El joven se veía fornido y apuesto, el trabajo que realizaba había dejado buenos estragos en su cuerpo, pero a pesar de eso, lo que noto la princesa fue el brillo de sus ojos, su sinceridad en las palabras y la humildad que le transmitía.
Y desde ahí supieron que se amarían infinitamente, surgió una conexión que ninguno negó, el plebeyo no sabía que ella era una princesa y era lo que importaba, tal vez no la aceptaría si lo supiera. Por lo que los días posteriores su tarde se basaba en hablar con él, tener muestras de cariño mutuas y verlo trabajar, a veces lo ayudaba.
El Rey por otra parte, sin estar enterado, tuvo que aplazar el día del encuentro de la princesa Clara y su prometido, había muchas ocupaciones en el reino, por lo que la estadía de la princesa con el plebeyo se extendió.
-Me iré por un tiempo, y probablemente no vuelva. -dijo la princesa a su amado.
Él se quedó un momento reflexionando, aunque en sus ojos se reflejaba la tristeza.
-Eres tan hermosa Clara, aborrezco la idea de que te separes de mí, pero sé que tenemos vidas muy diferentes. -dijo con cierto desaliento.
Tal vez él sabía su secreto, aunque ya no importaba, ella estaría próxima a irse y tenía que aprovechar cada segundo de la compañía de su verdadero amor, para luego estar con alguien a quien no amaba.
Días después, mientras ya había conocido a su prometido y la noticia se había regado por el palacio, faltaba lo más doloroso e importante, decirle a su amado lo que estaba pasando. Tal vez la odiaría de por vida, o tal vez entendería las verdaderas razones detrás de sus intenciones, porque ella jamás jugo con él o con sus sentimientos, su amor era sincero y puro. Ella no amaba a nadie más que no fuera el, solo era víctima de las injustas circunstancias a las que la condicionaba el Rey.
Mientras cruzaba el reino para dirigirse al pueblo, se le acercó una muchacha muy hermosa.
-Princesa Clara, que gusto tenerla en nuestra humilde morada. -dijo con voz arrogante aquella señorita.
Era muy hermosa, pero podía ver la maldad en su corazón.
También se quedó helada ante eso, sabía que era la princesa de su reino y no lo decía nada sorprendida.
-Que afortunada soy de verla todos los días, mientras veo como se debate entre dos hombres, eso no es tan ejemplar. -agrego la susodicha.
La princesa estaba helada, lo único que se había propuesto guardar, había sido revelado.
-Buenas tardes muchacha, entiendo sus suposiciones, pero...-inicio la princesa, pero fue interrumpida.
-Su teatro fue muy bueno, alimentar el amor en alguien que no lo merece de esa forma no es lo correcto princesa. Pero no sé preocupe, no tendrá que dar ninguna noticia mortificante, ya lo he hecho yo. -dijo la muchacha mientras tenía una sonrisa en su rostro y se iba.
Clara mientras la veía marcharse, estaba destrozada.
Su muchacho sabía la verdad, y no la sabía por ella, que era aún más lamentable.
Después de un tiempo, llegó a la morada de su amado con la esperanza de arreglar las cosas e irse en paz, faltaba poco para marcharse.
Aunque nadie le abría la puerta en la casa, sabía que su amado vivía solo, así que con temor entro sin permiso. Todo estaba en orden como así acostumbraba, se acercó a la mesa, había unas lindas flores blancas, sus favoritas, y cerca de ellas había una carta.
"No te preocupes mi amor, sé que vendrás angustiada, pero quiero que estés tranquila, vino una muchacha y me amenazó, ella sabía tu secreto, lo que ocultabas de todos y de mí, no te culpo, aunque sabes lo astuto que soy, desde siempre he sabido que eres la princesa de mi pueblo y que te fijaste en un plebeyo cómo yo. Tendré que irme mi amor, estoy en riesgo, pero no te preocupes, te he amado y sé que te amare hasta el final de mis días, y no, no estoy molesto, te entiendo, te llevo guardada en mi corazón, a ti y a los sacrificios que hiciste por nosotros. Espero seas feliz en tu matrimonio, quiero que seas feliz, y que llegues a reinar con la misma dedicación que a mí me dabas, pero siempre recuerda, que reinaste primero en mi corazón.
No me busques más amada mía, nuestro tiempo fue perfecto, sigue sin mi"
La princesa estática, no sabía cómo reaccionar, el estar destrozada parecía que no bastaba. Sentía como su existencia poco a poco se deterioraba.
Su única opción era regresar a su palacio, tendría que rendir cuentas y buscarlo, no se podía quedar así.
Cuando llegó a su alcoba, su hermano sentado en su cama la esperaba. Y sin decirle nada, solo con verle el rostro, supo que él lo sabía todo.
-No te culpó, también lo hubiera hecho. -dijo su hermano en cuanto la miro.
La princesa destrozada lo observó, se acercó, y cayó tendida en sus brazos.
Su hermano acepto su abrazo tan cariñoso y lo correspondió.
-Perdóname hermanita, no puedo vivir con esta culpa, siento tanto que él y su historia hayan acabado así. -dijo cansado mientras la apretujaba.
-Si lo sé, pero...-quiso interrumpir la princesa, pero su hermano la silencio. Le sorprendía que su hermano hablara con esa seguridad de saber todo, tal vez y aunque suene loco, había hablado con su muchacho, lo cual le daba esperanzas, algo a que aferrarse.
-Nuestro amado padre se enteró hoy, y uso sus medios para silenciarlo a su manera. Me mandó a mí personalmente a traerlo para hacer el trabajo, pero mientras estaba con él, me habló de ti tan bellamente, se merecía mi piedad, pero me di cuenta muy tarde. Ya era muy tarde para él. -dijo el príncipe con la voz entrecortada sin ver a su hermana. No tenía cara para hacerlo.
La princesa estaba impactada, tantas emociones en un día no la dejaban analizar bien. Pero después de un tiempo, entendió que las palabras de su hermano significaban que su amado, la luz de sus ojos, ya no estaba con vida.
El morbo e injusticia de su reino y su padre, le quitó el amor de su vida, al que amaría eternamente.
Clara abrazo a su hermano aún más fuerte, pero en silencio, aunque después de un rato, le susurro a su hermano "morir por amor no está mal", finalizó con los ojos rojos y llorosos.
En papel plasmaría sus últimos deseos, estaba infinitamente agradecida con el tiempo compartido con su amado, y los últimos recuerdos que quería tener, quería que fuera con él. Para ella, seguir su vida, ya no tenía valor ni sentido. Lo que ya había soñado, ya lo había conseguido, y aunque fue tan fugaz y no duró mucho, fue tan bello y real. Ya no le pedía nada más a la vida.
La princesa se miró en el espejo, se veía tan hermosa y lo sabía. Su carta ya estaba hecha, sus últimos pensamientos plasmados para su familia y amigos estaban ahí. Le pidió perdón a su mamá y a su hermano, a su Nana tan amada y le dijo a Victoria que la quería, pero podía cambiar su carácter. Ya no había tiempo para reproches, aceptaría que su papá por sí solo viva con culpa, aunque él podía recuperarse, su reino estaba a salvo.
Su prometido estaría bien sin ella, esperaba que algún día, se desposara por amor.
Ya todo estaba bien, como debía estar, estaba tranquila y en paz.
Ella pensaba que morir por amor, estaba más que bien.
La princesa y su plebeyo fueron felices, tal vez merecían otro final, pero todo paso como tenía que pasar. Solo quedaba esperar que sus almas se reencuentren en el bello tramo entre la vida y la muerte.
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LA DESICION
Storie d'amoreAunque sientas que sí, nadie está preparado para amar y ser amado, mucho menos para afrontar que el amor, ese conjunto de emociones hacia alguien, viene con fecha de caducidad.