2. La Casa del Fantasma.

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El valle Nan-Yáng no es un buen lugar para vivir... aunque para se defensa, la verdad es que nadie estaba allí por elección.

De todos modos nadie llega pensando en quedarse, y nadie se va pensando en volver.

Aunque si le preguntas a Cole, mirando en retrospectiva, cuando pasas media vida huyendo te acostumbras fácilmente a vivir entre ladrones, prófugos, asesinos a sueldo, mercenarios y traficantes, además de un sobrenatural toque de queda, una niebla perturbadora y venenosa que emana del lago cada noche, y aún así, no habría sido tan difícil acostumbrarse, a excepción de una cosa.

La comida.

Si, definitivamente, ¡la comida era lo peor de todo!

Y el hecho de que la camarera le haya dado una mirada de escupí en tu plato muy clara y cínica, no ayudaba en nada. Cole aprieta los labios, apenas dos bocados de su congee (sobrecocido y salado) y siente que es demasiado, que los bollos duros que dejó en su habitación le resultaban más apetitosos en este momento, de todos modos quedaba poco mas de una hora para el atardecer, no necesita muchos motivos para irse.

Sin embargo, de los hombres que comen en la mesa de al lado desde que llegó, una palabra en la conversación, del murmullo que había estado ignorando todo el rato, llama su atención.

Cole en ese momento aguarda un segundo, y afina el oído.

—Te lo juro, eran exorcistas, usaban ese estúpido qi blanco, ¡yo mismo los vi!

—No lo sé...—dice el más corpulento de los dos, parece dudar—, ¿quién sería tan idiota como para venir aquí usando uno de esos? Nada más al poner un pié aquí es una sentencia de muerte.

—¿Y yo qué voy a saber? ¡Sé lo que vi, que me parta un rayo si te miento!—golpea la bebida contra la mesa—, eran cinco—enseña su mano, enumera con los dedos—, estaban allí, junto el viejo muelle, anda a comprobarlo, ¡Ja! Quizá no sea muy tarde y puedas ver a alguno de ellos vivos aún.

No sabe en qué momento reacciona, frunce el ceño cuando un pensamiento complicado pasa por su cabeza.

Aunque sabe que es imposible, un latido delata la emoción que busca contener a toda costa, había pasado más de un mes desde que había escapado del monasterio, pero... bueno, de todos modos hay decenas de templos, cientos de exorcistas también, ¿qué posibilidad hay de que esa persona estuviera aquí?

Cole cierra los ojos y suspira, porque puede ser una simple coincidencia, porque hay una cara que no se ha salido de su mente las últimas semanas y porque sabe que irá al muelle de todos modos.

La comida es un asco, pero aún así deja un taele en la mesa antes de levantarse, la primera ley de la vida en el valle es nunca deberle nada a nadie.



Ya no faltaba mucho para el anochecer, y Cole... francamente se siente demasiado avergonzado de su propia decepción, porque el muelle esta vacío, y porque probablemente es demasiado obvio que el otro hombre estaba mintiendo, de todos modos, es absurdo, ¿qué estaba esperando encontrar?

Una de las pocas ventajas de no tener amigos, además de no deberle favores a nadie, es que por otro lado, no debe ningún tipo de explicación tampoco, si nadie le dirige la palabra fácilmente puede ser un loco imprudente dando vueltas alrededor del lago antes del anochecer y nadie pondría en duda la carencia del instinto de supervivencia, ser un loco entonces es menos vergonzoso que ser ingenuo. Al final da una última mirada al agua gris y el horizonte nubloso, la falsa esperanza lo hace sentir un poco más atrapado que de costumbre, eso es mucho decir.

Un Fantasma Vino a Verme. [Bruise/Jole] Ninjago.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora