diez

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Los días en casa de la familia Jeon no habían sido los mejores, tal y como siempre HyeRin no había podido estar demasiado tiempo allí, y las veces que intentaba comunicarse con su hija nunca daban algún fruto. JungKook también lo intentaba, pero tampoco obtenía demasiado. 

Todo se había resuelto de la peor manera, MiSuk había sido expulsada de la institución. No podía volver a estudiar en aquel lugar y por supuesto había perdido este año escolar. La madre es la que parecía más preocupada en esta situación, pero JungKook creía firmemente que a lo mejor esto era algo que tenía que pasar. 

No quería ser él quien diagnosticase algo sin tener estudios para ello, pero no hacía falta demasiado para darse cuenta que MiSuk llevaba años arrastrando una depresión. Para nadie era favorable pasar tantas horas el día en un lugar en el que todo el mundo parecía despreciarte y no tenían miramiento en hacértelo saber. 

JungKook quería confiar en que este parón podría ayudar a su familiar a sentirse mejor... el problema estaba en que MiSuk parecía más ausente que nunca antes. JungKook juraba que llevaba ya tres días sin verla salir de su habitación. Hoy era sábado de media mañana, y en serio todo estaba tan patas arriba que el chico había tenido que cancelar la cita con TaeHyung del viernes; porque una parte de él estaba aterrorizada de dejar a la chica sola en casa. 

Hoy quería poder ver al castaño, le había prometido hacía dos semanas atrás ir a patinar junto a su sobrina. Aquel plan familiar era algo que verdaderamente el azabache necesitaba. Necesitaba de esa paz que solo el de piel canela era capaz de darle. 

Pero para eso tenía que asegurarse que MiSuk estaba medianamente estable. 

El joven dio dos suaves toques en la puerta de su hermana. -- Hey, MiSuk, voy a preparar el almuerzo ¿Te apetece cocinar conmigo? -- 

Esperó alguna respuesta durante unos segundos, pero ningún ruido se escuchaba al otro lado de la puerta, cosa que le inquietó. "Tranquilo, debe de estar durmiendo." Pensó en busca de un ápice de serenidad. Quiso abrir la puerta girando el pomo, pero estaba el seguro puesto; cosa que claramente le indicaba que MiSuk no estaba durmiendo, sino que se había encerrado. 

El corazón comenzó a bombearle con fuerza y desesperación, le aterraba tanto lo que MiSuk fuera capaz de hacer; porque JungKook sabía perfectamente qué tantas cosas esa chica haría llevada por su impulsividad y pensamientos intrusivos. 

Movía desesperado el pomo como si esto fuera a hacer que el seguro pudiera quitarse. -- ¡MiSuk, abre! ¡En serio abre, no voy a regañarte ni se lo diré a mamá! ¡Abre, por favor! -- Gritó dando golpes a la puerta. 

Y bueno, por primera vez dio gracias a vivir en una casa en la que la calidad de las cosas no fuera la mejor y dejase demasiado que desear, Jeon dio una patada pudiendo desencajar el pomo; o en otras palabras romper la puerta. Con un último empujón fue capaz de abrirse paso, el alma casi escapándosele por la boca cuando vio a su hermana sentada en el quicio de la ventana. 

-- ¿¡Qué haces ahí?! Bájate, bájate ahora mismo. -- JungKook tomó con fuerza el brazo de la azabache, quien miró directamente hacia las manos temblorosas de su hermano mayor. 

Llevaba tantos días sin sentir nada, tantos días vagando entre ideas que podrían asustar a cualquiera que entrase en su cabeza, tantos días sin dormir... que el sentir la fuerza ejercida en su brazo le hizo darse cuenta de que por desgracia seguía allí viva. 

-- Solo estaba mirando la calle... -- Murmuró, aún sin moverse, alzando su mirada para chocar con la de su hermano ¿JungKook estaba a punto de llorar? No recordaba cuánto hacía que no le veía con lágrimas en sus ojos. -- ¿Gguk? -- Llamó, sintiendo como las manos que la sujetaban temblaban aún más y ejercían más fuerza. 

¡TaeHyung-nim, míreme! - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora