4 La llamada

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Su mano titubea al principio, siento como ambas respiraciones se van acelerando poco a poco, no tengo miedo, estoy flotando, como si aquello que ambas sabríamos qué pasaría en ese momento se convirtiera en nuestra mayor gloria.

Deslizo sus manos por mi cintura con tal suavidad que mi cuerpo gritaba que sus manos nos tocarán más, mis pensamientos empiezan a revolotearse, quiero que empiece, quiero que me haga lo que tenga en mente, pero que por un maldito momento alguien tenga la necesidad de tocarme porque realmente le gusto. Me pega hacia ella y sus labios y los míos se encuentran tan juntos, en una intimidad que solo encuentras en los bailes lentos, puedo sentir como nuestro corazón va al unísono, ella me mira y sonríe, no en burla, sino en un tono tan cómplice, me besa, la beso.

Empezamos a desvestirnos, la lentitud de hace unos momentos se esfuma, empieza a recorrer cada parte de mi maldito cuerpo con sus labios, besando y lamiendo como si no quisiera dejar ningún espacio sin explorar. Mis manos cogen con fuerza sus cabellos, todo con la intensión de traer su rostro hacía mi, la tengo frente y la beso nuevamente, me siento tan bien con ella aquí. Sus besos van bajando hacia donde ella quiera, su lentitud me mata, pero me atrae, joder, puedes hacerme lo que quieras aunque sea esta noche y prometo guardar mi silencio si logro huir de ti.

Cuando llega el momento que tanto anhelaba, suena el telefóno, pensé que no contestaría, pero lo atiende.

-¿Hola Sergio? ¿Realmente eres tú?

Ella salió corriendo a su baño y cerró la puerta.

Me sentí desnuda, no corporalmente, si no desnuda de sentimientos.


Una noche en la luna - BDSM -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora