Capítulo dos

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La noche había caído, los chicos se encontraban junto a una gran fogata.

Comían, reían, hablaban, peleaban.

Hedy estaba con los constructores viendo como peleaba el encargado de ellos.

— ¿Quién gana? — le pregunto Mike.

— Shank, deja esas cosas. Es obvio que ganará Gally — le contesto con simpleza.

— Hablo de mi y de él.

Ella lo vio con sus cejas alzadas.

— ¿Pelearas con él? — el chico asintió — Suerte.

Mike gruñó y eso la hizo reír.

Su risa escandalosa fue suficiente para que los corredores voltearan a verla.

Minho más que nada la extrañaba. Había cometido el error de no haber confiado en que ella podría estar bien si volvía al laberinto, pero su miedo de que ella una vez más estuviera entre sus brazos con una picadura de penitente, fue más fuerte que su confianza en ella.

En cambio de Ben, que ahora eran amigos y era el único con el que aún hablaba de los corredores.

El chico la vio reírse y se acercó a ella con un plato de comida:

— Ten, come — dijo, dándole el plato.

Ella al verlo le sonrió con ternura y lo tomo.

— Eh, Shank, es tu turno — grito Mike a Wyck.

— Ahh, no. Yo aquí estoy bien — le respondió, dando un paso atrás.

Wyck era un chico castaño, ojos verdes y piel morena clara, era simplemente hermoso, y el lo sabía.

Y no hablo de que sabía la belleza que tenía, si no que el la utilizaba para todo tipo de cosas.

Los clarianos aún recuerdan aquella noche en la que Wyck junto con Ben, fueron vistos en el bosque muy juntos.

Wyck después le contó a Hedy que solo estaba consiguiendo una prueba para ser corredor y para ello tuvo que usar sus encantos.

Ben río al verlo acobardarse y grito entre el bullicio.

— Ahora se porque no te eligieron para corredor.

El moreno claro, vio al rubio.

— No me eligieron porque tome la prueba por un miertero.

— Uhh — dijo Hedy, con comida en su boca y llamado la atención de ambos.

La ignoraron y se volvieron a ver.

— No — demandó Ben.

Wyck sonrió.

— Yo no dije nada.

— Recuerdo esa mirada. No.

— ¿Me recuerdas? — se acercó peligrosamente a Ben.

— No, la mirada la recuerdo.

— ¿Me recuerdas? — está vez fue más suave y su mirada más adorable.

— Si — susurró, asintiendo

Hedy supuso que esos dos se irían a la finca muy temprano, y así fue, pues no tardaron ni dos minutos en dejar a Hedy sola.

— ¿Podemos hablar?

Alguien a sus espaldas la tomo del hombro. Instintivamente se volteo y se encontró al asiático.

— Lo siento.. estoy comiendo.

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