen, lo cual intenté detener con mi brazo, resultando en este último atrapado por sus fauces. La sangre empezaba a caer a borbotones y el dolor disparó la adrenalina, de una patada intenté quitarlo y no fue suficiente, por lo que repetí ese movimiento, mi carne colgaba de mi brazo y estoy seguro de que una parte se había ido dentro de ese animal. Comencé a implorar por mi vida a quien fuera que me escuchara, de un momento a otro una voz se escuchó y el perro ya no estaba...

Comencé a besarla, ella tiró de mí para caer sobre la cama y se colocó encima de mi cadera, con una pierna a cada lado, retomó el beso y con sus manos recorrió mi dorso, sus labios se fueron hacia mi cuello. Mis ojos se abrieron de golpe un dolor punzante en mi costado. Ella se apartó de mis labios; me vió con esa sonrisa dulce y angelical, mientras todo se volvía borroso y oscuro. Oscuridad... La misma que me había recibido en aquel lugar infernal.

Ella era la dueña de la voz que se escuchaba... mi corazón sentí que se detuvo en ese momento, sentí la traición y recordé lo que había pasado en aquel hotel.

–Cariño, ¿Porqué no lo tocas como me tocaste a mí? Debo admitir que tardaste mucho en suplicar.

Dijo ella sin reparo, su voz sonaba seductora, pero ya no causaba ningún efecto positivo. Aún así mi vida dependía de que ella me sacase de aquel lugar.

–Detén esto, por favor. No le diré a nadie lo que sucedió, puedo decir que no recuerdo nada, que no te conozco... Ayúdame...

Mi tono era suplicante y desesperado, estaba arrodillado sosteniendo mi brazo sangrante. Las lágrimas se habían detenido hacía mucho tiempo, estaba seguro de que era por la falta de agua.

–Oh, querido... Esto acabará, ya pronto acabará...

Su tono sonaba triste, aunque sabía que era fingido. El foco se apagó una vez más, silencio absoluto. Dos segundos después se encendió y el perro estaba ahí, de aventó encima mío y comenzó a morder y desgarrar cada parte de mí, mientras seguía con vida. Nuevamente desapareció y ella estaba aquí, viendo como me ahogaba con mi propia sangre. Estaba acuchillada, ya no sentía nada. Ella hablaba, pero yo no escuchaba.

–Cuando te dije que pararas con las llamadas insistentes y los mensajes diarios, no lo hiciste. Cuando me acosaste con números diferentes cada que te dije no y te bloqueé, no te detuviste. Acepté la cita solo para hablar contigo en persona, aunque sabía que no te detendrías y decidí seguirte el juego.

Dejaría mi postura acuchillada y vería mis anotaciones sobre la exhaustiva investigación realizada en su nombre.

–Por desgracia lograste arrancar la vida de tres jóvenes que no supieron detenerte, pero... Te topaste con la persona equivocada.

Diría más que nada, al aire, puesto que no medí bien el tiempo que le quedaba y el joven había muerto antes de que terminara de hablar.

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NOTA DEL AUTOR:Hola a todos espero les gustará la historia de hoy, esta fue escrita por una muy buena amiga mía, calizadeams, por lo que le estoy agradecido de dejarme subir su historia.

Espero tengan un buen dia.

los cuentos descartados de un escritor indecisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora