Esperando bajo la lluvia

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Hacía media hora que esperaba, el frío, el viento y la suave llovizna lo habían empujado hacia una pared debajo de un minúsculo alero. Se estaba mojando tanto como si estuviera bajo la lluvia, pero era esclavo de sus costumbres y estas le decían que cuando llovía debía buscar un alero y esperar a que pasara.

Miró con envidia a unos chicos que corrían en la vereda del frente y tuvo el maligno pensamiento de imaginárselos enfermos. Estaba lloviendo y hacía frío. Había que esperar a que pasara, eso era lo correcto y eso es lo que deberían hacer.

Volvió a mirar la esquina, ella no aparecía. Siempre había sido impuntual, pero nunca tanto. Ya había pasado el segundo colectivo y ella no había bajado. Había comenzado a pensar en tomar el siguiente, pero el miedo de que ella apareciera justo en ese momento lo aterrorizaba.

Había que esperar, él siempre había esperado. Esperó a que su padre regresara, esperó a mejorar la relación con sus amigos de la escuela, esperó a que su vecina dejara al chico que lo engañaba y estuviera con él, esperó su ascenso en el trabajo. Siempre esperaba.

Justamente cuando la conoció a ella, también estaba esperando. Era una noche igual de fría como esta, pero sin el viento ni la lluvia. Esperaba a que una mujer embarazada terminara de comprar medicamentos en una farmacia, cuando ella llegó y le preguntó si podía adelantarse en la cola. Él, obviamente, dijo que sí, y así comenzó la relación más distante de todas las conocidas. Pero no porque los distanciara la distancia, sino los tiempos. Ella nunca esperaba.

Por no esperar se casaron rápidamente, por esperar no donde ellos quisieron. Por no esperar, tuvieron planes de tener un hijo, por esperar solo fueron planes. Por no esperar, ella buscó otros amores, por esperar él siempre la perdonó. Por no esperar, ella pidió el divorcio, por esperar él estaba parado bajo un alero, una noche de frío, lluvia y viento, esperando que pudieran arreglar las cosas.

El ruido de otro colectivo que pasaba lo despertó de sus pensamientos. Por primera vez sintió miedo de que esperar no fuera la solución. Ella no iba a venir, por más que esperara, se había cansado de esperar y, tomando coraje, dio el primer paso.

La lluvia lo golpeó en la cara, estaba helada y parecía que había incrementado su intensidad. No le importó, salió caminando bajo la lluvia, volviendo al hotel ruinoso donde había pasado los años de espera.

Al llegar a la esquina, giró para atrás y vio que alguien bajaba del colectivo. La lluvia no permitía ver con claridad quién era. Su corazón dio un vuelco, podía ser ella, se había sentido como un estúpido por no esperarla. Seguramente era ella, algo le habría pasado y él se había marchado sin razón. Tenía que volver, correr al lugar de encuentro, pedirle perdón por no haberla esperado, pedirse perdón por abandonar sus creencias.

Se sintió avergonzado parado bajo la lluvia, dio un paso para volver, pero algo lo detuvo. Fue como una pared, era la vida. Ya no era tiempo de esperar, no iba a dejar que volviera hacia atrás.

Giró en la esquina y se encaminó hacia el hotel. Ahí estaría esperándola, probablemente por un tiempo, pero ahora sabía que solo sería un tiempo, quizás el tiempo que tardase en irse a otro lugar.

Hecho por: Marcos Bolda

De amor, muerte y otros efectos colateralesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora