Notes:
Este episodio contiene referencias a traumas referente a la violación. Leer con cierto cuidado a no romantizar el acto.
Era una noche solitaria y oscura, gobernaba el silencio en aquel ambiente húmedo y sin vida.
Dentro de una cueva permanecía el mismo ambiente frío, pero hostil debido a presencias que podrían pasar desapercibidas.
La montaña no era visitada, así que aquel lugar era perfecto para creaturas que deseaban aislarse.
Estas, en específico solamente tenían contacto con los humanos para comer, no le encontraban algún otro uso por su repudio a la humanidad.
Vladimir, el padre de Drácula utilizaba el lugar como refugio para vivir, alimentarse y existir simplemente desde ya hace bastantes siglos, él ya no vivía, solo sobrevivia.
Sus únicos compañeros y cómplices eran criaturas parecidas a murciélagos gigantes.
Desde la muerte de su esposa, el odio que sentía hacia la humanidad era más grande que el de Drácula hacia ellos.
Los demás robaban humanos, él las succionaba y los demás devoraban la carne de sus cuerpos. Jamás tenía sexo con ellos, sentia un gran rechazo, el simple acto de tocarlos le parecia nauseabundo.
El día de hoy, una de las monstruosidades caminaba hacia él con una carta en mano.
— Jefe, ha llegado una carta —, habló con una voz grave y gruñona.
— ¿Una carta?, ¿Quién la entregó? —, preguntó Vlad al elevar el rostro, sacando los colmillos del cuello de una mujer inerte en sus brazos.
— Una gárgola del hotel de su hijo —
— Ya veo... Dámela —, dijo para extender una mano mientras sostenía a la mujer con la otra.
Sus uñas eran largas, negras y puntiagudas, así que fue fácil abrirlo, arrojar el sobre y abrir el papel doblado en dos.
— Mh... Mañana será el cumpleaños 118 de mi nieta —, comentó con frialdad mientras seguía leyendo.
— Llevas décadas sin visitarlos, ¿Por qué te sigue mandando cartas? —, preguntó la criatura con rechazó y desdén.
Las creaturas odiaban tanto a los humanos que rechazaban a Dracula por el simple hecho de que tenía sexo con ellos, restándole importancia a qué después los asesinaba. Vlad pensaba de la misma manera.
Para él, las únicas cosas buenas que ha hecho Drácula es sobrevivir hasta ahora y tener una hija de sangre pura.
— Sigue siendo mi hijo, para mí pesar... —, comentó al fruncir el ceño, — Pero... Se trata de los 118 de Mavis —, comentó arqueando una ceja.
— ¿Y eso qué? —
Cerró el puño, arrugando y haciendo bola el papel en su mano, se giró hacia la entrada de su cueva y observó la luna que comenzaba a brillar intensamente, estaba anocheciendo.
— Es la edad en la que los vampiros tenemos que empezar a vivir por nuestras cuentas... Creo que es la época ideal para que mi hijo busqué mi aprobación y sería interesante ver como la libera de su cuidado —, comentó.
— Ese hijo tuyo es más sensible que cualquiera de nosotros, su odio no es puro, ¿Crees que es capaz de echar a su hija de su hotelucho? —
— Más le vale... O me encargaré de darle una lección. Preparen mis cosas, en unos minutos me marcharé y viajaré hacia allá —, comentó para arrojar el cuerpo de la mujer hacia un pequeño barranco dentro de la cueva.
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Entre Lujuria y Sangre
RomanceEsta historia está siendo resubida, pues antes me dieron de baja mi cuenta antigua. El conde Drácula, amo y señor de la oscuridad. Conoce lo que es la tragedia, la tristeza y el amor perdido más que nadie. Cansado de la humanidad y de un mundo que l...