capítulo 5

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Aether, agobiado, había perdido la fuerza para respirar, no sabía como desenredar el nudo de su garganta y mientras más pensaba en este, más ajustaba el nudo, entrando en un problema sin fin. No lograba parar los jadeos que constantemente interrumpían el pacífico silencio del ambiente al escaparse de la ahogada garganta de Aether, quien era aturdido y abrumado por un dolor de cabeza intenso que lograba molestarlo al punto de que lagrimas amenazaran con salir de sus ojos. No quería, no podía hacerlo, pero el grito interno rozó su garganta amenazando con ser este el próximo en salir de su boca, y no un simple jadeo lleno de angustia. Dicho y hecho, el ambiente fue perturbado por un grito aturdidor acompañado de lagrimas y sollozos  que lograban desgarrar la garganta del rubio cada vez que se escapaban de sus labios. La cara de Aether no demostraba tranquilidad, su ceño fruncido y sus ojos cerrados, hinchados y acompañados de notables y oscuras ojeras y de lagrimas continuas que se negaban a dejar de fluir por la cara de Aether. El rubio necesitaba un respiro, debía salir de ahí  porque sentiría que las cuatro paredes del baño lo atraparían y no lo dejarían salir hasta matarlo, se sentía abrumado y necesitaba aire fresco. 

Ya afuera del edificio, logró sentir como el frío penetraba  sus huesos gracias al poco abrigo que este llevaba puesto, no se dio el lujo de ponerse una chaqueta gracias al apuro que traía, el sentimiento de abrumación se fortalecía con el paso del tiempo y debía salir de ahí lo antes posible antes de ahogarse en sus pensamientos. El aire golpeó su cara antes de que un suspiro se haya escapado de su boca formando un vaho con una distorsionada forma que se desvanecía con el pasar de los segundos, observo como el vaho desaparecía y volvió a suspirar formando otro vaho, pero ahora este era más tenue y fue tan débil que no tomo tanto tiempo en hacerse desaparecer, observo a la nada misma mientras comparaba la calidad de su vida, su vida en  si, con un vaho, su vida se había desvanecido hace años, cuando su madre lo llevó al psicólogo buscando una respuesta de lo que le pasaba, una respuesta que el tenia, pero se negaba a dársela y compartir sus secretos más oscuros, se sentía culpable por esto, era su madre y, al que debía ignorar, al que debía odiar, era a su padre, el hombre que nunca estuvo presente si de sentimientos se trataba, el hombre que parecía hablarle como si fuera un desconocido con el cual había iniciado una pelea, su vida se había desvanecido cuando el doctor le dio un diagnostico a su madre, confirmando que era lo que tenia, le había tomado eternas sesiones para entrar en confianza con el y convencerse de que su madre no se enteraría de lo que se escuchaba entre esas 4 paredes, le había costado confiar en un extraño al cual le pagaba por escucharlo, pero al final sintió comodidad, bajó la guardia, y entonces el atacó, en un lapso de minutos su confianza había sido destruida, las palabras que salían de la boca del doctor no pudieron ser excusadas ni calladas, gritos podrían escucharse kilómetros lejos de esa habitación, llantos, ese día, El doctor le había dado un diagnostico a su madre confirmando que este sufría de anorexia. Su madre, desconsolada lloraba mientras miraba a Aether buscando una respuesta, tratando de convencerse de que era mentira, y aún sin una respuesta, pareció tan convencida de este ideal que no le tomo importancia al problema si no hasta que Aether había llorado gracias a que su ensalada llevaba aceite, en ese momento reaccionó y entendió que debía prestarle atención al problema y que  no podía dejar a Aether en las manos de un inocente chico, en las manos de Xiao, el cual era simplemente su amigo inmaduro que también sufría. 

Aether volvió a la realidad luego de escuchar unas risas a lo lejos, eran dos chicas vestidas de blanco que caminaban borrachas por las oscuras calles. El rubio no pudo evitar clavar su mirada en ellas y en la sonrisa de la que parecía ser mayor, entonces recordó que hace mucho no escuchaba la risa de Xiao, hace mucho no reía con él, recordó la sonrisa de Xiao y no pudo evitar sonreír, daría lo que fuera por volver a escuchar esa risa, su voz que era mucho más aguda cuando se divertía, y las miradas compartidas  que parecían ser eternas aunque solo durasen segundos.

Sucesos Distorsionados ||xiaother||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora