Epílogo

38 3 8
                                    

Owen

Han pasado unos cuantos años desde que te conocí.

Aún recuerdo con exactitud la primera vez que te ví.

La primera sonrisa coqueta que me dedicaste.

La vez que te burlaste de mi al haber llorado por matar a una mariposa.

Cuando me di cuenta de lo mucho que me gustabas.

Cuando me enamore de ti.

Pero también recuerdo, las lágrimas que derramabas cuando no tenías a nadie a tu lado. No sabes cuanto me rompía el corazón verte llorar, pero lo que más me destruía era no poder estar ahí para ti.

Pasaron los días, y no pude hacer nada.

Pasaron los meses y algo te hizo recuperar el brillo... mejor dicho, alguien.

Por fin encontraste a la persona que podía hacerte feliz. No puedo negar que me sentí traicionado. Aunque después me di cuenta de lo egoísta que estaba siendo, así que me puse feliz por ti.

Al verlos juntos, supe que él era el indicado. Te daba lo que yo no podía, se lo agradezco, le agradezco tanto por salvarte del abismo en donde te encontrabas.

Le agradezco por salvar al amor de mi vida.

El día de tu boda te veías tan preciosa. Estabas realmente encantadora. Ese vestido blanco te sentaba muy bien. Aunque me hubiera gustado ser yo quien ocupará el lugar a tu lado.

Sé que ahora eres realmente feliz. Tus ojos tienen de nuevo brillo. Tu vida esta llena de colores. Me encanta verte feliz, aunque yo no sea el causante.

Aún me destroza el corazón, saber que no estoy a tu lado, ¿para qué negarlo?. Pero hay algo que me conforta. Sé que en otra realidad, un Owen y una Clarise, son felices juntos.

En otra realidad, Owen, puede estar en la vida de Clarise, porque Owen no estaría atrapado. Owen, puede tomar sus propias decisiones. Owen, no es una simple historia. Owen, es libre.

Sabía que había reglas que no podía romper, pero cuando te ví por primera vez, algo cambió, comencé a desear una vida que ni en mis más remotos sueños sería capaz de obtener.

Sé que rompí muchas reglas al enamorarme de ti. Sabía que nunca podríamos estar juntos y aún así me aferré a esa tonta idea. Como si pudiera huir de mi propia historia. Tú nunca podrías entrar a mi mundo y yo jamás podría escapar del mío. Estábamos condenados.

Aunque pensándolo bien... ¿Quién se enamoraría de su lector? Solo un tonto. Y el tonto, fuí yo, porque nunca evite quererte. Fuimos dos piezas que encajaban perfectamente, pero éramos de distintos rompecabezas.

Muchos afirman que el amor rompe todas las barreras, pero eso es falso. El amor no hace milagros, aunque sea mutuo.

Nuestro amor, por más grande que fuera, jamás podrá romper la barrera que hay entre nosotros.
Este amor, nunca podrá unir a un libro locamente enamorado de su lectora. Ni a una lectora, enamorada de un personaje.

Fin.

PERFECTAMENTE IMPOSIBLE © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora