EPILOGO

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Más de un año después

­—Freen, hija mía... por dios —murmuró Natt, tapando los oídos de su nieta ante la diatriba de su hija

—Es que ese imbécil... ¡Ve como la mira! —masculló Freen mientras miraba por la ventana.

—¿Y qué hace Rebecca al respecto? —preguntó su padre.

—Pues...

—Freen... Rebecca cómo lo está tomando.

—Mi esposa está en lo suyo, ni siquiera lo ha volteado a ver.

—No veo en donde está el problema.

—La jornada de trabajo de los recolectores ya terminó desde hace dos horas —se quejó Freen— el tipo ya debería estar en su casa, con su esposa... y dejar de estar mirando a la mía. Además, ni siquiera necesita el trabajo de recolector. Todos sabemos que tiene un puesto seguro en la ladrillera de su padre.

—Bueno, hija.... Es que Nop...

—¿Qué pasa con Nop? —preguntó Freen.

—Se está divorciando... él... ya no vive con su esposa.

—¿Qué? ¿Cómo?

—Es lo que hay.

Freen volvió su mirada a la ventana. Ahora Rebecca platicaba amenamente con su viejo rival de amores.

—¿Y si me deja?

—¿Rebecca dejarte a ti? ¿Por Nop?... Por dios, hija... Becca te adora... ¡Freen, vamos...no llores!

La pequeña Sarai se acercó a su madre al verla lloriquear.

—Ma... ta —balbuceó la pequeña con un puchero.

—¡No baby, no llores! —susurró Freen, abrazando a la pequeña.

—Freen... no tienes que llorar por eso —protestó su padre— Rebecca no está haciendo nada malo.

—¡Cómo pasaron el día las dos mujeres más hermosas de todo el mundo! —dijo Rebecca al entrar a la casa familiar; abriendo los brazos para ir al encuentro de su amada familia.

Freen le entregó a su hija sin responder, Rebecca la miró extrañada. Notó de inmediato la humedad en sus ojos y después miró a su suegro con expresión interrogante.

—Nop —dijo Natt con un movimiento de labios, no lo dijo en voz alta.

—¡Hola Rebecca! —Saludó Kade que hacía su aparición desde la cocina.

Rebecca le dio un beso en la mejilla a su pequeña hija que ya estaba concentrada en la mamila que Kade llevaba consigo. Con un movimiento de cabeza indicó a su suegro que se encargara de dejarla a solas con su esposa.

Natt le quitó a la niña de los brazos y con un lenguaje mudo se llevó también a Kade al jardín.

—Amor —susurró Rebecca ante Freen que mantenía la cabeza hacia el piso.

—¿Cómo te fue? —preguntó esta sin levantar la mirada.

—Hoy estuvo pesado el día —respondió Rebecca— solo deseaba llegar a casa y hacerle el amor a mi arrebatadoramente sensual y muy bien amada esposa.

Freen entonces levantó la mirada de ojos brillantes hacia su mujer.

—¿Qué pasa mi vida? —susurró Rebecca mientras se acercaba a ella para secar sus lágrimas— ¿Estuviste llorando?

—No —dijo Freen con voz quebrada. Rebecca se acercó a ella para apresarla entre sus brazos, y ella se dejó abrazar.

Rebecca no dijo nada, no hizo comentario alguno... pero Freen ya sabía que esperaba una respuesta a su llanto.

—No me gusta que el tiempo de trabajo de Nop se prolongue a nuestra casa...

—Lo sé, cariño —respondió Rebecca.

—Lo trajiste aquí... a nuestra casa....

—Estás celosa —susurró Rebecca mientras apretaba el abrazo entre las dos.

—Mucho.

Rebecca suspiró con suavidad y llevó las manos hacia el rostro de su esposa; la miró con los ojos rebosantes de amor. Acercó sus labios y la besó con infinita suavidad... le dio el beso dulce que solo una esposa enamorada puede dar.

—Quisiera decirte tantas cosas, Freen —susurró— ... pero me distraes completamente. Es que el amor que yo siento por ti... no entiendo que puedas sentir celos... y menos a causa de Nop.

—Dijiste que estaba guapísimo —murmuró Freen con voz lastimera.

—¡Oh, dios mío... ese puchero tuyo.! ¡Y que bien hueles, mami! —gimió Rebecca propiciando un nuevo beso, esta vez apasionado, exigente... de completa intimidad.

... y continuó besándola mientras la guiaba hacia la recámara.

—¿Cuándo te dije que Nop estaba guapo! —preguntó Rebecca después de que Freen terminara el beso.

—Hace unos años... antes de convertirte en su novia.

—Cariño... yo era una adolescente empeñada en atraparte a ti. Quería provocar tus celos, que por fin te fijaras en mi con los mismos ojos con los que yo te miraba a ti. Te lo he dicho tantas veces.

—Ya sé... y no puedo evitar...

—Sé que lo traje a casa... pero es que no quise entregarle la paga de los trabajadores delante de todo el personal.

—No entiendo... ¿porqué tienes que darle la paga a él?

—Tú estás de vacaciones... y yo no quiero perder la oportunidad de aprovechar el mayor tiempo contigo.

—¡Oh, Rebecca!

—Se hará cargo de mi puesto de manera temporal, en lo que duran tus vacaciones. Después de eso, él se irá a continuar con su trabajo en la ladrillera.

—¿Vas a despedirlo?

—No.

—¿Por qué no?

—Mi cielo, porque Nop es el único que puede cubrir lo que duran tus vacaciones anuales. Le ha pedido a su padre las mismas fechas que tú para pasar las vacaciones en los cafetales. Ni siquiera lo veré en esos días.... Tampoco estoy segura de ver a nadie más que a ti en estos días.

—Rebecca.

—Ahora, esposa mía, por favor ya no pronuncies mi nombre con ese tono de regaño y espérame en la cama, enseguida estoy contigo.

—¿A dónde vas? —susurró Freen mientras la sujetaba entre sus brazos repartiendo besos en su cuello.

—Espera, no... cariño, huelo horrible... Freen... no. Baño, huelo a....

—A molienda de café... mi aroma favorito —dijo Freen mientras le desabrochaba los botones de su camisa, depositando besos a lo largo de su piel conforme la prenda iba cediendo ante sus manos.

—Freen...

—Te amo.

—Y yo a ti.

—El baño será después de que termine contigo... y lo haré yo misma.

—De acuerdo —susurró Rebecca, y de inmediato dejó de poner resistencia, de hecho, su resistencia estaba vencida desde el momento en que puso un pie frente a su mujer.

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LA PRINCESA DE LOS CAFETALES Y LA HIJA DEL ZAPATERO (adap. de  RÍO ESCONDIDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora