CAPITULO 3. OJOS QUE HIPNOTIZAN [la niñera oficial]

2.5K 261 45
                                    

Freen miró a Rebecca que seguía llorando y acercó su cara a la diminuta cara de la bebita.

—Hola, Becky —dijo quedito.

Freen estaba encantada, era la primera vez que tenía la responsabilidad de tener algo tan pequeñito en sus brazos, y su aroma era de lo más adorable.

—Ya no llores, ternurita, te voy a dar tu mamila, te voy a proteger de los villanos y nunca vas a llorar de miedo.

Era tan cantarina su voz, con ese baño de ternura que la pequeña Rebecca nunca había escuchado. La bebita abrió los ojos y ocurrió algo que ya se veía venir; la pequeña Rebecca la miró, y de inmediato quedó prendada de los ojos cafés hipnóticos de su pequeña niñera... los mismos ojos que obsesionaban a Diego Marván.

Freen miró a Rebecca y sus ojos negros como el café, y en ese momento tuvo la corazonada que Rebecca se convertiría en una persona muy importante en su vida... despertó su instinto de protección el ver a alguien tan pequeñito e indefenso; pensó en Diego y su mirada indescifrable y supo que no había punto de comparación; por fin Freen empezaba a entender el significado de lo bueno y lo malo.

...

Natt llegó a casa y se encontró la escena más tierna que había visto en su vida; Freen le daba la mamila a la pequeña del clan Armstrong; mientras le cantaba una canción de cuna... parecida a la que Natt solía cantarle para dormir.

...solo que le había cambiado la letra y la tonalidad... para adaptarla al nombre y a los sentimientos de ternura que la pequeña Rebecca le inspiraba.

Cuando Freen vio a su papá le hizo una señal de silencio, porque Rebequita estaba a punto de dormir; Natt se sentó con cuidado al lado de su hija y notó divertido que la bebé tenía sueño, no obstante, estaba tan empeñada en mirar los adorables ojos de su princesa que no lograba cerrar los suyos.

—Freen, que pena mi Gatúbela, pero vas a tener que despertarla; necesitas sacarle el gas o pegará unos llantos que se escuchará hasta la otra orilla de Río Escondido.

—¿Qué gas, papá? —preguntó Freen.

—¿Cómo que, qué gas? los que tú te echas a veces —dijo Natt con una sonora carcajada... imitando el sonido.

¡piuffff! ¡Prrrrr!

—¡Papá! —se rio Freen— shhh —susurró demasiado tarde, pues Rebecca empezó a llorar.

... y Natt se arrepintió, pues Freen se puso como una fiera defendiendo a su cachorro. En esos momentos tuvo el presentimiento de que las cosas serían así a partir de ese instante.

.......

Aon estaba destrozado, la camioneta quedó reducida a cenizas, Pohn ya no estaba más. Pensaba en su pequeña bebé y no sabía qué hacer a partir de allí. Sus abogados llegaron y se encargaron de todo; él debía firmar muchos documentos y no pudo ir por su hija... pensó en mandar a sus abogados por ella, pero no hubo tiempo de nada.

Pasaron los días, y Aon estaba tan sumido en su dolor que los Sarocha tuvieron que cuidar de la pequeña Rebecca en repetidas ocasiones... Aon iba a dejarla con ellos cada vez que su hijita no paraba de llorar... había notado que su pequeña hija, solo se calmaba cuando Freen le cantaba canciones de cuna y la arrullaba en sus brazos.

—No la acostumbres a tus brazos, hija —decía Natt con dulzura—, si Rebecca se acostumbra a ti, será muy doloroso para ella tener que separarse cuando su padre pueda hacerse cargo de su cuidado como es debido.

—No lo voy a permitir, padre —dijo Freen, con seriedad—, siempre voy a cuidar de ella.

Rebecca empezó a poner pequeños besitos por la nariz de Freen; en ese momento llegó Aon y sonrió al ver a su hija encariñada con la hija del zapatero.

LA PRINCESA DE LOS CAFETALES Y LA HIJA DEL ZAPATERO (adap. de  RÍO ESCONDIDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora