Capítulo cinco

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El lugar blanco y frío, causo miedo en el cuerpo de la niña. Tenía miedo de lo que pasaría dentro del cuarto.

— Hedy

El escenario cambio enseguida. Ahora estaba en una habitación más larga y oscura. Frente a ella había un niño asiático quién tenía una sonrisa en sus rostro

— ¿Continúas?

Su voz egocéntrica le causo un odio dentro de ella, rodando los ojos se levantó del piso y se puso en defensa.

— Lo siento — se disculpo, causando un fruncimiento de ceño al niño

— ¿Por?

— Esto — murmuró

Se acercó a él y comenzó a dar golpes directo a su rostro. El niño se defendía cómo podía, pero los movimientos de la niña eran rápidos.

En uno de esos golpes, logro darle en la mandíbula. El niño se tambaleó y ella lo tomo como ventaja y lo golpeó dos veces en el pecho para después tomarlo de un brazo y girarlo para atrás, dio un último golpe en la espalda y el asiático cayó al piso.

— Muy bien, Hedy —

Esa voz la reconocía muy bien.

Tersa y firme. Con tranquilidad en cada palabra que soltaba.

Dio media vuelta y miro a la mujer con bata blanca que hacía resaltar el color rojo de su cabello.

— ¡Hedy!

Un grito lejano y distorsionado no logro despertarla

El escenario nuevamente cambio. Estaba dentro de un pequeño cuarto sentada frente a una mesa con un par de juguetes en ella.

— Deberás hacerlo más rápido, si quieres salir de aquí

Ella asintió y espero a que la mujer pelinegra le dijera cuando empezar.

» Ahora

Sus manos subieron a la mesa y comenzó a tomar piezas y colocarlas dónde debían ir.

El tica tac que salía de un reloj en la pared la frustraba. Le hacía pensar que había pasado tanto tiempo y que ya no la dejarían salir de ese lugar.

Sus manos picaron un botón rojo frente a ella y grito.

— Ya

Alejó las manos de la mesa y vio con cautela a la mujer.

— Buen tiempo

La sonrisa de ella se expandió por su rostro, causando una leve sonrisa en la niña.

— Pero no tan bueno como el de Ter..

La voz se distorsiono en un segundo.

— C.R.U.E.L. es bueno

De nuevo ese acrónimo

— Cuídate

La voz suave y frágil de la persona, le hacía sentir mal. Ni siquiera conocía a aquella persona, y sabía que ya la había decepcionado.

— ¡Aléjate! — la voz de ella aumento, cuando lo vio al frente

— Hedy

— No me llamo Hedy

— Así te llamas

— Quiero a mami — el susurro persuasivo de Hedy, causaron un dolor en el pecho a la mujer y al hombre

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