Capítulo 1. La pesadilla.

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Un día lunes, luego de un largo fin de semana en casa, los alumnos de la U.A. se ponían al corriente en la sala común sobre las actividades que hicieron, algunos con sus padres, algunos entre amigos; Todos la pasaron genial.

Excepto por un chico, que muchas veces pasaba desapercibido. Todoroki estaba teniendo los peores años de su vida.

Últimamente, los problemas en casa habían aumentado, él había creído que ya siendo mayor, solo tendría que acostumbrarse a los comentarios y exigencias que le ejercía mayormente su padre. Pero no fue así. Desde hace unos meses, todo había cambiado, y el anterior fin de semana, la situación explotó. Pensaba que las amenazas de su padre, no eran más que palabras para asustarlo, pero entonces, supo que había que temer más que a solo palabras.

Debajo de su jersey, de cuello y mangas largas, estaban las pruebas de un constante maltrato físico, por el que había tenido que pasar ese horrible fin de semana.

Su padre amenazaba con abusar de él, golpearlo, jalonearlo, incluso cosas peores, pero no había creido que sería capaz de cumplirlo, y lo hizo, lo llevó a cabo, pero ahora, frente a sus amigos, solo trataba de parecer lo más natural posible.

—¡Vaya, Kirishima! ¡Eso es tan divertido! —Ashido sonrió, comentando con el grupo.

Su compañero había estado de viaje con algunos integrantes de su familia, y al parecer la había pasado bastante bien.

—¡Lo fue! Ustedes deberían acompañarnos la próxima vez, ¡Hagamos un viaje entre todos! —Respondió el pelirrojo, apretando los puños de la felicidad.

Volteó a ver a su mejor amigo, quien había estado extrañamente callado desde hace bastante rato, y lo más extraño era que parecía tener la mirada perdida.

—¡Bakubro! ¿Qué dices? —No obtuvo respuesta.

Bakugo lo miró y luego dirigió su atención al bicolor frente a él, quien estaba sentado junto a sus amigos, Midoriya y Uraraka.

—Oi, bastardo, ¿Qué con esa cara de asno? —Esto llamó la atención de Todoroki, que alzó la mirada hacia el rubio.

Se acomodó en su lugar, cruzando levemente los brazos, poniendo las manos sobre sus codos. Esto no pasó desapercibido por los ojos fugaces de Bakugo, ni tampoco el hecho de que Todoroki no respondió en absoluto, al contrario, lo había visto temblar un poco.

—¡Cierto! ¿Qué hizo Todoroki durante su fin de semana? —Preguntó la castaña de cara redonda, provocando que todos se centraran en Todoroki a la vez.

El bicolor al instante se sintió como si estuviera en un escenario, con cientos de luces cayendo sobre él como si fuera un criminal. Nunca se sintió así, de inmediato se puso nervioso.

Dejó a todos en el borde de sus asientos, pues no dijo nada, solo su piel se puso como de gallina.

—¡Vamos! ¡Seguro hiciste algo increíble! —Insistió Ashiso, comiendo algunos snacks que habían juntado.

Bakugo frunció el ceño, confundido, ¿Es que no lo veían? Sus ojos, sin saber a donde mirar, sus brazos, abrazándose a sí mismo, como protegiéndose, su postura encorvada, y ni una palabra de su boca, nada era habitual en ese bastardo.

No le pregunten cómo lo sabe, pero no es así como se comportaba normalmente.

—Di qué hiciste y ya. —Habló apoyándose en sus rodillas, tratando de desafiar a Todoroki.

Este abrió los ojos por ello, y todos miraron sorprendidos al rubio.

—¿Y eso? —Señaló el brazo del bicolor, en el cual se notaba una venda, bien puesta.

Todoroki rápidamente bajó su manga descolocada, girando la cabeza a todos lados, tratando de disimularlo. Se quedó quieto, con la presión de todos sus compañeros, ansiosos por su respuesta.

Nunca se sintió tan asustado, tampoco quería demostrarlo. Una oleada de sentimientos encontrados, lo invadió, totalmente aterrado de que sus amigos se realizaran de su situación.

No quería que supieran que su propio padre lo acorraló sin una pizca de piedad.

—¿Qué-? —Interrumpió a su amigo pecoso, poniendose de pie, apurado y preocupado por no colapsar en el suelo.

Hizo una pequeña reverencia ante todos, quienes reaccionaron sin querer que se fuera.

No dejó que nadie le dijera nada más, se fue directamente a su habitación. Pero a mitad del pasillo, alguien agarró su hombro, y el "Oi" apenas resonó en su cabeza, cuando se giró abriendo los ojos, como nunca lo hizo, sintiendo un escalofrío que lo recorrió por completo, dando un paso hacia atrás casi instantaneo.

Bakugo, sorprendido, quedó con la boca abierta. Todoroki había practicamente saltado hacia atrás, y en sus ojos se vió lo asustado que estaba. El rubio no frunció el ceño, no rechistó, estaba en shock. El bicolor se notaba aterrado, su corazón latía con mucha fuerza.

Todoroki no sabía como responder, estaba a la defensiva, con su cuerpo hormigueando. Dió un paso más hacia atrás, y luego se dió la vuelta caminando a su habitación lo más rápido que pudo.

¿Qué fue eso? Se preguntaba el rubio, una y otra vez en su cabeza. ¿Acaso no hablaba? ¿Qué había hecho en realidad ese fin de semana? ¿Qué le había pasado? No podía expresar, y le daba vergüenza, lo preocupado que estaba en ese momento.

Incluso siendo solo Bakugo quien notó su comportamiento extraño, nadie debía saber lo que ocurrió.

Todoroki se sentía asqueado, con miedo, con ganas de llorar, sin poder hacerlo. Aún sin nadie alrededor, sentía que si lloraba, su familia lo sabría, y sería castigado. No soportaba estar tan solo, solo quería que terminara, que alguien lo ayudara.

Se cubrió a si mismo en mantas, recordando sin parar las escenas violentas de su padre, hiriendo su cuerpo, diciéndole lo inservible que era.

Pasó la noche sin poder derramar una sola lágrima, cubriendo su rostro hasta quedarse dormido.

Estaba tan agotado que casi no despierta temprano para las clases de la mañana, de no ser por unos golpes intensos llamando a su puerta, la cual se abrió y se cerró de un golpe, haciendo que se siente, tallando sus ojos confundido.

—Eres un idiota, vas a llegar tarde, imbécil.

[...]

Un amor como siempre.
Bienvenidos a una nueva historia, los capítulos serán algo largos, eso planeo.

Alertas Rojas | BakutodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora