Capítulo 25

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ENTRO EN LA OFICINA DE JISUNG como un soldado de asalto desembarcando en Normandía. Él está en su escritorio escribiendo rápidamente en una plataforma legal amarilla.

—He vuelto. ¿Me extrañaste?

No levanta la mirada. —Desesperadamente.

El sarcasmo es la defensa más antigua en el libro. Le sigo el juego. —Sabía que te estaba agotando. ¿Qué me puso en la cima? ¿La Hermana B?

Jisung empuja detrás de su escritorio y cruza las piernas. Está utilizando unos zapatos nuevos. No me di cuenta antes. Unos Valentino negros con un malvado tacón. ¡Por Dios! Son la mezcla perfecta de travieso y simpático. Dulzura y sexo. Y mi pobre y desatendida polla convulsiona mientras me imagino todos las fantásticas —y semi-ilegales— cosas que podría hacer con él en esos zapatos.

Nunca he tenido un fetiche, pero estoy pensando en empezar uno.

La voz de me arrastra lejos de mis pensamientos impuros. —No. Fue la visita de tu hermana, en realidad. La sutileza no funciona en tu familia ¿verdad?

Uh oh. Tenía miedo de esto.

—YuJin tiene profundamente arraigados problemas psicológicos. Es inestable. No deberías escuchar lo que dice. Nadie en mi familia lo hace.

—Parecía completamente lúcida cuando estuvo aquí.

Me encojo de hombros. —Las enfermedades mentales son algo delicado.

Sus ojos me escudriñaron indecisa. —No estás hablando en serio ¿verdad?

Mierda. Sin mentir.

—Técnicamente, nunca ha sido diagnosticada. Pero sus ideas sobre la justicia y la venganza son certificables. Imagina a Felix... con más experiencia para perfeccionar su técnica durante una década.

La cara de Jisung se afloja con entendimiento. —Oh.

Sí—Bienvenida a mi mundo, cariño.

—Me trajo café— dice Jisung. —¿Debo beberlo?

Ambos miramos sospechosamente la taza de Starbucks en su escritorio.

Cuando tenía trece años, subaste un par de bragas de YuJin en el vestuario de los chicos. Unas sucias. Cuando se enteró a través de los rumores de las otras hermanas mayores, lo jugo bien, sin darme una idea de que lo sabía. Y entonces llenos mis Coco Pebbles con laxantes con sabor a chocolate. No salí del baño por tres días.

Ahora, sé que ella no tiene ese tipo de rencor contra Jisung, pero aun así...

—No lo haría.

Asiente con la cabeza rígidamente y desliza la taza lejos de él.

—¿Qué piensas de Chaeryeong? De verdad quería estar aquí cuando la conocieras.

Su sonrisa es cálida y genuina. —Creo que es increíble.

—Estoy seguro de que estarás encantada de escuchar que usó su calculadora en mí cuando me topé con ellas abajo.

Su sonrisa se ensancha. —Eso es genial.

Niego con la cabeza, y Jisung dice: —Ahora veo por qué YuJin comenzó el tarro de las malas palabras, puesto que parece que pasas tanto tiempo con Chaeryeong.

—¿Qué quieres decir?

Se encoge de hombros. —Habla como tú. No todos los días escuchas a una niña de cuatro años decir que el príncipe azul es un imbécil que sólo retiene a Cenicienta.

Esa es mi chica.

—Maldecir es bueno para el alma.

Jisung reprime una sonrisa. Y se ve tan tentador no puedo evitar inclinarme sobre su silla, atrapándolo con mis brazos. La pequeña charla se acabó. Es hora de volver a los negocios.

Enredados de amor - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora