"No estás sola Hima, yo estoy a tu lado hermosa. Nunca te dejaré sola, nunca".
Sus padres habían desaparecido y nadie sabía nada en concreto. Su hermano Kawaki se había vuelto loco y solo quería matar a Boruto, su otro hermano.
En un instante Hima...
Los examenes chuunin habían empezado y tanto Mina como Himawari destacaban en gran medida para asombro de todos. La pelinegra se había reconciliado de su hermano Boruto volviendo a ser la feliz niña del pasado, sin embargo no tuvo la fortaleza para poder ver a sus padres ni a Kawaki.
Incluso había visto a su abuelo materno y a sus tíos Hanabi y Neji, quienes no dejaban de sorprenderse y emocionarse al conocerla. Tenía la dulzura de Hinata y los ojos de su papá. Pero era la viva imagen de su mamá.
Su poder asombraba a los Hyuuga, quienes jamás habían visto a alguien del clan heredar tan grande poder. Ni siquiera el mismo Neji siendo considerado un verdadero genio.
Himawari empezaba a conciderar la idea de quedarse en Konoha, pero antes tenía que poder ver a sus padres sin temor alguno. Por supuesto que Mina estaría donde sea que ella se encuentre.
Ambas chicas habían pasado las dos pruebas con éxito y ahora debían prepararse para la tercera. Esa noche, tras acabar la segunda prueba, Hima estaba sobre el rostro de piedra de su papá contemplando las estrellas.
— ¿En qué piensas hermosa? — Mina se le acercó sin que se diese cuenta — En que me gustaría que me beses — le dijo Hima roja como un tomate.
La peliroja sonrió y la estrechó entre sus brazos con intenso amor. Sus labios se fusionaron dando inicio a un ardiente beso, que logró encender a la pelinegra quien se pegó al cuerpo de su amada.
Mina iba acariciando cada sector del cuerpo de Hima con sensual intensidad. Adoraba sentirla tan necesitada de su amor. Cuando se alejaron para respirar Mina le susurró:
— Es una verdad a medias la que me dijiste....hermosa. — También pensaba en que llegó la hora de ver a mis padres y a Kawaki.
— Ya veo, en ésta realidad Kawaki es tu hermano biológico ¿quieres ir ahora mismo? — Si
— Perfecto, tu padre debe haber llegado a casa ya. Vamos a verlo entonces. — Oye Mina....
— Dime — Si decido quedarme aquí.... — Yo también me quedaré aquí, contigo — ¿En serio? ¡Fantastico!
Ambas fueron a la casa del Hokage donde estaba él junto a su esposa y sus dos hijos. Cuando el timbre sonó, fue Boruto quien atendió. Grande fue su sorpresa al ver a las chicas allí.
Hima estaba más roja que la cabellera de su amada.
— Si, somos nosotras. Hola Boruto, ahora si nos disculpas tenemos hambre ¿vinimos justo para la cena?
— Oye Mina — protestó Hima sintiendose avergonzada. — Claro, pasen chicas. Adelante — dijo Boruto recuperandose de la sorpresa.
—Boruto ¿quién es? — quiso saber Hinata apareciendo detrás del rubio. Al ver a Himawari enmudeció de la sorpresa.
Madre y hija se miraron a los ojos sintiendo un sin fin de emociones.
— Mamá, ella es Himawari. — Hola mamá, disculpa la demora — dijo con timidez Hima.
—Oigan ¿por qué se demoran tanto en la puerta? Tengo hambre mamá — decía Kawaki apareciendo en esos momentos para enmudecer de la sorpresa al ver a su hermana allí — Himawari, tú aquí.
— Hola hermano — ella le sonrió — Es un placer poder conocerte al fin.
Aquí Kawaki tenía los ojos tan celestes como su padre y sus hermanos más las dos marcas en cada mejilla como sus hermanos también.
Hinata las hizo pasar, cuando Hima vio a su papá se le humedeció el rostro de lágrimas y corrió a sus brazos muy emocionada.
— Papá, te extrañé tanto. Papá — Hima...hija...
Padre e hija se abrazaron con fuerza intensa mientras los demás les daban privacidad. Mina ayudaba a Boruto a servir la mesa, mientras Hinata iba sirviendo la comida.
— ¿Puedo quedarme contigo esta vez papá? Te juro que te protegeré con todo mi poder — le decía Hima.
— Eres mí hija Hima, por supuesto que puedes quedarte conmigo. — Gracias papá, muchas gracias.
— Solo que no me gustaría que te lastimen... — ¿Por eso les tienes prohibido a Boruto y a Kawaki ser ninjas?
— Así es, Hinata y yo decidimos que no permitiríamos que nuestros hijos se expongan al peligro en esta era de paz. Pero tú eres toda una ninja.
Hima sonrió feliz sin poder soltarlo. Sentía que pasaría mucho tiempo antes de volver a sentirse segura de que no perdería a su papá otra vez.
— La cena está servida chicos — anunció Hinata y todos fueron a la mesa como la hermosa familia que eran.
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