6: I want this love

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—Sujin-ah —la beta se atrevió a llamarle bajito y en medio de todo el ruido que por un momento descendió ante el sonido de su voz. Park Minseo solo sonrió con cierto nerviosismo cuando la niña mencionada detuvo el movimiento de su lápiz en mano para mirarle, e intentó parecer tranquila por el resto de ojos sobre ella cuando le invitó a acercarse—. ¿Podrías venir un momento?

Para su tranquilidad, Minseo seguía intentando convencerse de que aún era demasiado pronto para preocuparse, pero tampoco podía quedarse sin hacer nada.

Ugh.

—¿Qué sucede, maestra? ¿Está todo bien? —la niña preguntó en voz baja frente a su escritorio, y Minseo agradeció lo muy discreta que podía ser Sujin cuando la situación lo ameritaba, a pesar de su corta edad.

Hacía las cosas un poquito más fáciles.

—Sí, sí. Todo está bien, no te preocupes. Solo quería preguntarte si de casualidad tú no sabes dónde está Minhyun. ¿O tienes idea de por qué no ha regresado? —preguntó en voz bajita para que solo la niña escuchara, pero la beta comenzó a alterarse cuando le vio fruncir un poquito las cejas—. ¿No lo viste durante el receso?

Minseo terminó de preocuparse cuando Sujin negó.

—No, maestra. Solo lo vi cuando salió del salón, pero afuera ya no —dijo con su expresión decayendo un poco al contagiarse con la inquietud ajena—. ¿Le pasó algo?

Minseo realmente esperaba que no.

—No, no, no. Para nada —exhaló una risita pequeña que no pretendía parecer tan nerviosa como lo hizo—. De seguro se quedó entretenido con algo de camino, así que iré a dar un vistazo para ver si está por aquí cerca. Ahora vuelvo, ¿sí? Te encargo a tus compañeros. No me tardo nada.

Ni siquiera ella estaba tan segura de lo que estaba diciendo.

Sujin solo se alejó con cierta duda hacia su asiento tras un pequeño asentimiento, y Minseo solo se permitió mirar por última vez al resto de sus alumnos cuando salió por la puerta del salón, cerrándola detrás su espalda antes de soltar un sonoro suspiro que pretendía aligerar aunque sea un poco la preocupación que se expandía dentro de su pecho.

Okay.

¿Qué se suponía... que debería de hacer entonces?

La profesora no encontró más soluciones que caminar entre los pasillos vacíos, y entre ratos se permitía mirar a través de la ventanas para ver si Minhyun no estaba distraído entre los tantos grupos que calentaban afuera en clase de educación física. Esperaba verlo con el resto de niños en el patio.

Pero no lo encontró por ningún lado.

Abrió cada puerta que se topó, y preguntó a cada maestra que sabía que conocían a Minhyun. Se apresuró hasta que terminó de hurgar por todo el edificio, a excepción de los salones con clase, y el latido molesto de su corazón le mareó al sentirlo fuerte tras las orejas cuando se encontró a sí misma de pie en la salida al patio, sin pista alguna de dónde más podría estar.

Mierda.

Mierda, mierda, mierda.

Bajó rápido los escalones que pronto le hicieron tocar tierra, y Minseo sintió cómo el alma le regresó al cuerpo cuando vio a un niño sentado de espaldas en el suelo a la distancia, encarando la barda de seguridad blanca que no permitía el paso en ninguno de sus tres lados.

Solo se podía acceder a la escuela a través de la entrada, y quizás era por eso que la mujer que estaba con Minhyun imitaba su posición del otro lado de los delgados barrotes.

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