A abrir sus ojos amatistas se le detuvo el corazón, tenía frente a él aquel cadáver que lo persiguió por el museo. Solo que ahora se veía mejor, más joven, y incluso estaba completo, no se le veía ni un hueso, ni vendas.
Aquel hombre dormía tranquilamente a su lado, abrazándolo de la cintura con cierta fuerza.
Miró con detalle el lugar sin moverse de su lugar, no quería despertarlo y tener otra fea experiencia. La habitación era demasiado grande, había un balcón con cortinas evitando la luz del sol, dos estantes con algunos libros y otras cosas, figuras muy lindas y hasta un pequeño sofá perfecto para dormir o leer con tranquilidad en él.
Pero todo, era precisamente egipcio.
>>¿Cómo pasó esto?<< Se preguntó en sus pensamientos, miró de nuevo a aquel chico.
Y todo le vino a la mente, como un simple recuerdo.
—————————
Dos horas atrás
Domino, Museo de antigüedades
—¡Bien chicos, todos juntos!—exclamó la profesora—No quiero que se pierdan y menos que se separen, ¿entienden?.
Todos solo asistieron por sus palabras.
Hoy era un día de visita escolar al museo. Aprovechando que había llegado nuevas antigüedades del antiguo Egipto, en especial, porque habían traído el sarcófago de un faraón.
Joey estaba tomando a todas las cosas, pareciendo un niño en dulceria.
—¿Por qué andas así Joey?— preguntó curioso el tricolor mirando a su amigo.
—Mokuba me pidió que le mostrará todo, me dió la cámara y la memoria tiene mucho espacio—explicó el rubio— Ah. También para recordarle a Seto que yo también hago cosas importantes.
—¿Sigues molesto por eso Joey?.
—¡Reunión, justo en nuestra cita!— se molestó Joey a recordar haber esperando mucho tiempo a Kaiba— ¡No se lo perdonaré tan fácil, me va a escuchar!, lo verás pidiendo ante mi de rodillas pidiéndome perdón.
Yugi aguantó la risa, situaciones como esa era normal en la relación de Joey y Seto, cuando a uno de los dos se le olvidada algo o no iba por tal asunto, empezaban una pelear de hacer ver qué podían divertirse sin el otro. Esperando que uno fuera tan simple de ir y pedí perdón.
Y la mayoría de las veces. Ganada Joey.
—¡Chicos vengan!—se escuchó a lo lejos la voz de Tea, ambos se dieron cuenta que el grupo se había alejado un poco —¡No se queden atrás!.
Salieron disparados, se salvaron de un regaño, nadie se dió cuenta que se descuidado, menos la maestra que les mostró emocionaba cada una de las reliquias. El tricolor no podía evitar acercarse con cuidado y ver por todos los lados los objetos, aunque estaban algo viejos y ligeramente descuidados, eran hermosos.
Pudo sentir como varios chicos lo miraban, se sonrojó un poco a darse cuenta que de seguro sonreía como un tonto por ver tanto las reliquias.
Allí vagamente recordó algo, y lo hizo sentirse algo más incómodo.
Yugi era deseado y perseguidos por varias alfas, pero él simplemente negada a todos, sus instintos no aceptaba a ninguno, ya muchos se habían dado por vencidos. Ya que en todo el mes, solo recibía miradas, ni un solo chico se le había acercado para mínimo ser su amigo o tener una cita con él.
—Y llegamos chicos—salió de sus pensamientos a oír a su maestra, viendo frente a él y todos sus compañeros, un sarcófago, muy hermoso y con la pintura algo descolorida—Aun no se ha descubierto el nombre de este faraón, pero se cree, que fue uno de los más ricos.
ESTÁS LEYENDO
Destinado a estar contigo
DiversosYugi era el típico Omega tierno, amable y lindo que cualquier Alfa quiere. Muchos que lo querían, y el destino lo puso con uno imposible. Un faraón, ya muerto. →Puede haber errores ortográficos →Contenido +18