⚜️ Capitulo 2

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—¡Paren!.

Esa voz lo hizo temblar, el hombre que estaba a punto de cortar su cabeza se detuvo, justo a tiempo. "Seto" miró sorprendido detrás de él, no quiso ver, sabía bien que aquel ser que lo había perseguido por el museo estaba detrás de él.

— Seto, ¿qué está pasando aquí?—Yugi se disgustó a escuchar esa pregunta, ¿no era obvio?.

—Fa-Faraón...— tartamudeo Seto, el oji-amatista se quedó mudo ante eso—Este joven... ¿No lo ve?, se parece a usted y sabe que es un crimen.

—No está cometiendo ningún crimen, este chico es mi omega.

¡Si, me aceptó como su omega!.

A diferencia de sus instintos, Yugi no estaba nada feliz con lo que dijo aquel chico. Se sintió asustado, pequeño y inofensivo ante esas palabras, ni conocía a esa persona, podíamos... No, aclaramos: ¡Estaba muerto!.

—¿Su omega?—Seto quedó literal con la boca abierta ante esa declaración—Perdone—se inclinó un poco, los guardias hicieron los mismo y de inmediato soltaron a Yugi—No sabíamos quien era.

—No importa—el oji-amatista tembló a sentir como ese chico lo agarraba del brazo para levantarlo del suelo— Déjenos solos.

Todos asistieron para dejar a solas a ambos tricolores, Yugi se sintió asustado, no sabía que podría hacerle, pero irse corriendo tampoco era buena idea, los guardias, o mejor dicho, todos los de ese lugar lo buscarían hasta volverlo a traer con su secuestrador.

—¿Estás bien?—esa pregunta lo dejó confundido, miró al alfa como si fuera una broma de mal gusto— Disculpa que hayan actuando así, no sabían que eres mi omega—Yugi frunció el ceño ante eso—¿Cómo te llamas?.

—¡¿Enserio?!—se cruzó de brazos, sin dejar su expresión de obvio enojo—¡Me persigues por todo el museo, me traes acá en contra de mi voluntad!, ¿y me hablas como si nada pasará?, ¡los gusanos te comieron el cerebro!.

—Dime tu nombre—la voz de mando los hizo sentirse como un conejo, estaba peleando para no decir su nombre, era difícil, sus instintos querían complacer al alfa— Dímelo.

—Yugi Muto—se mordió la lengua, realmente odiada eso.

—¿Yugi?... Bueno, considerando que tu gente entró a mi tumba sin permiso, es normal un nombre así de origine japonés—el oji-amatista realmente estaba confundido, y ya tenía como cincuenta mil preguntas en la cabeza—Soy el faraón Atem.

>>¿Atem?<<

Yugi intentó siquiera recordar algo con ese nombre, más no pudo porque su propia maestra había dicho que no se le conocía el nombre. Salió de sus pensamientos a sentir esas manos tocar sus mejillas, a diferencia del museo, eran suaves, llenas de carne y lo acariciaban con cuidado, como si se tratará de lo más delicado del mundo.

Es tan tierno, es perfecto.

Se sentía en celo, sus instintos estaban literal deseoso de Atem, claro, no estaba en celo, si no, ya se hubiera acostado con el alfa. Pero la actitud de sus instintos eran tan raro, que se sentía más perdido que nunca.

Mientras, el tricolor de ojos rubia no dejaba de acariciar esas mejillas, eran suaves, parecía como si estuviera tocando un pedazo de la tela más fina de su reino. No podía dejar de mirar esos ojos amatistas, y su aloma, no era nada dulce, jamás había conocido un omega que tuviera un olor picante, menos que con esa actitud, tuviera ese olor, pero así era, y ciertamente le gustaba demasiado.

¡Se debe quedar conmigo, nadie más puede tenerlo!.

Sus instintos de alfa eran muy posesivos, más tenía razón, no podía dejar ir a Yugi, tardó mucho en encontrar a quien serían su pareja de por vida. Ahora que lo había encontrado, y en especial, que lo había traído a su reino, no podía dejarlo ir y dejar que otro alfa o beta lo tocará.

—Esta ropa no es común aquí—mencionó Atem viendo la ropa tan llamativa que llevada el menor—Debes cambiarte, y te debes muy elegante.

—¿Elegante?— ciertamente Yugi se sentía como un niño perdido.

—Sí, te voy a presentar como mi omega ante todo el reino.

¡Sí alfa, demuestre que nos pertenecemos al otro!.

Los instintos de Yugi estaban literal saltando de la felicidad, más el propio oji-amatista se estaba sintiendo muy raro, no le gustaba esa idea.

—¡No soy tu omega, y no puedes obligarme!.

—¡Callarte!—el menor guardó silencio—Yugi, los dos sabemos bien, que no es decisión de uno, yo te quiero como omega, y sé bien que me quieres como alfa.

¡Si, lo deseo mi señor!.

Odiaba enserio que sus instintos lo traicionen, solo miró otro lado, no quería ver la sonrisa de Atem.

—Ve, te dejaré con unas sirvientas para que te ayuden a cambiarte de ropa.

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No fue nada divertido y pasó una pena grande cuando vinieron esas mujeres a literal bañarlo, se sentía de nuevo un bebé, tenía la cara tan roja como un bombillo de navidad, aparte de bañarlo, también lo vistieron, se sentía cómodo. No iba a negar que aunque nunca usó ropa Egipcia, era cómoda, claro que, le daba pena mostrar sus piernas.

Esperó sentado en la cama, estaba justamente en la habitación de Atem, le gustará o no, era obvio que se quedaría allí. Agarró su mochila y como era de esperarse, no tenía señal.

>>Es obvio Yugi, estás literalmente cinco mil años en el pasado<<

Suspiró y dejó sus cosas adentro de su mochila, la cual dejó en el suelo al lado de la gran cama, se sentía aburrido, no es que tuviera muchas cosas que hacer cuando estás secuestrado, y mucho menos por una momia.

Toc toc toc

—Pase—dijo eso cuando escuchó los toques en la puerta, a abrirse, vio entrar a una joven de cabello marrón y ojos verdes.

—¡Hola!—no parecía ser una sirvienta, y menos con esa actitud tan alegre—Soy Mana, amiga de Atem, me dijo que pasará tiempo contigo mientras preparan los preparativos para la noche.

—Estoy bien, no es necesario que me hagas compañía...—miró otro lado.

—Me imagino que Atem no se te presentó de una buena forma—se sentó al lado del tricolor, quien solo suspiró —Eso es un sí, lo creas o no, él es una buena persona.

>>Lo sea o no, es mucho, mucho mayor que yo<<

—¡Deberías emocionante que te encontró!, ya todos pensaban que nunca encontraría a su omega, y cuando lo conozcas mejor, verás que es el mejor chico del mundo.

Yugi se mantenía callado, Mana era muy amable y no deseaba decirle cosas feas (aunque la mayoría serían cosas malas de Atem), la miró encontrándose con una sonrisa de emoción, no pudo evitar sonreír, vagamente le hacía recordar a Tea cuando tenía un mal día.

—Yo sé que es tonto, anda, admítelo—Mana le dió un golpecito suave con su codo, sin dejar esa sonrisa.

—Es un idiota—eso, lejos de verse como un insulto, fue un comentario más calmado, más por su sonrisa que por nada.

—¡Un cabeza hueca!—Mana se levantó de la mano, poniendo las manos en sus caderas—Ahora vamos, tengamos una buena tarde antes de que llegue la noche.

>>Supongo que no tengo más opción<<

Yugi volvió a soltar otro suspiro y se levantó.

Eso sí, debía pensar una forma de volver a su casa.

Aunque claro... ¿Cómo lo haría?.

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