Tal para cuál

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Cuando por fin estuvieron solos se miraron con detenimiento, sin decir nada solo observándose como queriendo identificar las diferencias que habían en el otro vs al que recordaban, cómo si aún no creyeran que estaban ahí de pie frente a frente, cómo si no existiera un mundo allá fuera repleto de gente, cómo si solo existieran ellos dos.

-Te ofrezco algo? -rompió el silencio y se acercó a tomar su abrigo nervioso. Se lo quitó con cautela y se lo entregó sin dejar de mirarlo; -siento haber llegado así. -mordió su labio y miró al piso apenada.

-Está bien, eres...mmm...siempre eres bienvenida. -colgó el abrigo y camino hacia la cocina pero Tina no sé movió por lo que giró nuevamente hacia ella y estiró su mano para ofrecerle que lo acompañará, la tomó sin dudar, no se movieron enseguida, fueron unos milisegundos en los que ambos disfrutaron del tacto del otro, que era familiar y extremadamente cálido. Cuando por fin reaccionaron Newt había enredado sus dedos con los de ella y dejó que la guiará por la casa, era hermosa, todas las paredes eran blancas y los detalles como los muebles y puertas tenían un color café que hacía que se sintiera hogareño, el pasillo por donde caminaban era de duela y dirigía a diferentes áreas de la casa, del lado izquierdo se encontraba la sala, era grande y estaba acompañada de un enorme ventanal que dejaba ver el horizonte rodeado de agua, del lado derecho unas escaleras pegadas a la pared en forma de escuadra igualmente de madera y del lado izquierdo una pequeña puerta corrediza por la que entraron, se trataba de la cocina, en el centro había una barra con bancos y alrededor pegado a la pared una preciosa cocina con acabados en verde olivo arriba de la tarja había dos ventanas de gran tamaño que al igual que el ventanal de la sala tenía vista al acantilado y el mar.

-Siéntate, te preparé un café.
-Tienes cafetera? -lo picó.
Newt la miró ofendido pero con una sonrisa cómplice.
-Gracias Newt. -tomó la taza que le ofrecía y le dio un sorbo. -Siento haberlos interrumpido. -añadió mientras el chico con ayuda de su varita limpiaba un poco la cocina.
-No pasa nada, fue cumpleaños de Camille en la semana así que decidimos hacer una breve reunión.
Asintió sin decir nada y bebiendo su café.
-Quieres algo de comer?
-Estoy bien, gracias.
Silencio...El chico estaba de espaldas fingiendo que secaba unos platos, no sabía que decir, preguntar o hacer mientras que Tina bebía su café despacio pues tampoco sabía que decir.
-Es una casa muy linda y acogedora.
Pero el silencio solo crecía...-y las criaturas? Cómo está Pickett?
-todas bien, Pickett está en la maleta con el resto porque fue padre.
Alzó las cejas sorprendida pero Newt no lo notó pues seguía de espaldas.
-wow eso si no lo vi venir.
-creo que nadie, pero se enamoró. -alzó los hombros resignado.
El silencio que provino después de ese comentario fue demasiado incómodo solo se podía escuchar el ruido que hacían los trastes mientras Newt los guardaba después de secarlos acompañado del sonido del viento soplando fuera, la chica respiro profundamente, dejó la taza sobre la barra, tragó saliva nerviosa.
-Recibí tu manuscrito. -dijo por fin pero no obtuvo respuesta. -3 meses tarde y si no fuera porque tuve que ir a buscar unos documentos tal vez aún no sabría de su existencia.-Silencio total, de pronto Newt estaba quieto, mirando por la ventana que tenía enfrente.
-Pensé...pensé que no lo habías leído. -giró a mirarla, de pronto su mirada estaba llena de dudas y miedo y la de ella de incertidumbre.
-Macusa no me lo entregó, es más ni paso al proceso de revisión. -se limitó a decir.
-Tiene sentido, que bueno que lo hayas encontrado.
-por qué me lo enviaste? -preguntó mirándolo fijamente.
Newt alargó un suspiro antes de hablar; -me pareció triste no compartir lo mucho que había mejorado y me sedujo la idea de que hiciéramos las pases con este pedazo de nuestra historia.
-ya. -suspiró.
Ninguno de los dos añadió nada durante unos cuantos segundos, segundos tremendamente tensos, hasta que la chica bostezó.
-Por Merlin Porpetina, estás exhausta, debes descansar, vamos. -y el escalofrío casi placentero que sentía cada que la llamaba por su nombre se hizo presente, se acercó a ella y la ayudó bajarse del banco.
-Aún queda mucho por decir! -dijo preocupada de que ahí terminará la conversación mientras salían de la cocina.
-si pero ahora no es el momento, no me lo tomes a mal pero te ves cansada así que hablaremos mañana de acuerdo?
-De acuerdo, te veo mañana entonces. -se encaminó hacia la puerta sintiéndose como una tonta.
-A donde vas? -frunció el ceño confundido.
-Me voy.
-a donde? -repitió.
-pues supongo que en el pueblo hay algún hotel o hostal entonces...
-Tina...-sonrió ligeramente frustrado.
-Qué? -dijo con rudeza pero devolviéndole la sonrisa en cuánto lo vio sonreír, sabía lo que iba decir pero quería escucharlo.
-Lo que puse en esa postal es real, esta es tu casa, así que puedes quedarte.-dijo nervioso y casi sin mirarla.
La chica no contestó y camino hacia la puerta.
-si no te sientes cómoda lo comprendo pero es tarde y peligroso de verdad no tienes que irte.- insistió decaído con la miraba clavada en el suelo.
-Voy por mi maleta. -El chico alzó la mirada de golpe y de repente sus ojos brillaban ilusionados.
-Iré yo. -estiró su mano y la chica le entregó las llaves, se decepcionó al ver la maleta tan pequeña pues significaba que se quedaría poco tiempo, al volver subieron las escaleras, había 5 puertas, 1 era un baño y las otras 4, habitaciones, 2 de ellas con baño propio, en una dormía Newt o al menos eso intentaba así que decidió que se quedara en la otra que tenía baño así tendría más privacidad, le abrió la puerta y ella entró.
-Si necesitas algo no dudes en decirme. -le entregó su maleta.
-Gracias.
-Descansa Tina.
-Buenas noches Newt.
Se quedaron otros segundos mirando hasta que el chico dio un paso hacia atrás y cerró la puerta.
En cuanto estuvo sola, le mando un par de mensajes de audio a Queenie para decirle que estaba bien y contarle en qué estaba la situación, luego decidió darse un baño pues se sentía sucia por el viaje, se secó el cabello con ayuda de su varita y se acostó pese al cambio de horario en el momento que puso la cara sobre la almohada se quedó dormida.

Me haces latirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora