Capítulo 24

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DESPUÉS DE QUE FELIX SE VA, recojo mi maletín y me dirijo a la puerta. A mi encuentro con el skywriter. Todavía tengo que averiguar cómo conseguir que

Jisung vaya al techo. Hablando de Jisung...

¿Quieres pasar por su oficina por el camino? ¿Ver cómo la buena Hermana y él se llevan?

La puerta está abierta. Apoyo las manos en el marco y me inclinó. ¿Puedes verlo a través de los globos? Sentado en su escritorio, con las manos dobladas en la parte de arriba, una sonrisa pegada a la cara mientras asiente obedientemente a lo que está diciendo la hermana Beatrice.

—Señorito y hermana. ¿Cómo están pasando esta tarde?

Jisung se vuelve hacia mí. Y su voz es tirante. —Minho. Ahí estás. Estaba pensando en ti. —por la forma en que sus manos de aprietan juntas, parece que estaba pensando en estrangularme—. Mientras la hermana Beatrice aquí me contaba la fascinante historia de las casas de cristal. Y cómo aquellos de nosotros que vivimos en ellas no debemos tirar piedras.

El sigue sonriendo. Pero sus ojos dicen otra cosa totalmente.

Es un poco espeluznante.

¿Viste en Masacre en Texas cuando el viejo sonríe justo antes de rajar la garganta de la chica? Sí, es algo como eso.

La Hermana Beatrice mira el techo—. Somos todos imperfectos a los ojos del Señor. Jisung, ¿puedo usar tu baño, querido? La naturaleza está llamando.

—Por supuesto, hermana. — Se levantan, y Jisung abre la puerta del baño contiguo.

Y en cuanto la puerta se cierra, el sonriente Jisung dice adiós. Y el rabioso Jisung toma su lugar. El marcha hacia mí.

Y los globos corren por sus vidas.

—Voy a preguntar esto una vez, y si me mientes, te juro que voy a dejar que Felix te envenene.

—De acuerdo.

—¿Es una verdadera monja? O ¿Alguna actriz que contrataste?

Me río. No pensé eso. —No, ella es real.

Jisung no está complacido. —¡Dios, Minho! ¿Una monja? ¿Una maldita monja? . Eso es bajo. Incluso para ti.

—Creo que ahora es técnicamente una madre superiora.

Me inclino más hacia Jisung porque... bueno, simplemente porque puedo... y el olor de su loción me golpea. Duro. Resisto las ganas de poner mi nariz contra su piel y aspirar como un adicto a la cocaína.

—¿Hay algún nivel en el que no bajaras con tal de conseguir lo que quieres?

Nop. Lo siento. Ni uno. No me importa ponerme bajo y sucio.

En realidad, lo prefiero así.

—En tiempos desesperados...Tenia que llamar a las armas.

—¿Quieres ver las armas? Tan pronto como la Novicia Rebelde salga de mi oficina, ¡te voy a mostrar las armas! No puedo creer....

Dios, es hermoso. Es decir, míralo. Es como un volcán que va a estallar, ardiente, feroz e impresionante. Si no encuentra una manera de verse feo, voy a pasar un montón de tiempo haciéndolo enojar.

Lo cuál no sería tan malo al final. Sexo enojado es impresionante.

Corto la diatriba de Jisung. —Tan excitante como ha sido esta conversación, y créeme lo es, tengo que llegar a una reunión.

Antes de irme, señalo hacia su cuello desnudo. —Oye, ¿por qué no usas tu collar?

Cruza los brazos y sonríe con orgullo. —Lo doné a la Hermana Beatrice.

Enredados de amor - MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora