Un tiempo de calma { Oubing }

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ Úɴɪᴄᴏ

Era de noche y a lo lejos se podía ver una variedad de luces provenientes de un pueblo, que estaba teniendo una pequeña feria, no sabía realmente por qué, y no le importaba. Solo estaba sentado en la rama de un árbol lejos del pueblo, contemplando el mar. Le habían dado dos días libres y no tenía algo o alguien con quien pasar, toda su familia ya había muerto, su padre, sus hermanos. Pero, sobre todo, su madre, la única persona que realmente lo comprendía, lo había abandonado a causa de la dura e incontrolable muerte.

Había pasado mil años desde que su maestro lo devolvió a la vida y tomo el título de "tercer príncipe de loto" y afronto todo lo que tuvo que pasar para poder vivir tranquilo, y ser reconocido como debe, pero ¿de qué le servía eso? Seguía estando solo, era incomprendido por muchos, adorado por otros, estaba estresado, cargaba con mucha ira y abrumación por todos los sentimientos que tenía reprimidos, causados por esa soledad a la que estuvo condenado a vivir desde que nació, mucho antes de eso incluso.

A falta de actividades que hacer, se propuso acostarse en aquella rama, contemplar el mar hasta quedarse dormir o pasar todo lo que quedaba de noche viendo el mar sin dormir, evitando causar algún problema a algún demonio pacífico del área o al pueblo, ya no era un niño como para hacer eso. Su pensamiento fue interrumpido por el sonido de varios arbustos algo cerca de donde estaba, al principio creía que era un animal, pero dejo de pensar en eso cuando el sonido aumento y la ráfaga de energía mística aumento mucho como para tratarse de un demonio normal.

—Sé que estás ahí, sal no muerdo, es peor si sigues escondido— dijo esperando que el invasor saliera para continuar con su idea de hacer nada.

Espero un rato, pero nadie salía, el sonido se había detenido, pero nada demostraba señal de vida.

—Si no sales ahora no tendré más opción que atacar, sal ahora, es una orden— volvió a hablar esperando que aquel ser entre los arbustos saliera por su propio bien.

Otra vez no recibió respuestas y estaba a punto de lanzar un ataque con su lanza para ver que se escondía entre las plantas, con riesgo a lastimar él algo en tierra, pero entre la oscuridad de la noche dos cuernos blancos resaltaron entre los arbustos, dos cuernos de cierto dragón pelo azul que conocía.

—Lamento molestar, no creí que me encontraría con alguien aquí— hablo de forma educada el tercer príncipe dragón.

Antiguo amigo y rival predestinado del azabache.

—... No hay problema. ¿Cuándo? — pregunto el azabache arrepintiéndose de haber lanzado una pregunta tan seca y directa hacia el dragón, mientras al mismo tiempo desaparecía su lanza y tomaba postura en el tronco para poder escuchar y verlo mejor.

Era consciente que él también había vuelto a la vida, su maestro se lo había dicho, pero a pesar de que lo busco, y rompió una que otra regla, para volver a hablar y disculparse por lo ocurrido, a pesar de ser consciente que por orgullo se le complicaría un poco, nunca lo encontró o lo vio. Después de mucha búsqueda llego a la conclusión de que aquellas palabras dichas por su maestro era una mentira simplemente para subirle el ánimo, ahora se daba cuenta de que no era así.

—hace unos mil años renací, mi padre me castigo por no cumplir su mandato, hace pocos concluí con aquel castigo, pero recién ahora tengo la oportunidad de volver a pisar tierra... me enteré de que ahora eres el mariscal del altar central del reino celestial ¿Es agradable? —Dijo el dragón que sentía culpa por lo ocurrido y que el cómo se había dirigido el azabache hacia él, era una obvia prueba que este lo odiaba.

Pero prefería intentar conversar más con el que volver al oscuro bosque o a las frías aguas.

—Aburrido, no muchos logran pasar de la puerta ¿Qué te trae por aquí? — pregunto el azabache tratando de sonar más amable y tranquilo.