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Este capítulo cuenta con una mezcla de literatura, cultura y mitología, no se busca ofender las creencias de nadie.
Todos los términos que se encuentre en cursiva serán explicados al terminar el capítulo
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Nado sincronizado con los muertos
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Una vez el camino fue marcado sobre el mapa, las finas partículas de arena se colocaron en línea sobre el papel, guiándolos hacia el lugar menos deseado, el tártaro.

Vamos.

Con cautela, pero con pasos seguros, los vivos se movieron hasta el viejo puerto y la madera crujió bajo sus pies.

—Esto no va a aguantarnos.- Randall susurra lo más bajo que su garganta le permitió- Nos están viendo, ¿por qué nos están viendo? ¿No se supone que las botas son para pasar desapercibidos?

El vomito verbal del nervioso chico fue interrumpido por la gran mano de Nicholas, cubriendo su boca y dándole una mirada severa.

—No llames la atención. Es simple.

—¿Qué pasa si...qué pasa si?-balbucea una vez su boca estuvo libre- ¿Qué pasa si lo hago?

—Son almas confusas.- la voz de Bea se escuchó con tranquilidad, atrayendo las miradas de sus acompañantes- Carecían de voluntad en vida, inútiles para cruzar.

Como si fuera magia, los murmullos se intensificaron, ¿cruzar? ¿Debemos cruzar?

Randall soltó un suspiro tembloroso, limpiando sus manos sudorosas en su pantalón.
Beatriz sujeto con fuerza dos dracmas, colocándolos sobre sus párpados cerrados.

—Sed lingua mortua et frigida in ore, Vocem tibi debitam censeo movere;.- Sin ver, lanza la moneda antigua al aire, atrapándola segundos después- libera animam meam de petra angusta;- Repitió la acción, asombrando a su novio- A Stygio lacu ducitur; et sonus sedabit oblivionis aquas.[1]

Destapó sus ojos, para lanzar, ahora, las tres dracmas.
La saliva de Randall se atoro en su garganta, pues una mano pálida y huesuda atrapó el pago en el aire.

—"Yo mismo seré el barco y el remero, y siendo el llevador, seré'l llevado" - Bea terminó, sonriendo levemente hacia el anciano- Caronte.

El barquero mantuvo sus vacíos ojos en ella, era viejo, Bea juraría que era el hombre más viejo que había visto, la piel se cernía sobre los huesos de una forma enferma, con una barba desaliñada y gris, bajo unos labios agrietados que dejaban ver sus amarillentos dientes en una mueca de desagrado. Parado sobre una vetusta barca, de madera clara con algunos huecos, flotando a unos centímetros del agua, sin tocarla.

—Beatrice hija de Eva.-una peste salió junto a la rasposa voz-Las tijeras de Atropos aún no cortan tu hebra, no deberías estar aquí.

Las pobladas y despeinadas cejas del Dios bajaron más al visualizar a otros dos mortales, gruñendo una maldición en un crujido de dientes.

—No deberían estar aquí.- suelta desganado, golpeando el agua bajo su balsa con su remo- Randall hijo de Licaón, Nicholas hijo de Lucifer.

—Caronte hijo de Zeus, no tenemos intención de perturbar tu tranquilidad.- Nick se apresura a saludar- Es una visita rápida.

The daughter of the OrderDonde viven las historias. Descúbrelo ahora